Informe sobre la injerencia militar yanqui en Argentina
16 de marzo de 2024
El profesor David Acuña nos propone un informe exhaustivo y crudo para pensar en clave de soberanÃa nuestro presente. Un recorrido histórico que mantiene continuidad explÃcita de intereses, roles y el peligro latente de la disolución nacional.
Las grandes mayorías del pueblo tienen grabadas en la memoria las imágenes de la guerra de 1982, donde recuperamos momentáneamente nuestra soberanía en Malvinas tras la usurpación británica de 1833. Transitamos nuestra época escolar conmemorando la batalla de Vuelta de Obligado de 1845 cuando el gobernador de Buenos Aires, Juan Manuel de Rosas, enfrenta a la escuadra colonial integrada por Francia y Gran Bretaña salvaguardando la integridad de la Confederación Argentina.
Sin embargo, son pocos los que tienen presente que Estados Unidos es el primer país en invadir nuestras islas australes luego de habernos declarado independientes de la corona española.
Marines en Puerto Soledad
El 10 de junio de 1829 el gobernador bonaerense, Martín Rodríguez, prosiguiendo con la política establecida por su antecesor Manuel Dorrego, designa como comandante político y militar de las Islas Malvinas a Luis Vernet. El decreto de nombramiento establecía en su Art 3º: “El Comandante… hará observar por la población de dichas islas, las leyes de la República, y cuidará en sus costas de la ejecución de los reglamentos sobre pesca de anfibios”.
Ya en funciones, Vernet hace conocer a las embarcaciones que transitan el archipiélago las reglamentaciones sobre permisos de caza y pesca. Todas las embarcaciones extranjeras reconocieron la jurisdicción argentina salvo la goleta Harrier y las fragatas Breakwater y Superior de origen estadounidense. Al considerarse que las mismas estaban cometiendo actos encuadrados en el delito de piratería, son detenidas por las autoridades isleñas entre julio y agosto de 1831 a fin de multarlas con las sanciones pertinentes.
A la Superior se la dejó seguir con rumbo al Océano Pacífico. La Breakwater, contraviniendo la autoridad isleña, escapa de Puerto Soledad con rumbo a su país. Por su parte, la Harrier fue remitida junto con su carga incautada y tripulación detenida a Buenos Aires, arribando a este puerto el 19 de noviembre de 1831 con el acompañamiento de Vernet y su familia.
Aprovechando esta coyuntura, el encargado de negocios británico, Woodbine Parish entrega una protesta formal al ministro de Relaciones Exteriores Tomás Guido, sosteniendo que su país no reconoce la soberanía argentina sobre las islas. Cuestión, que le da el marco jurídico de excusa para que el cónsul estadounidense George Slacum también proteste ante el gobierno de Buenos Aires acusando a Vernet por piratería a la vez que: “Negaba al gobierno de Buenos Aires autoridad para imponer restricciones en lo más mínimo a los ciudadanos de los Estados Unido…”. Al no contar con una respuesta satisfactoria, Slacum ordena al capitán Silas Duncan de la corbeta “Lexington”, anclada en Buenos Aires, atacar Puerto Soledad.
La Lexington arriba a Puerto Soledad enarbolando pabellón francés como medida de camuflaje y cursando a las autoridades argentinas salutaciones por las festividades de año nuevo que se avecinaban. Notando que las mismas recibían a la embarcación en forma amigable, proceden a cambiar el pabellón por el estadounidense desembarcando tropas en tierra, arrestando a las autoridades argentinas y destruyendo las instalaciones del poblado. Los detenidos fueron enviados engrillados a Montevideo donde fueron liberados.
Desde ese momento y durante todo el año 1832, el gobierno de Rosas realizó los reclamos correspondientes ante el consulado estadounidense sin lograr ningún resultado favorable, pues los Estados Unidos no se avenían a reconocer la soberanía de Buenos Aires sobre las Islas Malvinas aduciendo que no les era claro que la propiedad del archipiélago le correspondiera a la Confederación. Los actos de agresión fueron respaldados por el gobierno Andrew Jackson.
