12/11/2022
Opinión
Argentina dislocada: La riqueza se construye en base a pobreza
El país de las vacas, la soja, el litio, el gas y el petróleo, el trigo, los obreros industriales de mayor calidad regional, los desarrolladores de programas requeridos por el planeta tecnológico tiene indicadores económicos excelentes, junto a un escenario concreto, diario, de más de 10 millones de personas viviendo en la pobreza.

Carlos Villalba
Publicado el 12 de Noviembre de 2022

Entre las 12 y 30 y
las 13 y 30 de cada domingo, los oídos argentinos quedaban adheridos a los
parlantes de las radios (todavía grandotas, todavía eléctricas) de los años ´50
del siglo XX sintonizadas en Radio Argentina primero, en “Splendid” después. Délfor
Amaranto Dicásolo, había inventado el dislate de talento musical llamado “La
Revista Musical”, banda sonora de la reunión familiar alrededor de la
raviolada, el vino “carlón” y los chistes de una selección nacional de cómicos
e imitadores, acompañados de una orquesta integrada, también, por campeones
mundiales de cada instrumento.
El cómico apeló al
adjetivo “dislocada” por su fácil asociación con “locura” de ese concepto
que, en realidad, alude a sacar algo de su lugar habitual como, por ejemplo, un
hueso de su articulación… Aunque haya quedado en el olvido, el nombre de aquel
programa, mezcla de locura, desencaje e incoherencia generalizada, bien podría
servir de definición al presente argentino, cargado de “dislocaciones”
adjudicadas a una “grieta” que, en realidad, se apoyan sobre una “fractura”,
para nada ósea, sino tectónica, de esas que, cuando las placas se rompen o
friccionan producen terremotos.
La real realidad del
país, es mucho más rica que cualquier ficción, dramática o cómica. El país de
las vacas, la soja, el litio, el gas y el petróleo, el trigo, los obreros
industriales de mayor calidad regional, los desarrolladores de programas
requeridos por el planeta tecnológico y de todo lo que se quiera agregar… tiene
indicadores económicos excelentes, junto a un escenario concreto, diario, de
más de 10 millones de personas viviendo en la pobreza (más de la mitad menores
de 14 años), de los cuales 2,6 millones no pueden satisfacer siquiera sus
necesidades de alimentación. Disloque entre macroeconomía no distributiva y
vida diaria miserable.
Y en cada espacio que
se enfoque se repite el resultado:
· Entran
divisas y no hay reservas. En lo relativo al flujo de divisas, por ejemplo, el
superávit comercial desde 2020 hasta agosto pasado es de u$s 29.500 millones
que, sin embargo, no se reflejan en los libros contables del Banco Central que,
por el contrario, muestran una reducción de 7.200 millones… es decir, una
sangría de 30.000 + 7.000 millones de dólares, licuada, básicamente, por los
grupos económicos y las familias más adineradas del país, que viven a expensa
de las divisas necesarias para la producción nacional.
El panorama se agravó
con la batuta a cargo del Fondo Monetario y su exigencia del pago de la deuda
macrista, no denunciada por el gobierno asumido en diciembre de 2019 ante los
tribunales internacionales y aceptada sin intentar negociar su reestructuración.
No hay diálogo entre
oposición y oficialismo. La tal “grieta” va mucho más allá de las
diferencias de circunstancias o de la exageración de los posicionamientos
electorales. El triunfo electoral del neoliberalismo en 2015 tuvo diferentes
causas, pero llevó a la superficie el rechazo de parte de la población hacia la
figura central del periodo de mayor redistribución de renta en el país:
Cristina Fernández de Kirchner y, también, la existencia de un núcleo
importante de ciudadanía inclinada hacia políticas con menor participación del
Estado.
La experiencia
desastrosa de Mauricio Macri, representante de esa postura, lo condujo en el
siguiente turno a la derrota estruendosa de su intento reeleccionario.
