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Malvinas. Cuestión colonial.


24 de febrero de 2024

“Es menester, por todos los medios a nuestro alcance, volver imposible que Gran Bretaña y sus aliados (militares y comerciales) sigan gozando de su accionar colonial sobre nuestro territorio y riquezas.”

David Acuña

     

“La fortaleza de la Ciudad no está en sus naves ni en sus murallas, sino en el espíritu de su gente”

                                                                                                                           Tucídides, siglo IV A.C.

 

Hace unos días atrás, el canciller británico David Cameron arribó a las Islas Malvinas con el objetivo de reafirmar su posición colonial sobre parte de nuestro territorio.

Argentina es un país marítimo con un extenso litoral, Zona Económica Exclusiva (ZEE) y plataforma continental en el Atlántico. El total de las jurisdicciones argentinas - continentales, insulares del Atlántico Suroccidental y el Sector Antártico Argentino, con sus mares adyacentes y espacios aéreos correspondientes- es de 10.525.000 km², de las cuales 3.770.000 km² son terrestres y 6.750.000 km² son marítimas. Si se considera la totalidad de espacios bajo jurisdicción y responsabilidad nacional (área de responsabilidad en la Búsqueda y Rescate) se superan los 16 millones de km².

En su condición de país ribereño, la Argentina presentó en 2009 ante la Comisión de Límites de la Plataforma Continental de la ONU la ampliación de su límite exterior de la plataforma continental de las 200 hasta aproximadamente 350 millas marinas, fijando los derechos de soberanía sobre los recursos del lecho y subsuelo en más de 1.782.000 km², sumados a los existentes 4.799.000 km² entre las líneas de base y las 200 millas marinas. Cuestión que fue aprobada en 2017. Teniendo todo esto en cuenta, la Argentina de los cereales y las vacas es menor a la Argentina de los mares y sus riquezas.

Sin embargo, tenemos un problema que brilla por su ausencia en la cotidianeidad de buena parte de nuestra población y en particular en los medios de comunicación, el empresariado, las fuerzas armadas y la clase política: la situación de subordinación colonial argentina. Gran Bretaña ocupa mucho más que los 11.410 km² de Malvinas, como se suele señalar, sino 1.639.900 Km2 de territorio marino e insular y nos disputa 1.430.367 Km2 de la plataforma continental extendida,  2.426.911 Km2 del Continente Antártico y sus aguas correspondientes. Es decir, tenemos invadido un 52% de nuestra ZEE. La cual, es equivalente a toda la Patagonia, las provincias de Cuyo, Salta, Jujuy y Formosa y, junto a los territorios disputados, unos 5.497.178 Km2; es decir, dos argentinas territoriales (sin contar la Antártida).

Antes de 1982, Gran Bretaña ocupaba unos 20.000 Km2 insulares (Malvinas, Georgias del Sur y Sándwich del Sur) más tres millas alrededor y hoy ocupa 5.497.178 Km2 sin que se genere la mayor indignación de la esfera pública. Si el pueblo argentino fuera plenamente consciente de la ocupación colonial de prácticamente un tercio de su territorio, no solo sabría identificar al verdadero enemigo del país, sino que estaría pidiendo explicaciones a su clase dirigente en pos de revertir por todos los medios esta situación.

Si no forjamos los medios y herramientas que efectivicen la declamación de soberanía sobre nuestro territorio, las pretensiones argentinas se verán reducidas a una cuestión de mapas y declaraciones morales. ¿De qué sirve tener razón si no se la puede efectivizar en términos conducentes?

¿Se puede seguir contando con una legislación que permita la inversión de capitales extranjeros si los mismos están coludidos con grupos económicos que operan en las zonas bajo ocupación colonial británica?

¿Se puede hacer la vista gorda sobre los extranjeros que depredan nuestros recursos ictícolas bajo pretexto de contar con licencias expedidas por el gobierno de ocupación británica y no sancionar también a los países de origen de esos pesqueros?

¿Se puede tolerar los vuelos legales e ilegales por razones comerciales desde nuestro territorio nacional y desde países limítrofes a Malvinas? ¿Acaso no es convalidad la “normal ocupación” británica?

¿Se puede seguir llevando una política de “cero-rearme” y no contar ni siquiera con los medios militares mínimos de defensa del territorio? ¿Podemos mandar satélites al espacio y no radarizar la totalidad del territorio o fabricar armamento acorde a enfrentar la ampliación de la ocupación colonial por el enemigo? ¿Acaso una industria y ciencia militar autónomas no contribuirían al desarrollo material de nuestro pueblo, como lo fue en el pasado?

Es menester, por todos los medios a nuestro alcance, volver imposible que Gran Bretaña y sus aliados (militares y comerciales) sigan gozando de su accionar colonial sobre nuestro territorio y riquezas. Lo primero que se puede hacer es reconocer nuestra situación colonial, asumir que el Reino Unido de la Gran Bretaña es nuestro enemigo histórico y planificar nuestro acervo cultural, económico, industrial, militar y social en pertrecharse más allá de la verdad moral para recuperar nuestra soberanía efectiva. Parte de la crisis ética y material en la que nuestro país está sumido es por no dar cuenta de su situación de colonialidad.

David Acuña

David Acuña, historiador, profesor y militante peronista. 

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