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“La deuda es una forma de esclavitud moderna”


12 de mayo de 2023

La deuda externa en América Latina y el Caribe es una reciente publicación de Julio Gambina y Héctor Torres en el que compilan 22 artículos de la situación de endeudamiento en nuestra región. “La deuda constituye un mecanismo de fortalecimiento de la dependencia de nuestros países” destacan los autores.

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“La deuda es una forma de esclavitud moderna” señala la economista Beverly Keene integrante de CADTM (Comité para la abolición de las deudas odiosas) en su artículo que encabeza el capítulo de la situación Argentina en el reciente libro compilado por Julio Gambina, el especialista argentino en forma conjunta con  Héctor Torres, economista mexicano.  

“La Argentina está en el centro de la atención y el debate por el acuerdo suscripto recientemente con el FMI y que se proyecta hacia el 2034. Un acuerdo que intenta legalizar vicios de origen de un préstamo cuestionable desde varios ángulos (45 000 millones de dólares desembolsados) y otorgado en 2018 con el auspicio deliberado de EE. UU. (gobierno Trump) y su peso relativo en la toma de decisiones del organismo. Con ese préstamo, la Argentina es hoy el principal deudor del FMI y acaba de suscribir en marzo del año pasado un programa de ajuste fiscal y monetario en un marco de alta inflación y deterioro de las condiciones de vida de la mayoría empobrecida. Un clásico en la lógica del FMI.” Describen los autores en la introducción.

En la historia reciente podemos encontrar otros casos paradigmáticos, como el de Bolivia en 2019, país receptor de un préstamo del FMI por 327 millones de dólares, otorgado a un gobierno ilegitimo (surgido de un golpe de Estado) y no utilizado, que fuera devuelto por el actual gobierno con actualizaciones por más de 19 millones de dólares, e intereses y comisiones por 4,7 millones de dólares; totalizando un costo de casi 25 millones de dólares. También vale recuperar la histórica resistencia popular ecuatoriana en 2019 ante las exigencias suscriptas entre el FMI y el gobierno del Ecuador que impactaban en las condiciones de vida de la población.

La deuda constituye un mecanismo de fortalecimiento de la dependencia de nuestros países, lo que nos motiva a recuperar los procesos de resistencia y confrontación contra los acreedores externos y el FMI.

Los organismos financieros como el FMI, el Banco Mundial, el Banco Interamericano de Desarrollo [BID] y los acreedores privados como la banca internacional y los grandes fondos de inversión dominan y monopolizan el mercado financiero mundial y, por medio de las enormes deudas, saquean las riquezas de nuestros pueblos, imponen condiciones leoninas e impiden la libertad y el progreso social.
Cada vez es más urgente la acción mancomunada de los pueblos pobres y empobrecidos y, además, endeudados, para resolver el grave problema de la deuda y con ello avanzar en crear un nuevo orden internacional más humano y justo. Cuando el pago de la deuda impide ejercer a cabalidad los derechos humanos simplemente no hay por qué pagarla.

Vale memorar los antecedentes de la deuda latinoamericana y caribeña como mecanismo de subordinación de nuestras pueblos y sociedades a la lógica del capitalismo mundial, recreada bajo las condiciones definidas por el gran capital en tiempos de globalización y expansión de las finanzas y la especulación.

El FMI intervino en tiempos de la industrialización sustitutiva de importaciones, entre los años 50 y 70 del siglo pasado, y fue instrumento esencial para contribuir al cambio de modelo hacia la liberalización económica en los años 80 y 90 del siglo XX.

Por eso, hoy, la intervención del FMI en la región no resulta distinta de la tradición, asociada a la promoción de una estrategia de subordinación a la lógica capitalista. El tema es preocupante y se agrava en las condiciones de crisis actual.

Las perspectivas en Nuestramérica son sombrías, como lo muestran los informes de la CEPAL. La economía está en franca desaceleración, aunado este proceso a fuertes presiones inflacionarias y con condiciones financieras restrictivas por el aumento de las tasas de interés. Todo ello repercute en agravar y empeorar las condiciones de vida de los pueblos. Las deudas públicas se incrementan y los pagos por intereses a los prestamistas financieros se multiplican cuando lo que se requiere es usar esos recursos financieros para el crecimiento económico con justicia social, para la educación y la salud, potenciar el empleo, mejorar los salarios y combatir las enormes desigualdades que sufren las naciones de América Latina y el Caribe. La región de Nuestramérica es la más endeudada del mundo y requiere que sus deudas se suspendan, se reestructuren, se auditen y sean abolidas las que son ilegitimas.

Cada vez es más urgente la acción mancomunada de los pueblos pobres y empobrecidos y, además, endeudados, para resolver el grave problema de la deuda y con ello avanzar en crear un nuevo orden internacional más humano y justo. Cuando el pago de la deuda impide ejercer a cabalidad los derechos humanos simplemente no hay por qué pagarla.

 

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