26/11/2022
Opinión
Che, ¿no serás mala leche?
El gran Carlos Caramello y su fina ironía, otra vez. La piedra de Tandil bajo la lupa en las páginas de Deuda Prometida que compartimos en ésta edición de InfoNativa.

Carlos Caramello
Publicado el 26 de Noviembre de 2022

“La superstición trae mala suerte” Umberto Eco
“¡Macri Mufa!” estallaron las redes tras la derrota de la Selección frente a un rival de evidente menor jerarquía. “Macri Mufa” sostenían miles de cuentas de Twitter, Facebook, Instagram, Snapchat, TikTok y hasta Tinder, incluso algunas que uno podría asegurar sin temor a equivocarse que, ideológicamente, pertenecen a espacios que comulgan con Juntos por el Cambio.
¿Macri Mufa?
Probablemente. Es más, casi seguro que, en algún sentido, tengan razón. Un tipo
de las características del ex – presidente: individualista, superficial, torpe,
prepotente, inmoral, de rasgos psicopáticos, pagado de si mismo, y
absolutamente mentiroso (sólo para reseñar un perfil a mano alzada) es muy
posible que proyecte, con su sola presencia, vibraciones negativas hacia todo
su entorno.
Una vieja película argentina, protagonizada
por el inefable Pepe Arias, agregaría una razón más a esta aseveración. “Fúlmine” -así se llamaba este filme, basado en un
personaje homónimo del dibujante Guillermo Divito- era un hombre con fama de
trasmitir mala suerte pero que se sacaba la lotería. Algo así como Macri, que
ha desparramado sus efluvios por toda la orbe pero a quién no le ha ido nada
mal, al menos en lo personal.
No es nuevo. Esta suerte de mácula social ha
sido utilizada desde tiempos inmemoriales como una manera de estigmatizar a
alguna figura poderosa, famosa o talentosa. Claro que, no es este el caso.
Probablemente esta cuestión de la fortuna como
condimento del éxito esté ligada a la especulación de Nicolás Maquiavelo quien
asegura que “el hecho de pasar de particular a príncipe presupone o virtud o
fortuna”. De allí -y acaso de una manera tan antojadiza como
resultó del pensamiento medieval todo-, la fortuna leída como azar (y, por
ende, la posibilidad de su contracara) comienza a jugar un rol determinante en
la retórica del poder.
Aquellas gramáticas del medioevo referidas al
albur, la fatalidad y la posibilidad de desparramar desventura y tragedia
devienen en nuestros actuales mufas, yettatores, gafes, piedras, etc. etc.
Acusación, además, que ha servido para tratar de frenar tanto el ascenso de
alguna figura del mundillo de la canción (Elio Piedra, La Lluviosa, Las Voces
Claritas) como para estigmatizar a un político (Méndez), a un periodista
(Robert Mitchum) o a un futbolista (Navarro Magoya). En ninguno de los casos
citados hay demasiadas pruebas de sus fluidos.
Pero Macri… ahhh, Macri. Su mala vibra es
internacional. Desde incinerar la candidatura de Hilary Clinton con sólo decir
que iba a ser presidenta hasta dinamitar las expectativas electorales de Michel
Temer y de Jair Bolsonaro (también éste ultimo con fama de secar campos con
solo mirarlos), Mauricio tiene un largo collar de eventos entre los que se
cuentan haber visitado una heladería que al poco tiempo se fundió, haber
abrazado a Barros Schelotto antes de una derrota de Boca en su cancha y ante
River, su llamado a votar a Manu Ginóbili para el All Star Game de 2018 y que
el jugador se lesionara de gravedad pocos días después; el desborde del Sena
durante su visita a Paris en 2018.
En fin, una larga lista que parece haber
coronado ayer con la derrota de Argentina por 2 a 1 ante Arabia Saudita luego
de que el ex presidente asegurara que nuestra selección iba a salir campeona,
pidiese visitar al equipo (cosa que los jugadores le negaron) y, finalmente
estuviese en el palco de autoridades del a FIFA durante el encuentro.
Terminado el partido, varios hinchas iniciaron
una junta de firmas para que “El Piedra de Tandil” retorne a la Argentina, cosa
que, desde un punto de vista estrictamente político, es un gran error: se
obtendrán -con suerte- unos miles de rúbricas y el tipo saldrá fortalecido… e
indemne, como de casi todas las cosas.
De donde no salió bien fue de la declaración
de Beatriz Sarlo, allá por 2019, cuando indignada por el triunfo seguro del
Frente de Todos, descerrajó su mítico “Macri es Mufa”
y le pegó en la línea de flotación. Porque no se la puede acusar de falta de
cultura (que es donde, se supone, residen las supersticiones) y, porque Betty
es… de ellos.
Pareciera que ya nadie recuerda el gran daño
que de verdad ha provocado Macri, hundiendo a la Argentina en una deuda
impagable y trayendo hambre y desesperación a nuestro pueblo. Y eso sí que es
una verdadera maldición a largo plazo.
Lástima que no hemos podido conjurar sus malas
artes con la poderosa arma de la Justicia, que debió haberlo juzgado y
encarcelado por sus crímenes hace ya varios años.
Pasa que, así como Manucho Mujica Láinez tenía
las paredes del baño de su casa en Cruz Chica, Córdoba, tapizadas de “figas”,
(manitas espanta espíritus) porque el escritor sostenía que el momento de mayor
indefensión de un hombre es cuando está orinando, Macri seguramente debe tener
los muros de todas sus residencias revestidas de amuletos tales como jueces,
periodistas, espías, políticos lábiles de todas las fuerzas, empresarios y
organizaciones que lo protegen.
Porque como a aquel personaje “Fúlmine”, de
vetusta la película nacional, a él, ser mufa, le trae suerte.