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“Es una cuestión de forma, de máscara”


11 de noviembre de 2023

En esta oportunidad, Frida Jazmín Vigliecca escribe y comparte reflexiones sobre la obra Lorca, el teatro bajo la arena de Laura Paredes

Frida Jazmín Vigliecca

En el capítulo Teatro del Mundo del libro “Un apartamento en Urano, crónicas de cruce” Paul B. Preciado dice: “A veces imagino el mundo como una compañía de teatro con algo más de 7.300 millones de actores humanos. Una compañía en la que todos, absolutamente todos, actuamos en una misma y única pieza”, y abre una serie preguntas:

¿Por qué nos embarcamos ciegamente en la representación unívoca de un sólo guion?, ¿por qué aceptar el rol divino, natural o neoliberal de acceder a la ley impuesta de la identidad de género desde el nacimiento? Si la vida es una representación y somos todes actores, ¿por qué es tan difícil asumir -como en el teatro- la reescritura de cada rol?

Pero a la vez, esa performatividad que se reclama en la sociedad y se da por hecho en la escena también es una problemática en constante revolución dentro de la dramaturgia y la representación dramática.

Es allí cuando pienso en la obra El público de Federico García Lorca y de la puesta Lorca el teatro bajo la arena, de Laura Paredes, porque con ingenio y delirante sensibilidad nos ayuda a mirar poéticamente al toro y acariciarlo. Poder mirar a los ojos a un animal sufriente y sangrante como lo somos todes en un mundo alienado y cruel.

Federico pudo preguntarse premonitoriamente sobre la identidad de género de los personajes que constituyen el canon del teatro universal romántico en 1930, año en el que escribe su obra El público, donde decide deconstruir Romeo y Julieta de William Shakespeare para indagar más allá del nombre e ir a fondo hacia la pregunta sobre la identidad, con aproximaciones a lo que sería mucho tiempo después la teoría queer.

Realiza así Lorca un giro a la inversa, es decir, no se pregunta sobre Romeo como lo hace el escritor inglés:

 “JULIETA: ¿Por qué no renuncias al nombre de tus padres? Y si careces de valor para tanto, ámame, y no me tendré por Capuleto.
Acaso no eres tú mi enemigo. Es el nombre de Montesco, que llevas. ¿Y qué quiere decir Montesco? No es pie ni mano ni brazo ni rostro ni fragmento de la naturaleza humana. ¿Por qué no tomas otro nombre? La rosa no dejaría de ser rosa, tampoco dejaría de esparcir su aroma, aunque se llamara de otra manera.”

Se pregunta sobre Julieta, sobre su identidad de género dentro de la representación escénica y por qué no podría ser un hombre:

“ESTUDIANTE 2.: En último caso, ¿es que Romeo y Julieta tienen que ser necesariamente un hombre y una mujer para que la escena del sepulcro se produzca de manera viva y desgarradora?”

Ahora vamos a la obra, la tercera, la que deviene en todas estas cuestiones. En Lorca -la de Paredes- se plantea de entrada una escena realista donde se observa una plaza de toros española trans-formada en sala de conferencias de un congreso de literatura, allí dos mujeres argentinas  investigadoras en letras, especialistas en la obra de Federico García Lorca  (interpretadas magníficamente por las actrices  Claudia Cantero y María Inés Sancerni) dirimen sus conceptos en la arena, junto a ellas dos monosabios (Agustin Gagliardi y Nicolás Levín) puestos por el congreso van a declamar los textos del escritor andaluz a pedido de las disertantes.

Todo el guion se desarrolla de manera graciosa e inteligente, llena de suspicacias academicistas donde las disertantes demuestran sus intensos saberes, sin embargo, en un in crescendo agudo de pasodoble escena a escena medida que pasa el tiempo, las intertextualidad van haciendo carne otros roles y los límites entre ficción y realidad son poco claros en el devenir de los afectos de los personajes:

Mariana Pineda y Elena entrecruzan su historia actual, la de esta obra –la de Paredes- con la historia que trae sus nombres e identidades de karma lorquianos, Jaime un joven estudiante asistente de una de las congresistas (interpretado por Rafael Federman) escucha los textos de los declamadores y se conmueve al pensarse dentro de esa escena como un joven Lorca o un simple aprendiz, o un joven enamorado. Asimismo, los declamadores escriben sus nuevas vidas siendo cuerpo y no sólo voz de los textos, pasando por el proceso de la interpretación en un involucramiento colectivo que incluye al público real, el que no es solo el título de la obra origen sino que es el presente, el que vive la singular pieza y que se conmueve en cada centímetro de verso, para querer arrebatar como propuesta conjunta lo que exclama El Julieta de Lorca:

“A mí no me importan las discusiones sobre el amor ni el teatro. Yo lo que quiero es amar”

 

FICHA TÉCNICO ARTÍSTICA

Dramaturgia: Mariano Lliás, Laura Paredes

Actúan: Manuel Attwell, Claudia Cantero, Rafael Federman, Agustín Gagliardi, Nicolás Levín, María Inés Sancerni

Vestuario: Julieta Harca

Escenografía: Rodrígo González Garillo

Iluminación: Matías Sendón

Fotografía: Estudio Levín

Asistencia de dirección: Olivia Daiez, Sofía Palomino

Producción ejecutiva: Mariana Mitre

Colaboración artística: Constanza Feldman

Coreografía: Constanza Feldman

Dirección: Laura Paredes

Composición musical: Gabriel Chwojnik

 

Portón de Sánchez - Sanchez de Bustamante 1034 (Ciudad de Buenos Aires)

Jueves - 21:00 hs - Hasta el 30/11/2023

Sábado - 22:30 hs - Del 18/11/2023 al 25/11/2023

Duración: 60 minutos
Clasificaciones: Teatro, Presencial, Adultos

Frida Jazmín Vigliecca

Frida Jazmín Vigliecca es trabajadora de las artes transdisciplinar, docente y arteterapeuta.

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