La alianza electoral
no fue una buena coalición de gobierno. De la mano de la mala gestión
gubernamental de la economía heredada y de los efectos de la pandemia y su
cuarentena prolongada, apenas dos años después, el espacio liberal logró
imponerse en las parlamentarias de medio turno.
El Presidente hizo
como si nada hubiese pasado. La Vicepresidenta se lo hizo notar a través del
anuncio estridente sus principales funcionarios de la puesta a disposición de
sus renuncias a los cargos en el Poder Ejecutivo, algo que va de suyo en un
sistema presidencialista y unipersonal como el argentino, La trilogía del
desatino se completó con apoyos a la Casa Rosada ante inexistentes intentos
golpistas.
Entre tanto, ajustes
presupuestarios, descreimiento social, especulación de las grandes
corporaciones, presiones destituyentes sobre el dólar, armaron el cóctel que
empuja la inflación hacia el infierno, es decir al aumento de la indigencia
dentro de un porcentaje de pobreza que avergüenza, en un país al que le sobra
producción de alimentos y le faltan políticas de control de las cadenas de
valor y de los aumentos sin justificación.
La alianza opositora
se desangra tras las candidaturas. El liberalismo se impuso en los
comicios parlamentarios de medio término; al día siguiente comenzó el fuego
cruzado entre propios y extraños: entre los partidos que la integran (el PRO de
Macri y una Unión Cívica Radical olvidada de su doctrina) y, dentro de cada
uno, entre quienes apuntan a un espacio de racionalidad ante los problemas del
país y los que, empujados por el liberalismo extremo, corren el tablero hacia
los márgenes de la democracia.
Ni un intento de
magnicidio permitió el diálogo multipartidario. El disparo de una pistola
a 20 centímetros de la cabeza de Cristina Fernández no alcanzó para que las
conducciones partidarias frenaran sus acusaciones y se uniesen detrás de lo que
la propia dirigencia llama “pacto democrático”. Desde el “autoatentado” hasta
el desquicio de unos “loquitos”, como minimización de la gravedad institucional
atravesada, pasando por camaristas, juezas, jueces y fiscales, que prefieren no
encuadrar las causas abiertas al efecto bajo carátulas que permitan profundizar
la investigación, determinar la relación entre el ataque, su financiación y los
sectores partidarios vinculados, a pesar de los fuertes elementos que implican
a los sectores más duros de Juntos por el Cambio.
Planetas distintos
dentro de un mismo barrio. El Área Metropolitana Buenos Aires (AMBA) es la
zona urbana común que conforman la capitalina Ciudad con Autonomía y los 40
municipios limítrofes de la Provincia de Buenos Aires. En 3.833 km2
viven 15 millones y medio de personas que, caminando, pueden pasar de un
barrio con 8% de indigentes a otro en el que todas las personas pueden
procurarse la comida, o de casas con pileta de natación a familias enteras
acampadas en situación de calle. La pandemia subrayó con resaltadores esa
situación de diferencias extremas.
Los datos de la
pobreza, la indigencia y la vida en situación de calle, cada día más extendida
y dolorosa, no son más que la expresión de la concentración del 58% de la
riqueza en apenas el 10% de la población; en el país más desigual de América,
cada uno de los miembros de ese grupo privilegiado posee 302.750 dólares por el
equivalente a cada billete verde con que cuente el resto de la población
adulta. ¡solo 1 contra más de 302.000!, por si no quedó claro.
