19/2/2022
Sociedad
Alquileres: entre la ley y la trampa
Ante la posibilidad de la modificación de la ley de alquileres o inclusive su derogación, aumenta aún más la especulación de inmobiliarias y propietarios que buscan tener cada vez más beneficios a costa de la pérdida de derechos de quienes alquilan.
Publicado el 19 de Febrero de 2022

Lejos. Sigue estando lejos el sueño de la casa propia en la
Argentina para gran parte de la población. Y lo que es peor: con grandes
posibilidades de convertirse en un trillado discurso de campaña en el que
abonan distintos partidos políticos, pero ya casi nadie cree.
El alquiler dejó de ser una realidad transitoria hacia el
modelo de tenencia ideal de casa; o un tránsito de jóvenes que se mudan a
conglomerados urbanos para estudiar o trabajar. En la actualidad, es un modo de
acceso a la vivienda del que dependen cada vez más familias para tener un
techo.
Según los datos arrojados por la Encuesta Permanente de
Hogares del INDEC, la tasa de inquilinización de la Argentina entre el 2003 y
el 2020, subió del 14.3% al 19%. Mientras que la tasa de propietarios se
concentró aún más: bajó del 72.3% al 67.5%.
Es una realidad determinante. Por ende, lo que se defina al
respecto también.
Hecha la ley…
En junio del 2020, hace casi dos años, se sancionó con un
amplio consenso en Argentina la Ley de Alquileres. Paradójicamente, desde ese
tiempo a esta parte, no se cumple de manera efectiva.
Se supone que, con un instrumento de estas características
que modificó algunos artículos del Código Civil y Comercial y estableció
regulaciones en puntos neurálgicos del asunto, como el tiempo y los valores de
actualización de un alquiler, el depósito en garantía y plazos de contratos; el
Estado puede proteger los intereses de quienes alquilan y restringir chantajes
o avivadas por parte de propietarios o corredores. Pero como nada de esto
ocurre, quienes alquilan no pueden hacer valer sus derechos. Mucho menos, sus
garantías.
“La ley se aprobó,
pero después no tuviste a un Estado que se dispuso a apropiarse del
instrumento, a hacerlo valer en un mercado que es complejo y asimétrico”,
explicó Luna Miguens, directora de Derechos Económicos, Sociales y Culturales
del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS).
Hacia fines del año pasado, sectores del oficialismo y la
oposición en su conjunto, instalaron en la agenda mediática “el fracaso” de la
ley, haciendo lugar a los reclamos del sector inmobiliario.
Fue el
propio Sergio Massa uno de los primeros en llamar a “discutir una nueva Ley de
Alquileres que le dé certeza al propietario y garantías y tranquilidad al
inquilino para que el sector pueda desarrollar libremente ese emprender noble
que tienen a lo largo y a lo ancho del país”. A estos dichos, luego se sumó el
Ministro de Hábitat y Vivienda de la Nación, Jorge Ferraresi.
En esta
línea también se expresó Daniel Lipovetsky -ex diputado nacional de Cambiemos-
uno de los mentores del proyecto de ley, que dos años después de haberlo
votado, le encontró “los puntos deficientes”. En diálogo con ANCCOM, marcó que
habría que corregir el índice de actualización y el registro de los contratos
ante la Afip.
La
argumentación de este supuesto fracaso es que –ante las regulaciones
implementadas- la oferta de inmuebles para alquilar se contrajo y eso desembocó
en el alza de los precios que, en algunos puntos de la Ciudad de Buenos Aires,
por ejemplo, llegan a ser en dólares.
Esta semana,
la vocera presidencial, Gabriela Cerruti le sumó una línea más a la opinión que
ya había vertido el año anterior: “Está claro que la Ley de Alquileres, así
como está, no cumplió la función esperada ni por los inquilinos ni por los
propietarios y hay que mejorarla”. La pregunta es, ¿mejorarla para quién?
