18/6/2022
Internacionales
Colombia, a terminar con los cien años de soledad
A 24 horas de la segunda vuelta de las elecciones presidenciales que pueden marcar un nuevo rumbo histórico para Colombia, las encuestas señalan que la puja entre el ultraderechista Rodolfo Hernández y el progresista Gustavo Petro pinta muy reñida.

Camilo Rengifo Marín
Publicado el 18 de Junio de 2022

Tras un repunte de la violencia, un
gobierno impopular –Iván Duque araña apenas el 20 por ciento de popularidad- y
la posibilidad de un presidente antiestablishment (pero no tanto), la llamada
democracia colombiana explora por primera vez sus verdaderos límites.
El fantasma del fraude sigue dando vueltas.
El candidato del Pacto Histórico, Gustavo Petro, dijo que su campaña tiene la
certeza de que no hay neutralidad de la Registraduría en la elecciones del
próximo domingo y manifestó que hay “movimientos sospechosos” y que la cúpula
de la Registraduría tiene una afinidad con Rodolfo Hernández.
“En las primarias detectamos alteraciones
en el software. A nosotros no nos permitieron hacer la auditoría técnica y el
registrador incumplió el fallo judicial porque el software no es del Estado,
sino alquilado a una empresa privada que ha demostrado que puede ser permeado
en unas elecciones. ¿Eso qué significa? Que hay un inmenso peligro, debemos
tener nuestros propios controles”, dijo Petro.
El candidato por la Liga
Anticorrupción, Rodolfo Hernández, ha enviado un mensaje a través de
su cuenta de Twitter en el que se disculpa por declaraciones
desafortunadas en las que señaló: “Quiero pedirle perdón a todos los
colombianos por la imprudencia que cometí cuando puse a la Virgen diciendo
que yo invitaba a la Virgen y todas las personas que vivieran en el
barrio, pero me sacaron de contexto”.
Pese al alineamiento automático del
gobierno de Iván Duque con Washington, varios temas están en tensión como los
que tienen que ver con Venezuela, la paz, la guerra contra las drogas y la
debilidad institucional colombiana para enfrentar un escenario regional volátil
para los intereses de la administración de Joe Biden, como quedó demostrado en
la Cumbre de las Américas.
Hoy, las relaciones de Colombia y EEUU son
controladas por Washington, que sigue conduciendo y guiando la política
exterior colombiana a su acomodo, y con el respaldo de ocho bases militares y
el financiamiento del Plan Colombia.
Si gana el ultraderechista Roberto
Hernández, Washington. deberá lidiar con un socio impredecible. Si gana Gustavo
Petro, tendrán a un estadista para componer las relaciones, negociar la
implementación de la paz y la apertura de las relaciones con Venezuela.
Más allá de los abrazos, el gobierno de
Iván Duque no le ha servido a EEUU para desestabilizar al gobierno de Venezuela
–y menos aún derrocarlo-, ni siquiera con invasiones, preparación de
mercenarios para cometer actos criminales, financiamiento a la mafia opositora
Por otra parte, continua el ciclo de
ascenso de la movilización popular. Los últimos paros agrarios, las mingas
indígenas, las protestas durante la pandemia y el estallido social de abril del
2021 puso a Colombia, un país blindado por las grandes corporaciones de prensa,
en el foco de atención de la opinión pública regional y los organismos de
derechos humanos internacionales.
Mientras, los Acuerdos de Paz de La
Habana y el fin de un ciclo de confrontación entre las FARC-EP y el Estado
colombiano de más de medio siglo de historia no implicó, sin embargo, el fin
del conflicto interno armado ni el cumplimiento, por parte del gobierno, de lo
acordado.
La protesta social ha sido permanente,
aunque nunca había alcanzado la dimensión que tuvo el año pasado con el Paro
Nacional, la mayor movilización de toda la historia de Colombia, superior al
Paro Cívico de septiembre de 1977, hace 45 años. Fue inédito por la extensión
geográfica -cubrió el 80 por ciento del territorio. incluyendo las grandes
ciudades, incluso sitios donde nunca antes había habido movilización abierta- y
el que más tiempo duró y donde participaron muy diversos sectores
sociales.
