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60 días de Javier Milei


10 de febrero de 2024

“Dos automovilistas practican un juego casi suicida. Ambos conducen de frente uno contra el otro, ¿quién pierde? ¿El que muere?” “No, el que dobla primero” le contestó Milei al periodista Luis Majul, cuando le preguntó sobre su estrategia política. Milei apuesta siempre al todo o nada, pero esta vez, su contrincante no dobló y lo que terminó chocado fue la Ley Ómnibus.

Matías Rodriguez

¿Qué sucedió? ¿Cómo luego de tener un dictamen de mayoría exitoso y una primera votación en general exitosa, se volvió todo para atrás? Sucedió la política, que desde Maquiavelo en el siglo XVI es un campo de conocimiento específico, con sus propias leyes. Pasó la caída de popularidad de Milei, pasó la falta de expertise del Gobierno, pasó que evidentemente no se puede cambiar estructuralmente el país en contra de la amplia mayoría de la sociedad con representación parlamentaria en dos meses.

Luego de que el Gobierno perdiese algunas de las votaciones de los artículos en particular, la última por 56 votos de diferencia, se dio cuenta que no tenía los votos para aprobar las privatizaciones. Eso implicaba votar una ley ómnibus sin paquete fiscal, que ya había sido retirada por el ministro Caputo y sin todas las privatizaciones. Además de Unión por la Patria y la Izquierda, había 12 radicales que estaban en contra de varios artículos y diputados de Hacemos Coalición Federal e Innovación Federal que responden a gobernadores que no están de acuerdo con el reparto fiscal de las coparticipaciones. El Gobierno no quiso negociar con los mandatarios provinciales y solo les prometía que, si aprobaban la ley, en algún momento se iba a sentar a discutir el reparto de los recursos que reclamaban para sus provincias.

¿Habrá aprendido Milei luego de su primera cachetada con la realidad que la política es un poco más compleja que la teoría de los juegos? ¿Sabrá que en política tu rival puede doblar e igual pegártela contra la realidad? Probablemente no, porque luego del chasco, el primer mandatario siguió acelerando. La cuenta de X de “La Oficina del Presidente”, presentó una lista de “traidores a la patria”, en la que se nombra a todos los diputados que “votaron en contra del pueblo”.

Además, fuentes cercanas a Milei filtraron la idea de que “no enviará más proyectos al Congreso en lo que queda del 2024”. ¿Estamos ante la potencialidad de un giro autoritario? Ahora, la escenografía del discurso de espaldas al Congreso y las palabras del procurador del Tesoro, Rodolfo Barra, quien aseguró que “si había crisis, no iba haber orden constitucional vigente”, adquieren una seriedad mucho más pesada.

 

Dos meses

El gobierno de Javier Milei está cumpliendo dos meses y el análisis de lo sucedido hasta ahora tiene una contradicción que se edifica en la caída de la Ley Ómnibus: pasó de todo y a la vez podríamos decir que no pasó nada. El Gobierno prometió terminar con la inflación, bajar los impuestos, recomponer los salarios, dolarizar y echar a la casta política. Por lo pronto, estamos viviendo una inflación del doble del periodo anterior, los salarios están por el piso y el Gobierno lleno de políticos que estuvieron saltando de partido en partido.

El Gobierno ocupó sus dos meses de gestión con la salida del DNU y la Ley Ómnibus. El decreto tiene varios artículos intervenidos por la Justicia y su ingreso en el Senado lo está interrumpiendo la vicepresidenta, Victoria Villarruel porque presume que será desaprobado. La Ley Ómnibus acaba de caer y el mismo Milei plantea que no la volverá a introducir en el Congreso. ¿Cuál es la ruta del Gobierno? El ajuste fiscal podría contestar Caputo, que dice que “ahora debe ser mucho más cruel”, responsabilizando a quienes no quisieron aprobarle el megaproyecto oficialista.

¿Le alcanza al Gobierno para sostener su gestión, una hoja de ruta basada en el ajuste fiscal? ¿Cuánto tiempo puede esperar la sociedad, con necesidades que vienen postergadas hace tiempo? Preguntas que deben inquietar a un Gobierno que se sostiene solo en base al apoyo popular.

 

El piquete

El piquete como medida de lucha es parte del ADN argentino. Una medida que pueden llevar adelante trabajadores formales con sindicato, aguinaldo y obra social, desocupados, precarizados, changarines y todo tipo de integrantes de la economía popular, vecinos cuya luz ha sido cortada, ambientalistas y un interminable etcétera.

Esta es una sociedad laboralmente muy fragmentada y el piquete le da la posibilidad a cualquier sector que logre aglutinar una razonable cantidad de personas para que se manifieste. Esta es la sociedad del piquete, es cierto, pero porque es un país lleno de injusticia y un pueblo con un alto grado de historia y combatividad. Más allá de la irritación que puede generar tanto piquete, la alternativa es porciones enteras de nuestra clase empobreciendo sin siquiera quejarse.

Este es el objetivo central del Ministerio de Seguridad de Patricia Bullrich: eliminar el piquete primero y luego, el derecho a huelga y la lucha como tal. Por eso, en cada manifestación, la pelea por cada metro de calle fue algo central.

El Gobierno ha logrado instalar que cortar la calle es digno de reprimenda. No ha logrado que se deje de cortar la calle. Esa pelea es paralela al resto de las batallas políticas que se suceden. A dos meses, los piquetes duran menos, pero hay tantos como siempre y probablemente más. 

Matías Rodriguez

Matías Rodriguez es periodista, colaborador de infoNativa. 

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