Milei potencia los objetivos de la dictadura genocida
30 de marzo de 2024
El gobierno de Javier Milei avanza desde los objetivos de reestructuración del capitalismo local que definió la dictadura genocida en 1976. No es lo mismo, sino más, una potencia, que se apoya en los propósitos explicitados por José Alfredo MartÃnez de Hoz en el programa del 2 de abril de 1976, de “modernizar” a la Argentina, lo que suponÃa acciones orientadas en varios sentidos.
El gobierno de Javier Milei avanza desde los objetivos de reestructuración del capitalismo local que definió la dictadura genocida en 1976. No es lo mismo, sino más, una potencia, que se apoya en los propósitos explicitados por José Alfredo MartÃnez de Hoz en el programa del 2 de abril de 1976, de “modernizar” a la Argentina, lo que suponÃa acciones orientadas en varios sentidos.
Por un lado, a una reaccionaria reforma laboral, contra derechos sociales, sindicales, colectivos e individuales, un proceso recurrente en este recorrido de casi medio siglo, con los matices o frenos impuestos por la lucha popular y acciones de gobiernos condicionados por la organización y combatividad popular en estos años. Insistimos en la tendencia afirmada por décadas en la confirmación de los datos de pobreza e indigencia, de creciente irregularidad en el empleo e inseguridad social con deteriorados ingresos populares (salarios, jubilaciones, planes sociales).
También expresado en sucesivas reformas del Estado y a favor del capital privado concentrado y transnacionalizado, que tuvo su aceleración con las privatizaciones de la década de 1990, convalidadas por la reforma constitucional del “Pacto de Olivos” y, por ende, el beneplácito del poder integral, económico, polÃtico y cultural para nuevas funcionalidades del Estado capitalista. Un nuevo modelo productivo y de desarrollo construido desde 1975/76 desarmaba el entramado de la industrialización subordinada desplegada en el siglo previo. La industria que se desplegó desde el último cuarto del siglo XIX y que se potenció con las diferentes etapas de la sustitución de importaciones en el Siglo XX, sucumbÃa ante una nueva estrategia de inserción dependiente condicionada por un nuevo ciclo de endeudamiento promovido desde el Estado.
El complemento de esas acciones de reforma estructural suponÃa un nuevo alineamiento internacional, en contra de cualquier acercamiento a la dinámica de articulación con el “tercer mundo” y menos con el segundo, desaparecidos ambos en los reagrupamientos globales acaecidos desde los 90 y el fin de la bipolaridad. El remate contemporáneo es el alineamiento con la polÃtica exterior de EEUU, gobierne quien gobierne, y con el Estado de Israel. Se trata de una lógica a contramano de las tendencias globales acrecentadas en estos últimos años por la emergencia en el reagrupamiento mundial de China y sus aliados, todos sancionados por EEUU y sus asociados en polÃtica exterior.
Son cambios en las relaciones sociales de producción que modifican la relación entre el capital y el trabajo, modifican la función estatal a favor del capital privado más concentrado y reestructuran las relaciones internacionales del paÃs potenciando la dependencia de la lógica de acumulación de los capitales globales.
Continuidad y reagrupamiento del poder
Por todo esto, el gobierno Milei es continuidad con los propósitos de 1976, pero tiene su especificidad, entre ellas, ya que no sustenta un perfil “nacionalista”. Entre los motivos por los cuales la dictadura no avanzó en sus planes privatizadores, el ministro emblemático de aquel gobierno, MartÃnez de Hoz, señalaba como balance de gestión, que el “nacionalismo militar” impidió avanzar con privatizaciones estratégicas en donde las Fuerzas Armadas tenÃan posiciones históricas, desde el petróleo a las fábricas militares.
Para la represión, la tortura o el plan de exterminio sà resultaron funcionales, pero no necesariamente para avanzar en otros planes, con los que ahora si se crearon condiciones, entre otras, por la escasa presencia militar en esos estratégicos sectores productivos y de servicios asociados a la tradición militar.
El DNU, la ley Bases, retirada de Diputados, o la de nueva generación en discusión ahora, tanto como el “pacto de mayo”, son todas expresiones de una actualización de máxima del programa de la dictadura genocida. Sin aquella acción golpista de restauración del poder oligárquico imperialista, no hay proyecto actual consensuado electoralmente, y en pleno despliegue para proyectar la hegemonÃa del capitalismo local. En ese marco se impone un debate en el poder por la hegemonÃa desde la derecha bajo nuevo liderazgo y el intento de restablecer la dominación previa al intermedio constitucional desde 1912/16.
Lo que no termina de definirse es la respuesta reorganizada del movimiento social popular, que en más de un siglo contuvo la tradición anarquista, socialista y comunista en el movimiento obrero hasta la década de 1940. Y luego la identidad mayoritaria del peronismo; que en el plano polÃtico atravesó el tiempo del bipartidismo, cortado por los golpes entre 1930 y 1976, y luego de 2001 la conformación de dos coaliciones que disputaron la elección presidencial de 2023, sin éxito, para dar lugar a una nueva experiencia del poder y la reconfiguración del mismo.
Desde el campo del pueblo se vive el desafÃo de recuperar una visión de reivindicación de las vÃctimas del golpe de 1976 y reconstruir una estrategia más allá de la resistencia al ajuste en curso, para pensar en términos de sociedad alternativa al diseño de regresiva reestructuración que proviene desde el poder.