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De un mismo tenor y a un solo efecto


05 de abril de 2025

La puesta en escena de un simple acto burocrático nos hace saber hasta qué punto la política ha vaciado su contenido. Pensar las formas para volver a darle sentido, es la tarea.

Agustín Sosa

Una de las cosas que todavía tiene vigencia en esta sociedad como sinónimo de compromiso, que se asume como responsabilidad individual o frente a otros, es la firma.
Existen distintas formas de validar identidad o rubricar documentos, muchas de ellas de forma digital pero, aun así, firmar de puño y letra algo reviste la cuestión de un carácter más formal.
Para comprar una casa (¡quién pudiera!) todos firman, comprador, vendedor, escribano, martillero… Para sacar un crédito, firma. Para entrar a un trabajo, firma; para el despido, también.
Luego están los tramites menores donde la firma parece más una nostalgia burocrática que otra cosa, obras sociales, hospitales, retiro de encomiendas, remitos, remitos duplicados, triplicados. Loas a sistemas burocráticos que solo justifican su existencia firma tras firma.


Existe un lugar donde la burocracia, la firma, el sellado, los formularios y la máquina de escribir son una institución en sí mismos, Viamonte 1366, Ciudad Autónoma de Buenos Aires, sede social de la Asociación del Fútbol Argentino, AFA para los amigos. Un ministerio de un principado independiente que se rige por sus propias normas y reglas.
Hace unos años me tocó hacer las veces de delegado en AFA de un club que participa en sus torneos; es imposible describir, en una cantidad prudencial de caracteres, las tareas que se llevan adelante en ese rol. Desde la inscripción anual de todos los jugadores (de inferiores a primera) y la correspondiente confección de planillas escritas a máquina, la compra de entradas que luego el club vende en los partidos, la compra de las pelotas que se utilizan, también por partido; hasta los descargos ante el tribunal de disciplina por lo que pudo haber ocurrido en un partido de la séptima, cuarta o primera. Y no se puede entrar de bermudas.
Si usted conoce a un delegado de AFA, admírelo sin miramientos.


Es también el ámbito del fútbol un lugar donde se pondera la firma como acto de celebración, es la culminación de una transacción financiera que da como resultado que un fulano juegue la siguiente temporada para el club. Cuando en la sala de conferencias aparece la estrella junto al presidente del club, firman el contrato, explotan los flashes y los titulares de la prensa especializada anuncian lo sabido, llenan de expectativas a los hinchas que renuevan esperanzas y hacen votos para que el firmante ni se resfríe y tenga una temporada gloriosa.

¿Cuándo se habrá puesto en práctica eso de hacer pública la firma de los contratos de los jugadores con su nuevo club? Es probable que el marketing haya tenido mucho que ver con aquello; los sponsors, la televisación, lo fabuloso de los contratos millonarios. Espectáculo, negocios y algo de fútbol.

Espectáculo, negocios y algo de política, también mucho de marketing y fotos del candidato firmando su postulación son imágenes comunes por estos días, en los cierres de lista para legisladores porteños.
Políticos que parecen futbolistas publican en redes sociales su foto con la escena de rúbrica montada y un mensaje de autorreconocimiento e intenciones futuras; una nueva alianza, un nuevo espacio, una candidatura más a golpe de foto y declaraciones ocurrentes en redes sociales.
Militan su imagen, se militan, se miden, se sondean: si da bien, serán cuatro años de palacio y sus beneficios.
Firmar un contrato, una candidatura, hinchas y pueblo como testigos oculares de un show al que solo podemos asistir como espectadores.

No todos somos ni podremos ser Maradona, Messi o Cavani.
Pero todos somos y debemos ser quienes hagamos de la política el instrumento de transformación de la realidad que nos dé una vida digna. Firmemos nosotros nuestro destino de grandeza.

Agustín Sosa

Agustín Sosa es locutor, periodista y militante político del Encuentro Patriótico. 

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