Esta situación propiciada por Estados Unidos le da el pie necesario para que Gran Bretaña usurpe las islas el 3 de enero de 1833. La coincidencia estratégica entre Washington y Londres era evidente.
Desembarcos en Buenos Aires
El primer desembarco militar estadounidense sin contar con la anuencia previa del gobierno local, se realizó el 31 de octubre de 1833 durante la Revolución de los Restauradores que destituye al gobernador Juan Ramón Balcarce. Ese mismo día, un destacamento de marines desembarca de la corbeta Lexington (la misma que tiempo antes había atacado Malvinas) y se estacionan en la vivienda que servía de consulado. Las tropas permanecen a la ciudad hasta el 15 de noviembre, momento en el cual asume el gobierno Juan José Viamonte.
El segundo episodio opera en el año 1852. La Argentina se desangraba en una guerra civil que enfrentaba al gobernador de Buenos Aires, Juan Manuel de Rosas, con Justo José de Urquiza al frente de un ejército conformado por tropas provenientes de Entre Ríos, Corrientes, Santa Fe, la Banda Oriental, unitarios exiliados y el Imperio del Brasil. En vista de la Batalla de Caseros, el 3 de febrero, un grupo de marines desembarca del buque Congress con el objetivo de “resguardad a los ciudadanos estadounidenses que habitaban la ciudad, como a sus propiedades”. Durante la estadía recibieron refuerzos del buque Jamestown proveniente de Montevideo e hicieron guardia en las residencias del encargado de negocios, del cónsul Joseph Graham y de los titulares de la firma Zimmerman, Frazier & Company, que dirigían la mayor tienda estadounidense en la ciudad. Las tropas navales de Gran Bretaña y Francia hicieron lo propio copiando el accionar yanqui. Urquiza había solicitado a los contingentes militares extranjeros que mantuvieran su presencia en la ciudad hasta que él pudiera asegurar el orden público en Buenos Aires. Los marines se retiran en septiembre del año siguiente luego de que los unitarios porteños, que se oponían a la firma del Acuerdo de San Nicolás, proclamaran a la provincia de Buenos Aires como Estado separado de la Confederación (cuestión que se revierte en la Batalla de Pavón, 1861).
Río Paraná, ruta de guerra
El triunfo de Urquiza provoco un retroceso del ejercicio de nuestra soberanía sobre los ríos Paraná y Uruguay de los cuales, luego de la Campaña del Paraná, habían sido reconocidos sujetos a jurisdicción de la Confederación Argentina por los gobiernos agresores de Gran Bretaña y Francia. Efectivamente, tiempo después de su victoria, Urquiza abrió la libre navegación a todo buque mercante cualquiera sea su nacionalidad, procedencia y tonelaje al tiempo que extendió el permiso a los buques de guerra de las naciones amigas. Los grandes beneficiarios de ello fueron Brasil, Francia, Gran Bretaña y los Estados Unidos.
En 1859, 20 buques de guerra, 200 cañones y 2750 soldados estadounidenses remontan el Paraná para exigirle al gobierno paraguayo el pago de una indemnización por un agravio ocurrido cuatro años atrás, donde un tripulante de la embarcación militar Water Witch es alcanzado por un proyectil al intentar forzar la frontera del país con el objetivo de realizar un relevamiento hidrográfico por órdenes de Washington. La injerencia yanqui tuvo la anuencia del gobierno de Urquiza que no solo permitió el paso del contingente militar, sino que le brindó hospedaje en la provincia de Corrientes. El gobierno de Carlos Antonio López terminó pagando la indemnización requerida a fin de evitar la guerra.
1982, Estados Unidos y Malvinas
Pasado más de 150 años del ataque de la Lexington a Puerto Soledad, las relaciones de poder a nivel mundial eran muy diferentes. En 1982 nos encontramos ante un recrudecimiento de la Guerra Fría bajo una ola de conservadurismo neoliberal de la mano de Margaret Thatcher en Gran Bretaña y Ronald Reagan en Estados Unidos.