En paralelo, se registra un crecimiento
sostenido de la reactivación económica desde marzo de 2020 que llega al 107% en
ese período, con incrementos interanuales del 7,3% para la construcción, 16%
del gas, 52% de la extracción petrolera y 66,5% de la industria automotriz;
exportaciones por u$ 60.000 millones en lo que va de 2022, creación de empleo
registrado durante los últimos 28 meses, que roza 1,3 millones de puestos de
trabajo en 12 meses, 400.000 de ellos asalariados formales privados, y una tasa
de inversión del 22,3% del PBI durante el segundo trimestre del año, la más
alta en 29 años…
Concentración,
desigualdad y precios
Al igual que en el
resto de la región, la pandemia aumentó la desigualdad. Durante 2020 las
familias más ricas incrementaron un 6,3% su patrimonio y al año siguiente el
promedio trepó al 22,4%. Con un “patrimonio comercial” declarado, es decir
sin incluir las tenencias en las guaridas fiscales, superior a los u$s 35 mil
millones, Muchos de aquellos millonarios se negaron a pagar el impuesto a
las grandes fortunas.
En ese mismo país se
registra una inflación acumulada en 10 meses superior al 70%, con una
proyección a diciembre superior al 100% anual. En ese marco, con genialidad de
unicelular, fuentes de la Secretaría de Comercio, anuncian que se detectaron
“posibles distorsiones” en la suba de los precios.
Detrás de cada una de
esas “modestos” alteraciones, que son las que hambrean a millones de familias,
hay empresas que componen grupos económicos tejidos a través de tramas
transnacionales, con fuerte presencia societaria “familiar”, en sus capítulos
“locales”.
La formidable
investigación sobre “Los Ricos de Argentina” realizada por el Centro de
Economía Pública Argentina (CEPA) pone el foco
en componentes claves para la explicación de la cadena falta de divisas –
endeudamiento – pobreza – proceso inflacionario desbocado.
La mayoría de los
miembros del CEPA están relacionados con la Maestría de Economía Política de la
Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO Buenos Aires) que dirige
el economista e historiador Eduardo Basualdo. El trabajo incluye un “estado del
arte” que salta de 1962 y las publicaciones de José Luis de Ímaz, a entrados
los años ´80, donde ya se instalan las obras de figuras como el propio
Basualdo, Daniel Azpiazu, Miguel Khavisse y Jorge Schvarzer, con un toque
rápido sobre el primer lustro de los ´70, en el que menciona a esos mismos
autores. En ese vacío quedan perdidas investigaciones como las de Carlos María
Vilas (La Dominación Imperialista en Argentina), Rogelio García Lupo
(Mercenarios y Monopolios en la Argentina: de Onganía a Lanusse 1966/1973) o
Eduardo Halliburton
(Klein: la Punta del Ovillo, La Deuda de la Oligarquía), que en 2015 publicaría
“Radiografía de las corporaciones económicas 2003-2013”.
En ese recorrido cabe
puntualizar la ausencia del libro de la organización Montoneros “Los Grupos
Económicos Oligárquicos y el Terrorismo de Estado en la Argentina”[1], producto de un
estudio coordinado por Raúl Clemente “Roque” Yager, entonces miembro de su
Conducción Nacional. La obra marcó el camino del reemplazo de la investigación
“por empresas” por la reconstrucción del entramado de las corporaciones
concentradas, diversificadas y transnacionalizadas, que dominan la
economía del país y la incorporación de la categoría de “grupo económico
oligárquico”.
Por encima de ese
señalamiento, “Los Ricos de Argentina” reconstruye y analiza las conexiones
empresariales de los principales grupos económicos bajo control de las personas
más ricas de la Argentina. Explica una serie de procesos que son claves a la
hora de entender, desde la falta de divisas hasta la inflación:
–
cada uno de esos grupos opera desde posiciones estratégicas en cada sector de
actividad, “lo que les otorga el manejo de los precios del mercado interno y
les permite una mayor capacidad de apropiación de la renta”
–
a partir del estudio de los grupos económicos se puede identificar la
existencia de una sofisticada ingeniería orientada a “ocultar información de
forma deliberada, con la finalidad de aminorar la carga impositiva o concretar
la evasión fiscal, la fuga de capitales, subfacturación de exportaciones,
sobrefacturación de importaciones, así como otros comportamientos generalizados
vinculados al ocultamiento de la situación patrimonial”.
Cada afirmación está
sostenida por casos:
·
Madanes Quintanilla detenta el monopolio del negocio del aluminio.
