28/1/2023
Sociedad
Datos, algoritmos y política en los procesos electorales
La democracia está en riesgo, la manipulación de las personas mediante el uso indebido de datos personales y la propagación de noticias falsas es un hecho demostrado. En este contexto, es urgente que las fuerzas democráticas den visibilidad a estos temas con el fin de garantizar el uso transparente de los datos públicos y sus fuentes.

Alfredo Moreno
Publicado el 28 de Enero de 2023

En 1955 Isaac Asimov escribió un cuento de
ciencia ficción llamado Sufragio Universal. La historia se ubica en un futuro
año 2008, en las vísperas de las elecciones presidenciales de Estados Unidos.
Asimov imagina para entonces (inicio del desarrollo electro-digital en
California) que en el momento que toda la población exprese su voluntad
mediante el voto, habría dado lugar a otro mecanismo en el cual el presidente
sería elegido por un único elector en representación de todo el país.
En el cuento, una supercomputadora de más
de un kilómetro de extensión y tres pisos de alto, llamada Multivac (la primera
computadora producida en California se llamó Univac), posee los datos completos
del padrón y las variables de todas las elecciones que se realizaron en el país
hasta entonces.
Luego de un proceso secreto que tiene en
suspenso a toda la nación, Norman Muller, empleado de un comercio de una
pequeña ciudad del interior, es elegido entre cincuenta millones de personas
como el votante universal. El día de la elección, la policía lo lleva entre
medidas de seguridad hasta el sótano del hospital local, donde el jefe de
informática le explica qué sucederá y por qué será conectado a una serie de
sensores y dispositivos: «Multivac ya tiene toda la información que necesita
para decidir todas las elecciones nacionales, estatales y locales. Sólo
necesita verificar ciertas actitudes mentales imponderables, y lo utilizará a
usted para eso. No podemos predecir qué preguntas le hará, pero quizá no tengan
mucho sentido para usted y ni siquiera para nosotros».
Los científicos le aclaran que Multivac
basará su análisis no en la información de las respuestas de Norman sino en sus
sentimientos.
Asimov se basó en Univac para su imaginaría
Multivac. Univac fue el primer computador que se fabricó de forma comercial en
Estados Unidos y en 1952 la CBS la usó para predecir la elección presidencial,
con una muestra del uno por ciento de la población predijo que ganaría
Eisenhower, como finalmente sucedió.
Desde entonces el papel de la inteligencia
artificial (IA) y de la ciencia de datos es cada vez más importante en el curso
de las elecciones democráticas. Las campañas electorales de Barack Obama, el
Partido Sintético de Dinamarca, la campaña de Macron en Francia, Donald Trump
en Estados Unidos, Bolsonaro en Brasil y Macri en Argentina son buenos ejemplos
y configuran una práctica que debilita la democracia.
Monitorización de la opinión, el «análisis
de sentimiento»
Uno de los primeros casos de éxito en el
uso de técnicas de big data y análisis de redes sociales para ajustar
una campaña electoral fue el de Barack Obama para las presidenciales de Estados
Unidos en 2012. En su campaña (y en muchas otras después), las encuestas
tradicionales de intención de voto, basadas en llamadas telefónicas o
entrevistas personales, se complementaron con el análisis de redes sociales.
Estos análisis ofrecen un método barato y
casi en tiempo real de medir
la opinión de los votantes. Para ello se aplican técnicas de Procesamiento
del Lenguaje Natural (PLN), en particular las dedicadas al análisis de
sentimiento. Dichas técnicas analizan los mensajes contenidos en Twitter,
Instagram, Facebook, blogs, etçetera y tratan de medir si las opiniones
vertidas en ellos son positivas o negativas con respecto a un cierto político o
a un cierto mensaje electoral o a una situación social y política.
El principal problema que tienen es el
sesgo muestral, pues los usuarios más activos en redes sociales suelen ser
jóvenes y tecnófilos y no representan a toda la población. Por eso, estas
técnicas tienen limitaciones a la hora de predecir resultados electorales,
aunque resultan muy útiles para estudiar las tendencias de voto y el estado de
opinión de las personas.
