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Cometierra: una historia, todas las historias


21 de diciembre de 2024

Frida Jazmín Vigliecca

Hace un año como de costumbre desembarqué a mi ciudad natal -un pueblo de corrientes- para las fiestas de fin de año, sin embargo esta vez dicho paseo llevaba consigo un ingrediente peculiar, tenía conmigo una pequeña novela que me guarde para leer en el verano. Este libro me lo regaló un amigo, también litoraleño, en mi anterior cumpleaños. El nombre del texto por leer era Cometierra.

                              “¿Para qué? Si al final, removida, solo está la tierra”

Recuerdo que me recosté en la cama en el cuarto de mi infancia y leí las primeras tres páginas. Los ojos no podían parar de llorar de la emoción que me produjo el comienzo del libro, tanto así que llamé a mi sobrina de 14 años y a mi hermana para leérselos. Las tres nos quedamos conmocionadas, pues sobrevivía allí algo que nos hermanaba.

La tierra y la brujería

Dice Cometierrra:

«Me acosté en el suelo, sin abrir los ojos. Había aprendido que de esa oscuridad nacían formas. Traté de verlas y de no pensar en nada más, ni siquiera en el dolor que me llegaba desde la panza. Nada, salvo un brillo que miré con toda atención hasta que se transformó en dos ojos negros. Y de a poco, como si la hubiera fabricado la noche, vi la cara de María, los hombros, el pelo que nacía de la oscuridad más profunda que había visto en mi vida».

El escenario de la novela es un barrio pobre del conurbano, gente sencilla que se gana la vida de forma legal o no, dependiendo de cómo va la economía del país. Cometierra vive con su hermano el Walter solos, como dos huérfanos en su casa natal. A su madre la mató su padre y es ella misma la que lo descubre tragando tierra, en una especie de visión.

¿Qué significa nacer con un don y que ese don esté íntimamente vinculado con la tierra? ¿Qué implica la tierra para nosotrxs las personas que hemos vivimos en la marginalidad?

Creo que esas preguntas me comenzaron a retumbar a medida que iba avanzando en la novela y convivía con mi familia en el barrio coembota fuera del centro de la ciudad. Se me mezclaban las historias que me contaba mi hermana y las vecinas de mi mamá acerca de diversos femicidios en el pueblo y de cómo la justicia no estuvo allí para contener primero a las víctimas de violencia de género ni luego para juzgar a los culpables.

Cometierra nació con un don pero lo que ella ve convierten al mismo en un arma de doble filo, ella descubre crímenes donde principalmente sus víctimas son mujeres asesinadas por hombres, lo que vuelve más peligrosa su práctica puesto que en un mundo patriarcal, la desobediencia al patrón en cualquier ámbito social nos convierte en herejes.

Mi mamá cuando le comentaba sobre la novela me dijo:

 -“Cura con la tierra como yo”

Y es que es verdad pienso, Cometierra realiza una especie de cura, una sanación simbólica por fuera de la ley, una sanación para los parientes de las victimas que buscan una cura a la violencia buscando loa cuerpos de sus hijas y una explicación a sus desapariciones o muertes.

Mi mamá es curandera y no por mandarme la parte pero es la mejor de la ciudad. El procedimiento que realiza para curar llagas -lesiones que aparecen en la boca y se caracterizan por ser pequeñas úlceras de color blanco rodeadas de un área enrojecida. Pueden aparecer en la lengua, los labios, las encías o el interior de las mejillas  y garganta. Las llagas pueden ser dolorosas y dificultar acciones como comer y hablar- de todas las personas pero principalmente de los bebes y niños consiste en que descalcen, apoyen los pies sobre la tierra mientras ella delimita el contornos de los pies y luego dentro de esa silueta ella va extrayendo con el mismo cuchillo con el cual ya estuvo operando toda la tierra de adentro hacia afuera.

Es una escena formidable que incluso pudo lograr registrarla. Pero volviendo al libro, entre tantas historias reales de femicidios y la ficción de Dolores Reyes sigo pensando en la tierra.

¿Qué significantes tiene la tierra para el territorio litoraleño? ¿Por qué tanta identificación con dicha ficción?

La tierra en el rio es barro y es lo que contiene al rio, es el fondo y su color, es parte de los remolinos y también el piso. En contacto con la piel del cuerpo se cuela en cada pliegue desdibujando los límites entre las formas humanas y el propio paisaje.

El barro son los ojos del rio, testigo de los encuentros y las masacres. El barro del rio tiene la memoria de los cuerpos que ya no están. El ADN de nuestros ancestros se aloja allí en el barro nuestro mismo rio.

El barro nos convoca, está en nuestras casas, en nuestras vasijas, en nuestras calles después de llover, el barro es comunidad y naturaleza pero también nos trae lo lúdico del jugar en nuestra infancia.

La tierra y el barro, la brujería y las mujeres curanderas, la pobreza y la marginalidad pero sobre todo ese fervor desmedido por ayudarnos, por tender lazos entre nosotrxs los olvidados. Eso es Cometierra para mi, una poesía a la humanidad más profunda de las personas que estuvimos y están en el archivo de la explotación y el extractivismos desde comienzos del Siglo XVI con la violencia y criminalidad genocida de los colonos.

Frida Jazmín Vigliecca

Frida Jazmín Vigliecca es trabajadora de las artes transdisciplinar, docente y arteterapeuta.

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