Abierto el escenario bélico con el envío de la flota de guerra a reconquistar las Islas, Gran Bretaña provoca dos actos que vuelven imposibles proseguir las instancias diplomáticas y la mediación que hasta ese momento venía realizando (sesgadamente) entre ambas naciones el secretario de Estado de los Estados Unidos, Alexander Haig. Nos referimos al bombardeo de las islas y el hundimiento del ARA General Belgrano el 1 y 2 de mayo respectivamente. Hechos que provocaron la respuesta argentina de atacar y hundir el destructor Sheffield. A partir de ese momento los Estados Unidos dio por terminada la negociación y manifestó su abierto apoyo a Gran Bretaña logrando con esta actitud el alineamiento de la OTAN y la Comunidad Europea bloqueando a la Argentina militar y financieramente. De esta manera, su tan mentada Doctrina Monroe y el TIAR se manifestaron por lo que realmente eran, letra muerta.
Estados Unidos no solo provocó el embargo de armas de Francia para con nuestro país al no entregar los aviones Super Etendar y sus misiles Exocet, sino que les proporcionó a las tropas británicas asistencia logística, operaciones de inteligencia y algunas armas desequilibrantes.
Contrabando, narcos y marines
Ya hace años que abundan las denuncias sobre el contrabando por medio de las embarcaciones que transitan los ríos Paraná, Paraguay y Uruguay (la llamada Hidrovía). Para julio de 2022 la Cámara Argentina de la Industria Aceitera y el Centro de Exportadores de Cereales (Ciara-Cec) estimaban que unos 3.000 camiones en forma mensual contrabandeaban a Bolivia y Paraguay un aproximado de 1,5 millones de toneladas de soja generándole al país pérdidas por hasta 400 millones de dólares. La evasión tributaria por subfacturación según el Instituto Argentino para el Desarrollo Económico (IADE) para el período 2011-2020 se trató de una diferencia de casi 10.000 millones de dólares entre las exportaciones de porotos y subproductos de soja, granos de maíz, harina y grano de trigo registradas por INDEC y aquellas declaradas por las aduanas de los países que reciben la mercadería.
Paraguay tiene la segunda flota de barcazas más grande del mundo, después de la del río Mississippi, en Estados Unidos. Son unas 2.900 embarcaciones. En época de cosecha de soja navegan unos 300 convoyes diarios
Ante estas cifras es totalmente lógico pensar que el contrabando no es una excepcionalidad, sino la regla general del tráfico de commodities agropecuarios a lo largo de los 3.400kms de extensión que conforman la Hidrovía.
Además de esta situación se le suma un agravante criminal aún más oscuro: la convivencia con el narcotráfico que utiliza las mismas embarcaciones y terminales portuarias para traficar estupefacientes. Y, que también por su magnitud y consecuencia social no puede ser pensado como algo excepcional o desvinculado del sistema de transporte fluvial. Las 27 toneladas de cocaína descubiertas en los puertos de Amberes y Hamburgo durante 2015 provenientes de Paraguay, de las cuales 16.174kg realizaron trasbordo en el puerto de Buenos Aires, grafican la cuestión y prueban la convivencia de ambos sectores productivos.
Por acuerdo de transporte fluvial firmado en 1994 entre los países que conforman la Hidrovía, no se pueden realizar controles durante la navegación sin orden judicial. En nuestro caso, solo se puede revisar la mercadería que tenga como origen o destino la Argentina. ¿Hecha la ley, hecha la trampa o, se las pensaron todas? Lo que queda claro, es que tanto la producción del sector agrario, como la del narcotráfico están en manos de grupos económicos transnacionales. Salvo que los del primer grupo están percibidos como legales y los otros no.