Intervención en campañas electorales: el
caso Donald Trump y Macron
Más inquietante que el estudio de las
emociones en redes sociales resulta su uso para influenciar estados
de opinión y configurar el voto. Un caso bien conocido es el de la campaña de
Donald Trump en las presidenciales de EE. UU. de 2016. El big
data y los perfiles psicográficos tuvieron mucho que ver con una victoria
que no habían logrado predecir las encuestas.
No se trató de una manipulación en masa,
sino que diferentes votantes recibieron diferentes mensajes basados en
predicciones sobre su susceptibilidad a diferentes argumentos, recibiendo
información sesgada, fragmentada y a veces contradictoria con otros mensajes
del candidato.
La tarea fue encomendada a la empresa Cambride Analytica, que se vio implicada en una polémica
por la recopilación no autorizada de información sobre millones de usuarios de
Facebook.
El método de Cambride Analytica se basó en
los estudios de psicometría de Kosinski,
que comprobó como con un número limitado de likes se
puede obtener un perfil del usuario tan acertado como si lo hicieran sus
familiares o amigos.
El problema no está en el uso de la
tecnología sino en la naturaleza «encubierta» de la campaña, la manipulación
psicológica a votantes susceptibles por medio de apelaciones directas a sus
emociones o la difusión deliberada de noticias falsas provenientes de bots. Un bot es un
software (aplicación) que efectúa automáticamente tareas reiterativas mediante
Internet y posee capacidad de interacción, cambiando de estado para responder a
un estímulo.
Fue el caso de Emmanuel Macron en las
presidenciales francesas de 2017. Su campaña sufrió un robo
masivo de correos electrónicos a sólo dos días de las elecciones.
Multitud de bots se encargaron de difundir evidencias de comisión de
delitos supuestamente contenidos en la información, que luego resultaron
falsas.
El Partido Sintético
Dinamarca abrió el debate en sus últimas
elecciones legislativas, a las que concurrió el Partido
Sintético liderado por una aplicación de inteligencia artificial:
un chatbot [1] llamado Leader Lars que aspiraba a
entrar en el parlamento. Detrás del chatbot hay humanos,
naturalmente, en particular la fundación MindFuture de arte y tecnología.
Leader Lars fue entrenado con los programas
electorales de partidos daneses marginales desde 1970 para configurar una
propuesta que representara al 20 % de la población danesa que no acude a
las urnas.
Si bien el Partido Sintético parece una
extravagancia (con propuestas como una renta básica universal superior a €
13.400 al mes, el doble del salario medio en Dinamarca), ha servido para
estimular el debate sobre la capacidad de una IA para gobernarnos.
Si analizamos el pasado reciente de la IA,
vemos que los avances se suceden uno tras otro, particularmente en el campo del
procesamiento del lenguaje natural tras la aparición de las arquitecturas
basadas en transformers.
Los transformers son
enormes redes neuronales artificiales (uno de los métodos de
la IA) entrenadas para aprender a generar textos, pero fácilmente adaptables a
muchas otras tareas. Estas redes aprenden la estructura general del lenguaje
humano y acaban teniendo un conocimiento del mundo a partir de lo que han
«leído».
Uno de los ejemplos más avanzados lo ha
desarrollado OpenIA y se llama ChatGPT. Se trata de un chatbot capaz de
responder de manera coherente a casi cualquier pregunta formulada en lenguaje
natural, de generar texto o de efectuar tareas tan complicadas como escribir
programas informáticos a partir de unas pocas indicaciones.
El caso Brasil
Las relaciones del clan Bolsonaro con Steve
Bannon convirtieron a quien fuera «mano derecha» de Trump en un referente del
bolsonarismo e inspiró una táctica de activismo digital al estilo brasileño.
La relación entre Bannon y la familia
Bolsonaro se consolidó el mismo año en que Brasil eligió por primera vez a un
presidente de extrema derecha. En vísperas de la campaña electoral, Eduardo
Bolsonaro conoció personalmente al estratega que ayudó a llevar a Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos.
El asesor de políticas globales para
debilitar las democracias locales, Steve Bannon, fue fundador de Breitbart News, un sitio
de extrema derecha famoso por difundir noticias falsas y contenido racista.
Entre las técnicas para viralizar
publicaciones, el sitio web centró sus esfuerzos en difamar a los políticos
demócratas y difundir teorías sobre una hipotética conspiración global marxista
contra lo que denominó «valores estadounidenses tradicionales».
