Brasil: El Complexo de Israel, la mixtura entre narcotráfico y evangelismo sionista
07 de diciembre de 2024
¿Y si te dijera que, en un lugar determinado, un grupo de narcotraficantes fuertemente armados gobierna un territorio con aproximadamente 200 mil habitantes, liderado por un sacerdote, que bendice sus armas en templos y justifica sus actividades criminales con discursos y narrativas extraídas de un libro religioso?
Probablemente pensarías que estoy hablando de algún lugar en Oriente Medio o África, gobernado por un grupo terrorista salafista-wahabista que ha encontrado en el narcotráfico su principal fuente de financiación.
Pero, ¿y si te dijera que me refiero a un grupo supuestamente cristiano? Tal vez pensarías que se trata del argumento ficticio de una película. Y si añado que es un grupo de narcotraficantes evangélicos neopentecostales liderados por un pastor que bautizó su territorio como “Complejo de Israel”, probablemente dirías que estoy delirando.
Pues este grupo y este lugar existen en pleno Río de Janeiro, Brasil.
El proyecto del “Complejo de Israel” no es reciente. Es fruto del esfuerzo concentrado de una de las lideranzas del Tercer Comando Puro (TCP), una de las principales facciones criminales de Río de Janeiro: Álvaro Malaquías Santa Rosa, también conocido como “Aarón” o “Peixão”. El primero hace referencia al patriarca hebreo del Antiguo Testamento, y el segundo, a uno de los símbolos más importantes del cristianismo, el pez.
Este proyecto comenzó en la favela de Parada de Lucas, desde donde se expandió hacia las favelas de Vigário Geral, Cidade Alta, Pica-Pau y Cinco Bocas. Aunque esta región ha pasado por las manos de varias lideranzas criminales, la mayoría de las cuales ya han muerto, “Peixão” ha liderado esta fracción del TCP desde 2015, consolidando cada vez más su poder.
El territorio controlado por el narcotráfico sigue las lógicas comunes a otros modelos similares: terror y violencia contra quienes se resisten al dominio criminal, soborno y cooptación de policías corruptos, y asistencia social para que la comunidad tolere o incluso respalde a los criminales.
Lo innovador en este caso es el uso ostensible de la religión como parte de la acción criminal.
Las primeras evidencias de algo que podríamos llamar “narcopentecostalismo” surgieron en 2019, con el llamado “Bonde de Jesús”, un grupo de narcotraficantes que atacaba templos de religiones afrobrasileñas. Liderado por el propio “Peixão”, identificado simultáneamente como “jefe del tráfico” y “pastor evangélico”, el grupo ordenaba el cierre de los templos, los vandalizaba y amenazaba de muerte a sus practicantes y responsables.
Era común que los narcotraficantes destruyeran específicamente estatuas e imágenes de las entidades veneradas en estos templos. Antes, estos actos iconoclastas se observaban esporádicamente, incluso perpetrados por neopentecostales fanáticos contra imágenes de santos católicos.
Esta iconoclasia recuerda inmediatamente la de los salafistas en Oriente Medio y Asia Central, como en el trágico caso de la destrucción de las estatuas de Buda en Afganistán.
La iglesia donde “Peixão” actúa como pastor es la Asamblea de Dios Ministerio de Puertas Abiertas, una entre miles de denominaciones cristianas en Brasil. La falta de regulación estatal sobre la creación y supervisión de religiones y sectas permite la proliferación de nuevas organizaciones religiosas, que además se benefician de exenciones fiscales para sus actividades.
En 2020, “Peixão” anunció oficialmente la creación del Complejo de Israel, comenzando en las favelas de Parada de Lucas, Cidade Alta y Vigário Geral, con el objetivo de expandirse hacia otras favelas vecinas. En este proceso de expansión, utiliza una retórica de “guerra santa”. Por ejemplo, durante la invasión de la favela de Cidade Alta, la narrativa era la de “liberar al pueblo de Cidade Alta”.
Las fuerzas de “Peixão” también adoptaron nombres como “Ejército del Dios Vivo”, “Tropa de Aarón” y “Bonde de la Cábala”. Banderas de Israel ondean en varios puntos del Complejo de Israel, y se pueden encontrar grafitis en las paredes en homenaje al Estado sionista.
No hay pruebas de vínculos directos entre este fenómeno y el lobby sionista en Brasil, pero como se señaló en otro artículo para la Fundación Cultura Estratégica, la difusión del neopentecostalismo en Brasil tiene raíces en un proyecto estadounidense que busca suavizar el rechazo natural de los brasileños hacia el neoliberalismo, el atlantismo y el sionismo.
En un sentido, este fenómeno puede considerarse inevitable. El crecimiento desordenado de las favelas en Brasil coincidió con una crisis “vocacional” en la Iglesia Católica, que no logró formar sacerdotes en cantidad suficiente para atender el crecimiento poblacional.
Sin embargo, el hombre, siendo un homo religiosus, tiene necesidades espirituales que buscan ser satisfechas. Así, el protestantismo neopentecostal estaba mejor preparado para ocupar ese vacío, con menor tiempo de formación y menos formalidades para producir pastores en gran cantidad.
¿Cómo se mezcló con la violencia? Es más complejo. Las iglesias evangélicas siempre necesitaron cierta conivencia con el crimen para operar en territorios controlados por facciones. Además, las cárceles se convirtieron en lugares de predicación, donde muchos presos se convirtieron al neopentecostalismo. Algunos cambiaron de vida, pero muchos reincidieron en el crimen sin abandonar la religión.
Con la criminalidad y el neopentecostalismo ya normalizados y coexistiendo durante décadas, era cuestión de tiempo que surgiera una figura que liderara tanto el crimen como la religión, dando lugar al Complejo de Israel.
Este mes, el narcotraficante evangélico ordenó el cierre de parroquias católicas en el Complejo de Israel, prohibiendo misas, bautismos, matrimonios y fiestas religiosas, amenazando de muerte a sacerdotes y fieles.
La policía lanzó una operación en la región, pero considerando el historial de Brasil en el combate al crimen organizado, es difícil creer que estas medidas desmantelarán permanentemente el Complejo de Israel.
Fenómenos como el narcopentecostalismo son posibles debido a la ausencia de políticas públicas específicas para supervisar las actividades religiosas. Ignorar el impacto público de las religiones permite el surgimiento de sectas peligrosas, facilitando situaciones como esta. Asimismo, generan preocupación los informes recientes sobre el crecimiento, aunque modesto, del salafismo en las favelas brasileñas.