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El odio hacia los pobres


17 de febrero de 2024

Hace meses que en las redes sociales crece la criminalización hacia los más vulnerables, el contexto del gobierno de Javier Milei agranda la grieta.

Florencia Defelipe

“Cristina sigue perdiendo votos” Podría ser un título de una editorial, también la afirmación de un periodista en televisión queriendo explicar un pedazo de la realidad argentina que percibe. Pero en realidad es un comentario de instagram sobre la muerte de Ezequiel Curaba, el chico que intentó robar cables de alta tensión en Rosario. A este mensaje irónico se le suman otros, festejando el deceso del joven, como si se tratara de una simple forma de “aleccionar” a un sector vulnerable de la sociedad.

Esta situación viene escalando hace meses, comenzó a verse de una manera más clara luego de las elecciones generales de octubre, donde miles de usuarios en las redes sociales afirmaban que no iban a “ayudar” más a comedores o barrios porque “no sabían votar”.

“Tengo 3 bolsas con ropa y dos con calzado. Todo en impecable estado. Lo junté para donar, pero decidí que hoy a la noche lo meto en la parrilla y lo quemo. Si esta gente vota así, es clarísimo que no necesitan nada” afirmó M@rie a las 23:04 el 23 de octubre del año pasado. 

Cuentas como “Indignados” o “Coherencia por favor” estimulan esos mensajes racistas, cargando los cañones en contra de los sectores populares.

Jean Paul Sartre entendía que “el otro” siempre genera conflicto, ya que es un espejo donde uno observa su falta, su incompletitud. Es normal sentir que la otredad nos revela nuestros propios defectos, pero -afirma- es también gracias al resto que yo puedo ser y reafirmar mi identidad. Es imposible vivir sin el otro que me acompaña, en algunas épocas de nuestro país, la frase “La Patria es el otro” cautivaba al acercarse mucho al pensamiento del filósofo francés. 

Hubo un momento donde comenzamos a desnaturalizar el “por algo será”. La lucha feminista tuvo mucho de eso: sacar a las mujeres del lugar de “responsabilidad” por ir a fiestas, ser dueñas de su deseo o decidir. Los medios también estaban muy implicados en esta narrativa, nadie puede olvidar el título de Clarín sobre el femicidio de Melina Romero: “Una fanática de los boliches que abandonó el colegio”.

Cuando se comenzó a denunciar este tipo de afirmaciones, la sociedad misma realizó un avance en torno a la necesidad de dejar de criminalizar a las víctimas. Pero peor que ser mujer en la Argentina de Javier Milei -y ojo que ser mujer ya es suficientemente malo- es ser pobre.

En el caso de la muerte de Ezequiel Curaba, fue una de sus docentes quien se animó a escribir unas líneas y humanizar a un chico que la peleaba todos los días para llevar un mango a su casa. “No quiero que lo recuerden así: él era Eze, mi alumno. Nuestro alumno. Él era muy dulce y andaba con un carro. Tuvimos muchas mañanas de mates y risas. Se medía en todo, pero siempre sonreía.”

En el imaginario social de Argentina, hay una relación intrínseca entre los sectores vulnerables y el peronismo. Tan es así, que a pesar de que muchos votaron por Javier Milei en las últimas elecciones, los odiadores históricos del Partido Justicialista continúan descargando su odio hacia este vínculo. También es verdad que solo los gobiernos del Partido Justicialista o del Frente para la Victoria después, fueron los únicos que garantizaron derechos tangibles. Solo en esos gobiernos se redujo la pobreza y la indigencia.

El trabajo realizado por Juntos por el Cambio en su momento y La Libertad Avanza en la actualidad, genera que un sector de la ciudadanía perciba como “enemigos” a los humildes, los identifican como cobradores de planes, que no les interesa trabajar.

Si alguno se entera que justamente esos programas si generan trabajo y ayudan a mover la economía en sus barrios, seguro entenderían que, si Lali toca en San Luis también ayuda a que haya más laburo en la provincia, pero parece que tampoco están preparados para esa discusión.

Hace unos días, un colectivero quiso bajar a una familia de una unidad con una picana eléctrica en la mano porque no podían pagar el aumento del transporte. Nuevamente los comentarios en las redes fueron “si no tienen para viajar, que no viajen”, “que le vayan a pedir a Cristina para el boleto”, “muy bien el colectivero”.

En esta situación vemos cómo los mensajes de los usuarios tienen un impacto en la realidad efectiva, porque la violencia también se replica en la calle. Los mensajes peligrosos y cargados de odio, salen a la superficie en compañía de un gobierno que es indiferente al sufrimiento social.

Florencia Defelipe

Florencia Defelipe es periodista y locutora. 

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