Cuando el fuego crezca
12 de mayo de 2023
El tiempo de la polÃtica parece ocupado abrumadoramente por las imposturas electorales. Al menos un repaso apresurado por las preocupaciones de los dirigentes, permite constatar que está muy lejos la vocación de encontrar respuestas indispensables a conflictos urgentes.
Argentina está en crisis. Y para peor, como consecuencia inevitable del rumbo económico que le impuso hace siete años la irrupción de Mauricio Macri, protagonizando una restauración neoliberal que continuó Alberto Fernández, no se animó a alterar el kirchnerismo y profundiza Sergio Massa. Esa crisis amenaza con agravarse dramáticamente.
Las postales de la última semana, en la que todavÃa habitaba en el gobierno el cagazo de la reciente corrida cambiaria, evidencian que el destino de una eventual devaluación brusca de la moneda, depende de la voluntad de los grupos económicos que actualmente protagonizan una descomunal dolarización de sus carteras.
Precipitar la devaluación que ya acelera Sergio Massa, aunque algún economista liberal finja demencia, va a provocar inevitablemente -en una economÃa hiper concentrada en sectores hiper dolarizados- una escalda inflacionaria que le ponga picante a una dinámica de precios que acogota el bolsillo de la enorme mayorÃa de los que habitamos este suelo.
Ese escenario, que está a tiro de la voluntad de unos pocos, va a desencadenar en una crisis del carajo. Vamos a quedar abrazados a las explicaciones del paÃs bimonetario, mientras el precio del papel higiénico va a transformar el sencillo acto de limpiarse el culo, en una actividad de privilegio.
Ojalá los grupos económicos que tienen en su poder los dólares que el Banco Central no tiene, decidan no provocar esa estampida. Lo trágico, es que un puñado de multinacionales exportadoras, dueñas de los dólares que produce la balanza comercial superavitaria de este paÃs, tengan en sus manos el destino de la riqueza que producimos.
Pero como decÃamos en la editorial anterior, dado que el capitalismo no es bueno resolviendo crisis sino administrándolas, lo natural es que quienes ocupan una posición dominante en la economÃa, provoquen la crisis que van a aprovechar como consecuencia del dominio funcional de los acontecimientos.
Y todo esta saraza que encabeza la editorial, es para hacernos una sencilla pregunta: ¿Qué mierda hacemos con la crisis que se nos viene?
Larreta, Bullrich y hasta el quemado de Milei asumen que si les tocara en chances gobernar este paÃs, lo harÃan luego de una brusca devaluación de la moneda nacional. El delirante de Milei se abalanzó en sugerir que solucionarÃa la devaluación y la consecuente hiperinflación con una dolarización. Lo frenaron los mismos dueños de los dólares, que son los que manejan la economÃa nacional. Es decir, los grupos económicos. Asà como los bancos, que son los dueños del Banco Central, le pararon el carro con la boludina de querer cerrarlo.
Larreta habló con la CGT y salió luego a proclamar una reforma laboral, recortó ingresos populares y planteó las bases de una reforma tributaria profundamente regresiva. Bullrich sigue repitiendo la palabra orden para ver qué votos pesca entre un público sin luces y Milei rasca el fondo de un descontento social que encuentra respaldo electoral en un tipo con serios problemas mentales.
¿Y en las filas auto percibidas peronistas?
Nada. O poco, casi nada. Entre la dirigencia kirchnerista se encienden velas para que Cristina sea candidata. Los más genuinos, asumiendo que eso resuelve sin esfuerzo de explicación todos los problemas de la Argentina, y los más buscas, aspirando a que alguna candidatura de Cristina les asegure por añadidura su escondite en alguna sábana que le garantice el conchabo.
En la acción de gobierno, el massismo, su alianza con el kirchnerismo y el desvencijado Presidente, se agolpan para pedir clemencia a los socios comerciales para que pagar las deudas de las empresas con guita prestada, o se subordinan a Estados Unidos para lograr que el FMI nos adelante plata que nos entrega para que le paguemos deuda.
