Milei, un tÃtere en la administración colonial
24 de agosto de 2024
"Cada minuto de gobierno de Milei es un momento perdido en un contexto geopolÃtico de enormes posibilidades para el desarrollo nacional". Miseria y colonialismo en la agenda polÃtica y económica planificada desde el extranjero para la Argentina, encuentra en Milei el tÃtere ofrecido como excusa para dejar de discutir lo importante y estratégico en nuestra Patria.
Cada minuto de gobierno de Milei es un momento perdido en un contexto geopolítico de enormes posibilidades para el desarrollo nacional.
Fiel súbdito de un imperio en decadencia, el gobierno de Milei hace todo lo contrario a lo que indica el interés nacional en un contexto de fortalecimiento de los estados nación, auge del proteccionismo y fin de era para el viejo ordenamiento global unipolar.
Como si viviéramos en una comedia trágica de nuestra realidad, cada política de la administración colonial, que encabeza el títere Milei, representa lo adverso a lo que demanda la época y las necesidades de la Patria y el Pueblo argentino.
El problema irreal
Alejándonos (¡por favor!) de las boludeces que ofrece diariamente el mundo mediático para envilecer el análisis político y atraparnos en debates coyunturales y superficiales, podremos ver que los problemas reales de la Argentina, aquellos que son la causa de todo el resto de sus males, son de sencilla identificación y sus causas son creadas adrede. A la Argentina le falta trabajo, generación de riqueza nacional e industrial, y no hay ningún factor real que impida eso, en tanto la servidumbre y el cipayismo no estén por encima del interés nacional.
La explicación hegemónica, compartida por LLA, el PRO y UxP, sobre el problema económico nacional es la falta de divisas o el “estrangulamiento externo”. Esto es absolutamente falso.
Los datos oficiales del INDEC (que no contemplan la enorme evasión, el tráfico ilegal ni la brutal subfacturación de exportaciones) declaran que en los últimos 40 años existió un superávit comercial de 200,000 millones de dólares que, a causa de la legalización de la fuga de capitales y el pago de deuda externa espuria, se esfumaron del país sin dejar un solo centavo a la producción, ni el desarrollo nacional. Esto quiere decir que, en condiciones soberanas, la Argentina es un país rico en divisas, producto de su capacidad productiva y bienes comunes naturales altamente demandados por el mundo.
Al mismo tiempo, poniendo un ojo sobre el potencial productivo de la Argentina para generar más trabajo, que redunda en ahorro de divisas por menores importaciones, podemos ver que contamos con un 50% de nuestra capacidad instalada industrial en condiciones ociosas (¡nos falta trabajo al mismo tiempo que nuestro aparato industrial está se encuentra paralizado!). A su vez, el ahorro nacional, que debe ser el motor para las inversiones productivas, diametralmente opuesto a lo que el interés nacional indica, se encuentra dedicado exclusivamente a la especulación financiera. Actualmente, lo depositado en instrumentos financieros en los bancos, suma más de 9 billones de pesos cobrando una tasa de interés superior a 40% anual. Ese enorme volumen de dinero no tiene contacto alguno con la economía real y genera un gasto al tesoro, por intereses, de 4 billones de pesos anuales; mientras se denuncia que no hay plata y se generan recortes en jubilaciones, educación, salud e inversión social.
A la vista está, que, de tomar la decisión política de administrar esos recursos, tanto la capacidad ociosa industrial como el ahorro argentino, contamos con lo suficiente para afrontar los problemas urgentes de la coyuntura y comenzar a dar los primeros pasos en el marco de un modelo de desarrollo productivo nacional que genere puestos de trabajo genuinos.
La plata y los bienes de capital están; lo que falta es la voluntad de la política nacional, que se encuentra sometida a intereses extranjeros.
El contexto geopolítico como oportunidad histórica
El escenario económico global da muestras claras del debilitamiento de la hegemonía de los Estados Unidos. La participación del dólar como moneda de reserva global (pasó del 82% al 50% en los últimos 16 años), la comercialización y el fortalecimiento de otras divisas, la creación de medios de pagos paralelos al otrora dominante Swift yanqui, la caída del pacto petro-dólar que funcionaba como respaldo principal de la moneda norteamericana, el gran avance y absorción de mercados anteriormente dominados por EEUU por parte de China y el grupo de los BRICS, etc.
Este escenario de multipolaridad en franca consolidación, debilita el poder coercitivo de las sanciones y bloqueos que pueda ejercer los Estados Unidos. Siendo que esta era la manera predilecta del imperio en decadencia, junto con diversas operaciones intervencionistas, de poner la bota en la cabeza de aquellos países que no quieran obedecer sus designios, el nuevo contexto abre la oportunidad de iniciar un modelo de desarrollo soberano con mayores posibilidades de éxito que años atrás.
En síntesis, el multipolarismo creciente exhibe una oportunidad extraordinaria de desarrollo para todas aquellas naciones que se atreven a romper cadenas con el opresor mundial, un momento oportuno para el fortalecimiento de las monedas, y las economías locales, y un escenario excepcional para trazar una estrategia regional de industrialización y posicionarse en el nuevo mapa global como un nuevo polo de poder.
Considerando que la Argentina actualmente compra más de 7.000.000 de puestos de trabajo en las relaciones de subordinación establecidas en su comercio exterior, encarar decididamente un proyecto de industrialización por sustitución de importaciones es el camino correcto para ahorrar divisas, desanclar los intereses extranjeros de la política económica nacional y, principalmente, terminar con el flagelo de la desocupación y la precarización laboral existente y creciente.
Esto es todo lo contrario a lo que se hace en estos días.
Hoy, militar y encarnar un proyecto político que ponga al trabajo como centro es la respuesta soberana y económica que nuestra Patria y nuestro pueblo necesitan.