31/12/2022
Deportes
El adiós a Péle, o Rei do jogo bonito
Cuando el mundo vivía aún la euforia desatada por la selección argentina de fúbol y en especial por “el enano” Lionel Messi, Edson Arantes do Nascimento, más conocido como Pelé, o Rei do jogo bonito, murió a los 82 años, tras sobrevivir a una enfermedad en los pulmones.

Rubén Armendáriz
Publicado el 31 de Diciembre de 2022

Fue la última
leyenda brasileña, con varias paradas y caídas por el camino. Hoy, con su
muerte revive su perfil de héroe de Brasil: por años lo dejaron en una sombra y
ahora le devuelve la corona al rey, aunque ya no realiza gambetas ni golazos.
No logró eludir a la Parca.
Había nacido en
casa pobre, en un pueblito remoto, y llegó a cumbres del poder y la fortuna,
donde los negros tienen prohibida la entrada. Fuera de las canchas nunca regaló
un minuto de su tiempo, y jamás una moneda se le cayó del bolsillo. Pero
quienes tuvimos la oportunidad de verlo jugar hemos recibido ofrendas de rara
belleza: momentos esos tan dignos de inmortalidad que nos permiten creer que la
inmortalidad existe, señalaba Eduardo Galeano en El fútbol a sol y sombra.
César Luis
Menotti. entrenador de la selección argentina campeona del mundo en 1978,
siempre destacó que Pelé «es el más grande de todos los tiempos, único e
incomparable», y hoy remarcó esa impresión al recordar en el día del
fallecimiento del brasileño a quien fuera su compañero de equipo en Santos de
Brasil en 1968.
Los jóvenes
brasileños de al menos tres generaciones nunca le vieron jugar, pero han
escuchado ciento de veces las historias de sus proezas y de las alegrías que le
dio a Brasil. Gracias a él, Brasil ha acumulado cinco copas mundiales. Se labró
una fama más allá de la de ser el mejor futbolista de la historia: la de
mujeriego, ambicioso y poco exitoso empresario, padre ausente y pésimo
vaticinador. Fuera del campo de juego, se apagaban las luces y fueron todas
sombras.
Brasil y el
Santos de Pelé presume de ser el abanderado del ‘jogo bonito’ y de haber
antepuesto durante toda su historia la diversión por encima de cualquier
limitación táctica o rígidos sistemas. O Rei dominó una época liderando un
equipo que enamoró con su juego. Más allá de los éxitos a nivel de selecciones,
encabezó una generación que rompieron los moldes preestablecidos sobre un
terreno de juego. Dejó atrás las glorias de Di Stéfano y Puskas.
La calidad de
jugadores como Dorval, Mengalvio, Pepe, Vavá, Garrincha, Didí, Zagallo, Amarildo,
Gerson , Gilmar, Manga, Carlos Alberto, Clodoaldo, Tostao , Rivelinho,
Jairzinho y especialmente Coutinho convirtió al equipo brasileño en el
sitio ideal donde Pelé explotara sus condiciones y sedujera multitudes.
Descrito por la
FIFA como «el más grande de todos». En 1999 el Comité Olímpico Internacional
lo distinguió como el «mejor deportista del siglo XX» y le otorgó la Orden
Olímpica en 2016. En 2000 fue elegido como el «mejor futbolista oficial del
siglo XX» con el 73 % en una votación realizada por la Comisión de Fútbol
de la FIFA.
En 1957 vistió
por primera vez la camiseta de la selección brasileña y se estrenó como
goleador ante el eterno rival, Argentina. Al año siguiente, acarició por
primera vez la Copa del Mundo después de marcar dos de los cinco goles que le
dieron el triunfo en la final ante la anfitriona, Suecia.