Todo lo antedicho sirve como telón de fondo para indicar que el pasado 7 de marzo la Administración General de Puertos firmó un convenio de colaboración con el SACEHQ (Cuartel General del Cuerpo de Ingenieros del Ejército de EEUU), quienes administran la Hidrovía del río Misisipi. De la firma del acta acuerdo participaron el Secretario de Empresas y Sociedades del Estado, Mauricio González Botto, el Embajador Marc Stanley, el interventor en la Administración General de Puertos Gastón Benvenuto y el representante del Cuerpo de Ingenieros Adriel Mc Connell. Con esta iniciativa, la Argentina concreta un acuerdo similar al firmado por el Paraguay con la División del Atlántico Sur del Cuerpo de Ingenieros del Ejército de los Estados Unidos (USACE) en 2022.
De esta manera, la Hidrovía tanto en el tramo paraguayo como en el argentino, pasa a estar bajo el control operacional del Ejército de los Estados Unidos mientras a nuestras FFAA se las desea enviar a Rosario a cumplir tareas de intendencia o seguridad interna en las cuales no tienen incumbencia. De más estaría decir que el ingreso de tropas extranjeras a nuestro territorio debería ser autorizado por el Congreso de la Nación como se establece en la Ley 25.880, cosa que no ha sucedido.
Si tenemos en cuenta que el Departamento Antidrogas de los EEUU (DEA) y la Agencia para el Desarrollo Internacional de EEUU (USAID) fueron organismos expulsados de Bolivia por el entonces presidente Evo Morales acusándolos de prestar ayuda a golpistas y realizar tareas de inteligencia, vuelve más preocupante la presencia de personal militar extranjero operativo en una de las cuencas de agua dulce más grandes del mundo y por la cual transita el 80% de las exportaciones argentinas. Y como botón de muestra de lo pernicioso de la presencia estadounidense en la Región, señalamos que según datos de la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC), Bolivia registró un 6% menos de producción de coca al año de que la DEA fuera expulsada (2018). ¿Casualidad? El coctel que se viene macerando a fuego lento puede ser realmente explosivo.
Peligro de disolución nacional
¿Cómo se ha llegado a la situación de que se tolere la presencia operacional de un cuerpo del ejército yanqui en nuestro río Paraná? ¿Cómo se hace caso omiso a que Gran Bretaña siga ampliando por miles los Kms² la superficie que ocupa colonialmente? ¿Por qué se tolera que el control de los puertos esté en manos de grupos económicos extranjeros? ¿Por qué el Paraná está abierto a que lo remonte cualquier buque de bandera extranjera, pero ninguno nuestro? ¿Cómo puede ser que las embarcaciones de nuestro Litoral deban pasar por jurisdicción uruguaya para llegar al sur bonaerense y entroncar con nuestros mares australes? ¿Cómo pasan sin escandalizar a las mayorías las declaraciones secesionistas de algunos gobernadores que se creen los dueños del litio, el gas, el petróleo y demás riquezas naturales? ¿Por qué no se hizo nada en todas estas décadas por derogar la Ley de Entidades Financieras y la Ley de Inversiones Extranjeras, como así también repudiar los Acuerdos de Madrid firmados con Londres? No se puede decir que todos los gobiernos han sido lo mismo, pero en estos puntos parece que hay una continuidad evidente. Todos son responsables por acción o por omisión.
Se ha llegado a este punto, con un real peligro de fragmentación de nuestro territorio, no solo por la acción de potencias extranjeras como Estados Unidos o Gran Bretaña que hacen su juego, sino por la degradación moral de la política argentina que ha dejado de pensar en clave soberana y se contenta por disputar la gestión de una colonia. Colonia que ni siquiera está pensada como próspera, sino como una factoría de riquezas que se drenan al exterior mientras el pueblo argentino sucumbe en el hambre, la miseria, el desempleo y el embrutecimiento.
Se ha vuelto evidente, que el actual sistema de decisión política llamado democracia, ni es democrático al no poder concretar las justas aspiraciones de vida de las mayorías del pueblo, ni está pensado para defender a la Nación, pues la entrega de manos al capital extranjero. Es necesario barajar y dar de nuevo, refundar la República sobre nuevas bases que procuren un único objetivo: la liberación de la patria ante quien la agrede desde afuera y desde adentro.