23/7/2022
Política
Devaluación y dependencia, consecuencias sin sorpresas
Los sobresaltos financieros de la última semana carecen de sorpresa. Son las consecuencias de una economía puesta al servicio de los intereses de los grupos económicos y resultado directo del programa consensuado por el conjunto del sistema político con el Fondo Monetario Internacional.

Fernando Gómez
Publicado el 23 de Julio de 2022

La moneda
nacional se devalúa desde hace 6 años a ritmo sostenido y constante. El
gobierno de Mauricio Macri aceleraba y celebraba, el de Alberto Fernández
intenta fingir las microdevaluaciones diarias diciendo que combate la
estrategia de ataque sobre el bolsillo de las mayorías. Lo cierto, es que la
devaluación es funcional a los grupos económicos que pagan salarios en pesos y
venden productos en dólares afuera o en precios dolarizados en el país.
Alegar, como
quien descubre el truco secreto de un mago prestigioso, que hay una presión
devaluatoria en una economía condenada a la dependencia de la estrategia de
multinacionales y potencias extranjeras, es una actitud desvergonzada, que no
tiene consecuencias mas severas, porque la política reproduce discursos que
sólo rebotan en las paredes de los palacios que habitan.
Los distintos
componentes del Frente de Todos celebraron con aplausos al ex Ministro de
Economía Martín Guzmán por haber alcanzado un acuerdo ruinoso para el país con
las corporaciones de usura financiera que operan como acreedores externos de la
deuda contraída por Mauricio Macri.
Aquel acuerdo,
también, era una exigencia del FMI, con quien no se puede alcanzar contrato de
facilidades extendidas alguno si antes no se cierra un acuerdo con los
acreedores privados. Lo sabía Guzmán y cada uno de los dirigentes políticos que
felicitaron aquella reestructuración de deuda.
El acuerdo con el
FMI, aunque muchos pretendan despegarse en el futuro, fue una estrategia
trazada desde las primeras horas de este gobierno. Matices más, matices menos,
el conjunto de la alianza gobernante transitó el sinuoso comino de la
dependencia económica sin utilizar la fortaleza política que
otorga la representación popular y los porciones de Estado que usufructúan,
para condicionar el destino de un acuerdo que condiciona lo destinos del país
por las próximas décadas.
Las consecuencias
de la actual presión devaluatoria, que terminó con saltos irracionales en el
dólar ilegal, no deja de ser una hoja de ruta habitual para los grupos
económicos, que encuentra convalidación y contención en la agenda suscripta con
el FMI que demanda un ajuste en el tipo de cambio oficial.
La cantinela del dólar ilegal
Ya en el mes de diciembre,
pero de 2020, el analista financiero Rodolfo Pablo Treber, señalaba que la
presión devaluatoria es consecuencia, y no causa, de la dependencia económica.
Para identificar el problema, sostenía que “el pueblo trabajador es el primer
perjudicado, ya que afecta directamente al poder adquisitivo del salario por la
relación directa y lineal entre devaluación e inflación; pero también castiga a
empresarios importadores y a la cadena de producción local en su totalidad,
dado que conlleva un aumento generalizado de los costos fijos, insumos y una
caída de la demanda en el consumo interno.”
En tanto, marcaba
con nitidez los beneficiarios de la devaluación de la moneda. “El sector
exportador ve con buenos ojos tanto una caída del consumo interno, pues le
genera mayor cantidad de saldos exportables, como un aumento del valor del
dólar, porque cobra su liquidación en pesos al tipo de cambio
oficial. Esto último explica el gran interés del sector agroexportador por
la devaluación.”
“Someter
políticamente a la Patria y empobrecer al Pueblo mediante crisis económicas,
planificadas y permanentes, son la garantía de conservación del orden
establecido. Necesitan que la Argentina no se levante, no se industrialice,
para mantener inalterable su dominio. Esto les da posibilidades de negocios que
trascienden, largamente, el comercio de granos, como la orientación del consumo
interno y el manejo de recursos naturales (minerales, materias primas e
hidrocarburos)” decía Treber hace un año y medio atrás, describiendo con
naturalidad una coyuntura en la que algunos intentan fingir sorpresa frente a
la agudización de las tensiones sociales que se generan como consecuencia de
una política económica planificada en esta dirección.
Apuntaba Treber
por aquel entonces que “debemos identificar la causa de los problemas
económicos de la Argentina en la implementación, consolidación y
naturalización de un sistema político ajeno a los intereses
nacionales, con base en la privatización y extranjerización de su comercio
exterior y su sistema financiero. Este, y no otro, es el origen de la
primarización de su economía y la dependencia de una moneda que no emite ni
controla.”
