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El gobierno de las ideas cortas y los bastones largos


16 de marzo de 2024

El gobierno de Javier Milei desfinancia la educación y las universidades realizaron un paro el jueves pidiendo mejoras presupuestarias.

Florencia Defelipe

“No creo que salga mi título universitario. Me avisaron que la facultad no está comprando tinta. Y sin tinta no se pueden imprimir” me contó una compañera de trabajo. Parece distopico pensar que, un país con universidades que son reconocidas en el mundo, se encuentre en este callejón, como tener que elegir entre tener las aulas abiertas, pero prescindir de herramientas básicas para garantizar la impresión de lo más importante: la meta por la que uno emprende ese camino.

En la apertura de las sesiones ordinarias el 1º de marzo, Javier Milei aseguró que las universidades abiertas en los últimos años no cuentan con “carreras serias” y que reproducen un discurso “marxista” para los alumnos. Con estas palabras, intenta justificar la desfinanciación atroz que realiza su gobierno sobre todas las universidades públicas. No sólo las que se encuentran en el conurbano.

El consejo interuniversitario nacional que nuclea a todas las casas de altos estudios, realizó un comunicado hace unas semanas asegurando que, si el poder ejecutivo no “rectificada el rumbo”, el ciclo lectivo se encontraría en graves problemas para llevar a cabo su funcionamiento. El texto llevaba de título “Situación crítica en las universidades públicas”.

Las necesidades parecen bastante lógicas. Por un lado, “incrementar razonablemente los gastos de funcionamiento mensuales, actualizándolos conforme el proceso inflacionario” y “actualizar los salarios docentes y no docentes.”

También alertan sobre partidas de infraestructura que quedaron anuladas y el sostenimiento del programa de becas. “El presupuesto ya no nos alcanza. Lo que recibimos es un cuarto de lo que necesitamos para pagar la luz, el gas, los servicios de vigilancia, de limpieza, los insumos de laboratorio, de docencias, seguros: todo lo que hace a los recursos materiales, financieros y económicos. Hoy solo podemos hacer frente al 25% de lo que necesitamos”, explicó a la agencia Paco Urondo Carlos Greco, presidente del Consejo Interuniversitario Nacional (CIN) y rector de la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM).

El jueves las universidades no abrieron sus puertas, ya que todas se unificaron en un paro contra el ajuste y el desfinanciamiento. 

El mismo día, la ministra de capital humano Sandra Pettovello, comunicó que se aumentarían un 70 por ciento las partidas. Pero las puertas de las facultades ya están abiertas, hay cursos de ingresos, finales que se están tomando, proveedores a los que hay que pagarles.

Javier Milei siempre desprestigio lo público, particularmente con las universidades públicas ha llegado a decir que la gente que no puede pagar para estudiar, puede ser “cooptada” ideológicamente en las mismas.

La UBA es reconocida entre las 95 universidades más importantes del mundo.

El 29 de julio de 1966, la dictadura encabezada por el General Juan Carlos Onganía reprimió y desalojó a docentes y alumnos de distintas sedes de la Universidad de Buenos Aires. Los mismos reclamaban la autonomía universitaria. Ese suceso fue conocido como “la noche de los bastones largos.”

Por la década del 60 era tal el renombre, que sus profesores gozaban de un prestigio internacional. La noche de los bastones largos, la represión brutal que vivieron sus ocupantes luego de protestar contra el gobierno, no sólo tuvo un costo político grande que terminó en lo que se denomina una “fuga de cerebros”. Un gran porcentaje de docentes se exiliaron ante las amenazas de muerte.

Es imposible no devolverse a esa época, con un gobierno que reprime más de lo que ayuda a su pueblo a superarse.

Warren A. Ambrose, profesor de Matemática de la Universidad de Buenos Aires (UBA) y del Instituto Tecnológico de Massachussets, cuando sucedió la penosa represión, publicó una carta en el New York Times contando los hechos de aquella noche trágica.

“No tengo conocimiento de que se haya ofrecido ninguna explicación por este comportamiento. Parece simplemente reflejar el odio para mí incomprensible, ya que a mi juicio constituyen un magnífico grupo, que han estado tratando de construir una atmósfera universitaria similar a la de las universidades norteamericanas. Esta conducta del Gobierno, a mi juicio, va a retrasar seriamente el desarrollo del país, por muchas razones entre las cuales se cuenta el hecho de que muchos de los mejores profesores se van a ir del país” aseguraba.

Ahora, el gobierno de “la motosierra” y “la licuadora” asegura que en defensa de la libertad, cada uno debe autogestionar su supervivencia y sus posibilidades para estudiar. Pasaron 58 años de “La Noche de los bastones largos” y ahora no hablamos de una dictadura, sino de un gobierno democráticamente elegido, que legalizó la crueldad como accionar político.

Florencia Defelipe

Florencia Defelipe es periodista y locutora. 

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