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Evita, vigencias y desafíos


27 de julio de 2024

Fernando Gomez

“Quiero rebelar a los pueblos. Quiero incendiarlos con el fuego de mi corazón" Evita

 

La nostalgia te atrapa en el pasado, te hace volver la mirada hacia atrás y perder el horizonte. Te atrapa en el dolor que dejan las ausencias, en la melancolía por un tiempo sin porvenir. La memoria no, la memoria es un arma cargada de futuro, te permite volver a pasar hechos y personas por el recuerdo y los sentimientos. La memoria es un motor indispensable en la construcción del destino colectivo.

Los héroes y las heroínas existen, irrumpen en la historia para garantizar la victoria de los humildes, para reparar los sueños rotos. Los nuestros son de carne y hueso, viven con la pasión aferrada al corazón, tanto que funden su existencia en el sacrificio de una vida digna de ser pasada una y otra vez por la memoria. Quizás por eso Walsh nos enseñaba que las clases dominantes pretenden que no tengamos historia, héroes ni mártires.

Evita tiene el capricho intacto de renacer una y mil veces. Renace en cada sueño que se conquista, pero también en cada esperanza arrebatada por los poderosos. Renace su sonrisa en los años felices de nuestro pueblo, renace su pasión combativa en los tiempos oscuros de nuestra Patria.

Se nos vino encima del calendario un nuevo 26 de Julio. 72 años de una ausencia que se siente más que nunca, porque atraviesa nuestra Patria un tiempo horrible en manos de un experimento político descabellado que lo gobierna con permiso de la raza maldita de los explotadores; y mientras eso ocurre, el peronismo -que tendría que recoger el nombre de Evita, y llevarlo como bandera a la victoria- se encuentra estancado en un desierto ideológico insoportable.

Y aún así, Evita sigue enteramente vigente en la interpelación de los desafíos de la militancia política del movimiento nacional. El fuego que brotaba de sus convicciones, el sacrificio transformado en militancia, el compromiso inclaudicable con los sueños y esperanzas de los más humildes, siguen irremediablemente vigentes en los tiempos oscuros que nos tocan atravesar.

Sería imposible pensar los desafíos del peronismo en este tiempo sin pensar la vitalidad de su pasión. Difícil no imaginarla, vehemente, frente a las grandes corporaciones económicas y a las potencias extranjeras, sin escupirles en su rostro “A Perón y a nuestro pueblo les ha tocado la desgracia del imperialismo capitalista. Yo los he visto de cerca en sus miserias y en sus crímenes. Se dicen defensores de la justicia mientras extiende las garras de su rapiña sobre los bienes de todos los pueblos sometidos a su omnipotencia. Se proclaman defensores de la libertad mientras van encadenando a todos los pueblos que de buena o de mala fe tienen que aceptar sus inapelables exigencias.”

Es imposible no imaginar a Evita, irrumpiendo en la superficialidad del marketing político (el ajeno y el propio) para gritar en la cara de los mercenarios que gobiernan la Argentina: “más abominable aún que los imperialistas son los hombres de las oligarquías nacionales que se entregan vendiendo y a veces regalando por monedas o por sonrisas la felicidad de sus pueblos. Yo los he conocido también de cerca. Frente a los imperialismos no sentí otra cosa que la indignación del odio, pero frente a los entregadores de sus pueblos, a ella sumé la infinita indignación de mi desprecio.”

No podríamos interpelar al peronismo, para consolidar los desafíos de enfrentar la entrega de nuestra Patria, sin imaginarnos a Evita desafiante: “Enemigos del pueblo son también los ambiciosos. Muchas veces los he visto llegar hasta Perón, primero como amigos mansos y leales, y yo misma me engañé con ellos, que proclamaban una lealtad que después tuve que desmentir. Los ambiciosos son fríos como culebras pero saben disimular demasiado bien. Son enemigos del pueblo porque ellos no servirán jamás sino a sus intereses personales. Yo los he perseguido en el movimiento peronista y los seguiré persiguiendo implacablemente en defensa del pueblo. Tienen el alma cerrada a todo lo que no sean ellos. No trabajan para una doctrina ni les interesa el ideal. La doctrina y el ideal son ellos.”

Pensar la militancia en este tiempo histórico, sin imaginarla a Evita en una asamblea en la fábrica, en la universidad, en la escuela. Sin ponerse de pie en un plenario, para cuestionar la matriz individual que cuestiona la vitalidad del sentir colectivo, sacudiendo el germen liberal del no se puede, del no tengo tiempo, cuestionando el sentido propio de la militancia con la pasión de sus convicciones, diciendo: “Solamente los fanáticos no se entregan. Los fríos, los indiferentes, no deben servir al pueblo. No pueden servirlo aunque quieran. Para servir al pueblo hay que estar dispuestos a todo, incluso a morir. Los fríos no mueren por una causa, sino de casualidad. Los fanáticos sí. Me gustan los fanáticos y todos los fanatismos de la historia. Así, fanáticas quiero que sean las mujeres de mi pueblo. Así, fanáticos quiero que sean los trabajadores y los descamisados. El fanatismo es la gran fuerza de los pueblos: la única que no poseen sus enemigos, porque ellos han suprimido del mundo todo lo que suene a corazón. Por eso los venceremos. Porque aunque tengan dinero, privilegios, jerarquías, poder y riquezas no podrán ser nunca fanáticos. Porque no tienen corazón. Nosotros sí.”

Evita, el incendio de su pasión, sigue transformandose en la esperanza del peronismo, para conquistar su futuro.

Fernando Gomez

Fernando Gómez es editor de InfoNativa. Vicepresidente de la Federación de Diarios y Comunicadores de la República Argentina (FADICCRA). Ex Director de la Revista Oveja Negra. Militante peronista. Abogado.

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