Sin embargo, desde las organizaciones de la sociedad civil y
entidades de inquilinos apuntan a la falta de compromiso político del Gobierno
Nacional para controlar su cumplimiento, y profundizar en cuestiones que el
texto en cuestión no alcanza, por ejemplo, el precio inicial de la vivienda.
Además de democratizar la información que es fundamental para cualquier persona
que necesite alquilar para vivir.
“Esperamos tener medidas pronto”, dijo la portavoz presidencial
en su habitual conferencia de prensa matutina. Es de público conocimiento que
las alternativas son dos: modificación o derogación.
Nobles rentistas y
propietarios
El conflicto sigue latente. En el contexto de incertidumbre,
aumenta aún más la especulación por parte de propietarios que buscan tener cada
vez más beneficios, usufructuando y maximizando su renta sin tener en cuenta
las consecuencias sociales que esto tiene para los 9 millones de personas que
alquilan una vivienda en Argentina.
A esto se suma la gravedad de la crisis económica que
atraviesan las enormes mayorías actualmente, con la pérdida del poder
adquisitivo de los salarios como principal factor de inseguridad e
imprevisibilidad.
Todavía sin saber qué hacer con la ley, pero con un brutal
desequilibrio entre la contracción de ofertas de alquileres, el precio en el
que lo define el mercado; y el costo que deben afrontar los inquilinos, el
Gobierno Nacional convocó a un encuentro de trabajo con agenda abierta para
abordar posibles caminos a seguir.
Sobre la mesa en la que se encontró el Secretario de Comercio
Interior, Roberto Feletti, con agrupaciones de inquilinos, representantes
inmobiliarios, desarrolladores urbanos y la AFIP, se expusieron argumentos y
posturas respecto de este problema.
En ese
encuentro, tal como lo relató a Radio Gráfica el titular de Federación de
Inquilinos Nacional, Gervasio Muñoz, han quedado expuestas las principales
demandas de los representantes inmobiliarios: “liberar el índice de contratos
para que se pueda aumentar todas las veces que quiera el mercado” y, por otro
lado, ajustar el período de duración del contrato que, según la ley es de tres
años, llevándolo a un año como máximo.
“Los
primeros en exponer fueron ellos, planteando que todo lo que se está viviendo;
el déficit y la crisis habitacional, los problemas de falta de oferta y las
viviendas vacías, tiene que ver con la ley de alquileres, como si todos los
problemas hubiesen empezado hace un año”, planteó Muñoz.
Lo que están
exigiendo desde las agrupaciones de inquilinos es que se controle el
cumplimiento de la ley y proponen un trabajo articulado con Defensa al
Consumidor y la Afip, de manera que se puedan cruzar datos y chequear cuántos
contratos se firmaron y cuántos están registrados, puesto que la evasión del
sector es casi total. “Le pedimos a la AFIP que para la próxima reunión traigan
información para calcular a cuánto asciende la evasión por parte del mercado
inmobiliario, así podemos cuantificar el daño que le hacen al Estado”, informó
Muñoz.
Otro punto
neurálgico del encuentro, fue el análisis del impuesto a la vivienda vacía,
sobre el cual se montó una enorme operación mediática en contra de la posible
medida de control. El tema continuará en el próximo encuentro de trabajo.
Desde
inquilinos, se manifestó que continuarán defendiendo la ley porque más allá de
que no tenga cumplimiento efectivo, el texto en cada artículo amplía derechos
y, en todo caso, lo que fracasa es su implementación. “Es un pequeño paso para
que la responsabilidad de garantizar el derecho a la vivienda, en condición de
alquiler, sea del Estado”.
El acceso a
la vivienda es otro problema que se relaciona directamente con la distribución
de la riqueza y la disputa por la transferencia de ingresos en el país. Es un tema
demasiado importante como para que lo siga definiendo solamente el mercado y no
sea parte de una política de Estado.
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