El drama
cotidiano de nuestra soberanía
El manual de la
dependencia económica indica que una vez privatizado un resorte estratégico en
manos del Estado Nacional, cuando crecen las presiones recuperar desde el
sector público el control de la herramienta otrora enajenada, una buena
estrategia es prorrogar las concesiones para estudiar mejor los temas y poner
en suspenso los debates, hasta que se agoten en los laberintos de la cobardía.
El decreto 949 con
el Río Paraná y la mal llamada Hidrovía es una prueba contundente de ello. Y
para el que no quiera entender, en esta semana pasada, “La Secretaría de
Energía prorrogó hasta el 31 de diciembre de 2025 la fecha límite de las
concesiones provisorias de 13 represas hidroeléctricas, localizadas en las
provincias de Mendoza, San Juan, La Pampa y Jujuy. Las centrales comprendidas
son las de San Martín, La Lujanita, Los Coroneles, El Carrizal, Cacheuta,
Triple Salto Unificado, Canal Cacique Guaymallén, Tiburcio Benegas todas en la
provincia de Mendoza; Salto de la Loma y Los Caracoles, en la San Juan; Casa de
Piedra en la de La Pampa; y Reyes en la de Jujuy”, narra la crónica oficial, y
mantiene la privatización de la producción energética en medio de un nuevo
aumento de tarifas para combatir los subsidios.
Mientras nadie
sabe cuál es el costo real de producción de un Kwat en el país, y en medio de
la oportunidad de recuperar las concesiones ruinosas del menemismo, la
Secretaría de Energía decidió manotear el manual de la dependencia económica y
prorrogar las concesiones hasta el 2025, cuando otro gobierno tenga en sus
manos los resortes institucionales del país.
El año que viene
vencen las concesiones de las represas situadas en las cuencas de los ríos
Limay, Neuquén y Río Negro. El debate está en el centro de la agenda de los
actores políticos y económicos involucrados en el asunto. Si quieren un
adelanto de lo que puede ocurrir, apenas basta con observar en el Boletín
Oficial las Resoluciones 534/2022, 535/2022, 536/2022, 537/2022, 538/2022,
539/2022, 541/2022, 542/2022, 543/2022, 544/2022, 545/2022, 546/2022 y 551/2022
y poder ver en el futuro lo que habrá de suceder con las concesiones de nuestra
Patagonia.
Aunque el
tema pase desapercibido, la anomia frente a la cuestión, marca el grado de
desertificación ideológica que atraviesa al movimiento nacional. En pleno
debate sobre acortar subsidios a la energía, en la circulación de un formulario
para lograr entrampar a la mayoría de los argentinos en el nuevo tarifazo que
reclama el FMI, la vergüenza que debiera generar hacer pagar a nuestro pueblo las
consecuencias de un ajuste al mismo tiempo de echar leña a la inflación, al
mismo tiempo en que se mantiene el negocio de la energía en manos privadas.
Como las
centrales, pero con todo
Un pasquín pretendidamente
ubicado ideológicamente en las filas del movimiento nacional se preguntaba en
ésta semana acerca del “misterio de los restaurantes llenos”. Sobre premisas de
la consultora Ecolatina, se preguntaban sobre la razón por la que se produce un
boom de consumo.
“La
economía vuela” se escucha decir a cualquier funcionario extraviado de la
realidad que se abraza a estadísticas de hace meses para justificar su posición
de privilegio en la estructura del Estado Nacional.
Viven,
sienten, piensan la política, analizan los problemas y escuchan sugerencias de
forma diametralmente opuesta al pueblo que pretenden representar.
Es un acto
de cinismo, en un país que tiene trabajadores formalizados cobrando salarios
por debajo de la línea de pobreza, y la enorme mayoría de los que habitan este
suelo trabajando en la mas absoluta informalidad o sin trabajo, andar
preguntándose por el misterio de los restaurantes llenos. Es la misma patología
del funcionario que alega que la economía anda bárbaro, porque escuchó que las
corporaciones agroexportadoras levantaron 14.000 millones de dólares y los
grupos económicos registran ganancias siderales.
La política no es el arte de ganar elección tras elección sin importar un rábano el proyecto político que se defiende. Hará falta una profunda reflexión en ese sentido, o atenerse a las consecuencias al inevitable ejercicio de rendición de cuentas compulsiva a la que habrá de someter al sistema político el pueblo invisible que no pisa los restaurantes ni usufructúa las mieles de la concentración económica.
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