El gabinete de Hernández
En vísperas de las elecciones, Rodolfo
Hernández soltó algunos de los nombres que conformarán su gabinete en caso de
ser presidente. Hasta el momento, solo se conocía el del escritor William
Ospina quien se adhirió a su campaña hace dos meses y a quien el ingeniero le
propuso ser su ministro de Cultura.
Sin embargo, también estaría la excandidata
Ingrid Betancourt como ministra de Relaciones Exteriores, los hermanos Juan
Manuel y Carlos Fernando Galán del Nuevo Liberalismo y el exgobernador de
Boyacá, Carlos Amaya, que probablemente tomaría las riendas de la cartera de
Agricultura.
Entre los nuevos nombres está el del
exvicepresidente Germán Vargas Lleras que sería ministro de Defensa, y su
esposa, Luz María Zapata, encargada de gestionar las reuniones del futuro
gabinete dada su experiencia en administración pública. En la cabeza del
ministerio de Hacienda estaría Jorge Castaño Gutiérrez, el ingeniero Félix
Jaimes Lasprilla en el de Obras Públicas y finalmente su vicepresidenta Marelén
Castillo estaría en el ministerio de Educación.
Un país polarizado
Según las encuestas se repetirá lo que pasó
en la primera vuelta: el País del No del plebiscito del 2016 coincide con el
conjunto de departamentos en los que ganó Rodolfo Hernández.
La participación de los más jóvenes en la
segunda vuelta de las elecciones podría crecer por las jornadas de movilización
social de finales de 2019 y mediados del 2021. Algunos analistas aseguran que
estas elecciones “están llamadas a ser el primer gran paso para que la juventud
tenga una injerencia y una voz más clara de cara a su propio futuro”.
Las cuatro encuestadoras mejor calificadas
proyectan una intención de voto para “el ingeniero” de entre 57,7% y 65% en la
región centro-oriental (Boyacá, Cundinamarca, Norte de Santander, Santander,
Arauca y Casanare) y una intención de voto muy fuerte por Petro en el Caribe,
el Pacífico y en Bogotá.
La intención de voto también varía según el
estrato socioeconómico o grupos de ingresos y la tendencia indica que a mayor
capacidad económica, más fuerte es la intención de voto por Hernández.
Aunque antes de la primera vuelta ella
Hernández tenía más fanaticada entre las mujeres que Petro, perdió ese impulso.
El 31 de mayo, recién elegido para la segunda vuelta, Hernández dijo en una
entrevista que “lo ideal es que las mujeres se dedicaran a la crianza de los
hijos” y que su trabajo era una obligación para “complementar los gastos de la
casa”. El petrismo tomó nota del rechazo femenino hacia Hernández y redirigió
su estrategia de campaña para llevarse esta intención de voto.
Es difícil imaginar un gobierno de
Hernández, el admirador de Hitler y Trump, “el abuelito tik tok”, en un país en
ebullición. Si gana Petro, Washington podría perder a su gendarme predilecto en
Sudamérica, hasta ahora seguro proveedor de coca para el mercado estadounidense.
Estados Unidos colaborará con el próximo
gobierno de Colombia “independientemente de los resultados”, dijo el secretario
de Estado, Antony Blinken, en medio de la campaña electoral colombiana. “EEUU
espera trabajar con la próxima administración para continuar el progreso que
está en marcha y la relación que generaciones de nuestros funcionarios y
ciudadanos han construido juntos”, dijo en un acto en Washington por los 200
años de relaciones bilaterales.
Blinken le agradeció a Duque “su liderazgo”
durante la Cumbre de las Américas de la semana pasada, al apoyar la exclusión
de Venezuela, Cuba y Nicaragua de la Cumbre de las Américas en Los Angeles.
“Colombia se ha convertido en un exportador de seguridad en nuestro
hemisferio”, estimó. Duque dijo que las relaciones entre Colombia y Estados
Unidos “están en su punto más alto en 200 años de historia”.
Con la disculpa de Gabriel García Márquez,
nada condena a Colombia a 100 años de soledad latinoamericana ni a 100 años de
guerra interna, ni las históricas relaciones carnales con la geopolítica
contrainsurgente de Estados Unidos sostenidas por las élites locales desde hace
un siglo.
Camilo Rengifo Marin es economista y docente universitario colombiano
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