En un paÃs superavitario en su balanza comercial, que generó riqueza y crecimiento económico en tiempos de alza de precios internacionales de materias primas, que genera trabajo precario y mal pago, que acumula pobreza en la mayorÃa de sus habitantes, evidencia las claras consecuencias de una economÃa dependiente, provocada por una subordinación soberana y que nos condenan a un destino de injusticia social que, de peronismo, no tiene nada.
Tiempo de crisis
Mientras lo electoral acontece al ritmo de una dirigencia que no va a consultar absolutamente nada con su militancia, lo ideal serÃa que el pulso de las convicciones nos empujen a un debate responsables acerca de la organización popular que precisamos para transitar la crisis, y la construcción de una agenda patriótica, que por muy remota que hoy aparezca, es indispensable que construya colectivamente certezas para una crisis que se presenta como inevitable.
Las postales de paÃs dependiente, transforma la nacionalización del comercio exterior en un debate urgente e indispensable y lo aleja de cualquier imputación de ideologismo. El Estado necesita recuperar control sobre la riqueza que produce nuestro comercio exterior. No puede el Estado seguir la dinámica de mendigarle dólares a las multinacionales exportadoras, o pagarle por ellos, lo que se le antoja a las multinacionales.
Es necesario que el Estado suspenda inmediatamente el acuerdo ruinoso que mantenemos con el FMI y postergue durante un muy largo tiempo la renegociación de sus condiciones. Nuestra Patria necesita recuperar la capacidad de planificación colectiva de sus objetivos comunitarios, productivos, de trabajo y desarrollo estratégico de sus bienes comunes.
No hay exceso de ideologismo en estas premisas, hay apenas instinto de supervivencia.
El Estado precisa dejar de pedirle a las multinacionales los dólares que no liquidan y al FMI tiempo para pagarle los dólares que le mendigó a las multinacionales. Es imposible diseñar un ambicioso plan de vivienda que responda al enorme déficit habitacional, planifique arraigo productivo, satisfaga necesidades comunitarias y genere trabajo, si no tenemos un mango para proyectar algo mas que la publicidad que acompaña el anuncio.
Cargill es una multinacional de capitales norteamericanos. Es la principal empresa exportadora de granos del paÃs. Se hace de dólares negros por el contrabando que acompaña la subfacturación de exportacionese, se hace de dólares blancos que liquida al precio que le impone al Estado, se hace de dólares oficiales fraguando deudas que mantiene con su propia empresa, se hace de más dólares para pagar importaciones de soja a la misma Cargill en Estados Unidos que supuestamente entra a puertos privados que se controla a a sà misma. Cargill dolariza cada peso que produce para poder girarlo a su casa matriz. Para Cargill, la crisis es una oportunidad. Lo fue en el 2001 y lo es ahora.
Para nosotros, que no estamos en su posición dominante, la crisis no es una oportunidad. Pero es un padecimiento plagado de dolorosas enseñanzas. Hay que volver a aprender que el peronismo no utilizó de excusa la segunda guerra mundial, sino que aprovechó la oportunidad para nacionalizar el comercio exterior.
El peronismo no lloraba por los rincones por las relaciones de fuerza que no tenÃa. Y se arremangó para construir desde la planificación económica un modelo de protección colectiva del trabajo y el trabajador. Pensó para las familias, como núcleo primario de cohesión social, una vivienda en la que desarrolar la vida.
No es tan complejo. Es cierto, tampoco es tan sencillo como andar esperando soluciones mágicas con una candidatura. Lo que también es cierto, es que el embudo al que nos empujaron turradas e incapacidades de este tiempo, nos llevan a transitar una coyuntura de padecimientos que nuestro pueblo no merece y nos obliga a la militancia, a repensar el sentido de nuestra acción polÃtica.
En definitiva, cuando el fuego crezca, habrá que estar ahÃ.