En el Mundial de
Chile 62, el combinado brasileño volvió a proclamarse campeón sin contar con su
joven estrella, que se quedó fuera de los partidos finales por una lesión,
suplantado por Amarildo. Cuatro años después, en Inglaterra, Brasil cayó
eliminado: una derrota con la que Pelé tuvo que cargar mientras trataba de
afrontar problemas más mundanos fuera del campo.
La Verde-amarela,
cuestionada por su eliminación en 1966, se resarcía en el Mundial de México 70
con furia y talento del lastre de la derrota, con O Rei al frente, y Jairzinho
como figura emergente. O jogo bonito de los brasileños tumbó a Italia
en la final y dio a Pelé su tercer título mundial.
Un mes más tarde, O
Rei abandonó la selección y cuatro años después, a los 34 años, su quipo
de toda la vida, el Santos. A pesar de haber afirmado en diferentes entrevistas
que solo jugaría hasta 1972 y que se retiraría en su equipo de toda la vida,
fichó por el Cosmos de Nueva York en 1975, equipo en el que colgó las botas
definitivamente en 1977, cuando se acercaba a los cuarenta.
Los únicos
números que le daban buenos resultados eran los de su carrera futbolística. En
1969 marcó su tanto número 1.000 frente al Vasco da Gama en el estadio
Maracaná, rodeado de una gran expectativa mediática y social que lo había
perseguido durante los meses previos a tan antológico gol.
Paren la guerra:
juega Pelé
Cien canciones lo
nombran, recordaba Galeano. A los 16 años fue campeón del mundo y rey del
fútbol. No había cumplido veinte cuando el gobierno de Brasil lo declaró tesoro
nacional y prohibió su exportación. Ganó tres campeonatos mundiales con la
Selección y dos con el Club Santos.
Después de su gol
número mil siguió sumando. Jugó más de 1.300 partidos en ochenta países, un
partido tras otro a ritmo de paliza, y convirtió casi 1.300 goles. Una vez
detuvo una guerra: Nigeria y Biafra hicieron una tregua para verlo jugar.
Verlo jugar, bien
valía una tregua y mucho más. Cuando Pelé iba a la carrera, pasaba a través de
los rivales como un cuchillo. Cuando se detenía, los rivales se perdían en los
laberintos que sus piernas dibujaban. Cuando saltaba, subía en el aire como si
el aire fuera una escalera. Cuando ejecutaba un tiro libre, vales que formaban
la barrera querían ponerse al revés, a la meta, para no perderse el golazo.
Frases de Pelé
Nací para el
fútbol como Beethoven para la música. Nunca habrá otro Pelé. Mi padre y mi
madre cerraron la fábrica.
Cuando jugaba en
Argentina me decían negro sucio y macaco.
El deporte era el
mejor camino para incentivar a los jóvenes a llevar una vida sana y rechazar el
uso de las drogas.
Me siento
realmente apenado por lo que le ocurrió a Diego Maradona porque era un jugador
fantástico. Infortunadamente se involucró en las drogas y perdió la oportunidad
de ser un buen ejemplo para la juventud. Diego, creo que éste es el momento
para que recibas el apoyo de todos tus amigos. Los milagros existen y sólo hay
que confiar en Dios. Las cosas pueden cambiar y eso es lo que quiero desearte.
Qué triste
noticia. Perdí a un gran amigo y el mundo perdió una leyenda. Aún queda mucho
por decir, pero por ahora, que Dios dé fuerzas a los miembros de la familia. Un
día, espero que podamos jugar juntos a la pelota en el cielo.
“Diego, nunca
hagas caso cuando te digan que sos el mejor. El día que te sientas el mejor
dejarás de serlo” y “el
incluso siendo
jugador. Hay tiempo para salir, para tomar una copa, fumar un cigarrillo,
acostarse tarde, comer una comida que a uno le guste. Pero hacelo con
equilibrio. Haz siempre lo que no dañe a tu físico porque si no se acaba todo”,
le dijo el 9 de abril de 1979.
Dicen que Pelé y
Maradona están preparando un picadito.
Periodista
y politólogo, asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE)
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