·
Coto y Braun manejan buena parte de la comercialización en nuestro país a
través de las cadenas de supermercados Coto y La Anónima.
·
Magnetto y Noble representan el mayor grupo de medios de la Argentina,
Belocopitt (América) (adicionalmente, con una porción significativa del negocio
de la salud con Swiss Medical) y Pierri (Canal 26).
·
Pagani a través de Arcor (que adquirió Bagley y Mastellone) controla gran parte
del rubro alimenticio, al que se suma Blaquier en el mercado del azúcar con
Ledesma.
·
Rocca tiene el monopolio de tubos sin costura, a través de Techint.
·
Bulgheroni y Rey figuran entre los principales exponentes del pequeño puñado de
empresas que controlan la energía del país.
·
Eurnekian concentra un buen número de aeropuertos.
·
Braun y Brito tienen gran incidencia en el negocio financiero a través del
Grupo Galicia y Macro, respectivamente.
·
Caputo y Chernajosvky dominan la fabricación de electrónica de consumo con base
en Tierra del Fuego. Cavazzani, en lo referido a los videojuegos, ocupa un
lugar central en el mercado.
A través de algunos de
sus componentes, esos grupos tienen capacidad y estructura exportadora. El
trabajo del CEPA explica que Pagani lo hace vía Arcor, Blaquier a través de
Ledesma), Chernajovsky de Newsan Food, Madanes Quintanilla con Aluar, y
Rocca con Techint, del mismo modo que lo hacen Cavazzani, Blaquier y Braun y
Coto desde sus frigoríficos.
El círculo se cierra
con citas a los datos que aporta Leandro Bona en su libro titulado “La fuga de
capitales en Argentina. Sus actores alcances y transformaciones desde 1976”:
·
FUGAS VINCULADAS A LA INDUSTRIA DEL PETRÓLEO: YPF (etapa bajo control privado),
Shell, Esso, Pluspetrol, Petroquímica Cuyo, Total Austral, Tecpetrol, Compañías
Asociados Petroleras, San Antonio Internacional, Pluspetrol y Wintershall Energía;
FUGAS VINCULADAS AL
SECTOR PRIMARIO Y AGROALIMENTARIO: LDC, Molinos Río de la Plata, Massalin
Particulares, Cargill, Ledesma, Molinos Río de la Plata, Aceitera General
Deheza, Oleaginosa Moreno, Arcor, Profertil, Bagley, Productos de Maíz SA,
Cafés La Virginia, Cepas Argentinas”;
FUGAS DE CONGLOMERADOS
LOCALES (INDUSTRIA, COMERCIO, CONSTRUCCIÓN Y OTROS): Techint (Siderar y
Siderca), Aluar, Acindar, Arcor, Clarín, Ing. Norberto Priu, Loma Negra, Coto y
otros. La lista se completa con firmas de los sectores financiero y productivo.
Si los encargados de
monitorear las cadenas de valores de los productos de consumo básico, las sub y
sobrefacturaciones de productos de exportación e importación y la dinámica de
compra, liquidación y fuga de divisas hojearan estas informaciones, o los
estudios que realizan equipos no comprometidos con el sistema financiero y con
los pulpos que ahogan a las y los argentinos, tal vez podrían explicar cuáles
son los mecanismos de destrucción de la economía nacional.
Seguramente
comprenderían que lo que atraviesan las personas cada vez que van a una
verdulería o a cualquier mostrador comercial no son “distorsiones” sino robos
estructurales. Así destruyen el bolsillo de quienes trabajan y, también, las
expectativas que había despertado el gobierno… tres años atrás, en esta
Argentina dislocada.
Carlos A. Villalba. Periodista argentino.
Notas
[1] RAÚL CLEMENTE
YAGER: Los Grupos Económicos Oligárquicos y el Terrorismo de Estado en la
Argentina (Editorial de la Universidad Nacional del Comahue, reedición 2013)
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