El inicio de 2019 también estuvo marcado
por el anuncio de Eduardo Bolsonaro como embajador sudamericano de El
Movimiento, articulación creada por Bannon y encabezada por Marine Le Pen
(Francia), Matteo Salvini (Italia) y Viktor Orbán (Hungría) para unir a líderes
mundiales de ultraderecha.
El caso Argentina
Fue demostrada la negociación que mantuvo
en 2016 el gobierno de Mauricio Macri con Cambridge Analytica (CA), la
empresa acusada de utilizar datos personales de Facebook para
perpetrar campañas en diferentes países a través de la manipulación del
electorado en las elecciones legislativas de 2017.
Alexander Nix, el ex-CEO de Cambridge
Analytica, admitió que su empresa trabajó en una «campaña antikirchnerista»
durante las elecciones presidenciales de 2015. Interpelado por la Comisión de
Asuntos Digitales, Cultura, Medios y Deporte del Parlamento británico, que
investiga el uso ilegal de los datos de la red social Facebook por parte de la
consultora. Nix manifestó desconocer el asunto de la campaña en la Argentina,
aunque finalmente debió admitir que estaba al tanto, sin mencionar la identidad
de su contratador: «No nos gusta hablar de clientes específicos,
simplemente porque hay una confidencialidad con el cliente», sostuvo en su
comparecencia, que fue transmitida por el canal C-Span 2.
Los parlamentarios denuncian «alarmantes
pruebas» en su informe sobre la presunta injerencia ilícita de la empresa
consultora británica SCL Group en operaciones políticas en el extranjero,
incluida una maniobra realizada en 2015 contra la entonces presidenta argentina
Cristina Fernández de Kirchner.
«El comité ha visto evidencia confidencial
de una reunión entre los directores del Grupo SCL con el PRO Cambiemos el 27 de
mayo de 2015, en relación con una campaña anti-Kirchner en Argentina»,
afirmaron los miembros del Comité Digital, Cultura, Medios y Deportes
de la Cámara de los Comunes del Parlamento británico en su informe
sobre Desinformación y falsas noticias.
Sin transparencia
Las ventajas de usar una IA para la acción
de gobierno serían varias. Por una parte, su capacidad de procesar datos y
conocimiento para la toma de decisiones es muy superior a la de cualquier
humano. Pero, al día de hoy, los chatbots sólo reaccionan, se alimentan
de los datos que alguien les proporciona y dan respuestas. No tiene aún
autonomía de lenguaje; es decir, no pueden reaccionar «espontáneamente» en
tomar la iniciativa. Es más adecuado ver estos sistemas como oráculos, capaces
de responder a preguntas del tipo «qué crees que pasaría si…» o «que
propondrías en caso de…», más que como agentes activos.
Los posibles problemas y peligros
de este tipo de inteligencias, basadas en grandes redes neuronales es el de
la falta de transparencia (explicabilidad) de las decisiones que toman. En
general actúan como cajas negras sin que podamos saber qué
razonamiento han llevado a cabo para llegar a una conclusión. El «experto» es
un humano que define los procesos de aprendizaje y orienta los resultados. No
olvidemos que detrás de la máquina están personas que definen o adecúan las
estructuras de datos y los algoritmos para los procesos de aprendizaje (el
entrenamiento del algoritmo). Estas decisiones y acciones permiten introducir
ciertos sesgos en la IA por intermedio de los datos que han usado para
entrenarla. Por otro lado, la IA no está libre de dar datos o consejos
erróneos, como muchos usuarios de ChatGPT han podido experimentar.
La soberanía sobre los datos y la
transparencia sobre los procesos de la IA continúa a la espera de políticas más
firmes por parte del Estado. Políticas como la exigencia de almacenamiento
local de los datos para aplicación de leyes contra monopólicas y visibilidad
ciudadana sobre los algoritmos y los procesos de aprendizaje permitirían
garantizar transparencia democrática en el contexto digital.
La democracia está en riesgo, la
manipulación de las personas mediante el uso indebido de datos personales y la
propagación de noticias falsas es un hecho demostrado. El debate y las acciones
aún pendientes: democracia o corporaciones debería moverse urgente a lo
político, ético y social.
Alfredo Moreno
es Profesor TIC en Universidad Nacional de Moreno
@TICDAT2
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