14/5/2022
Economía
El FMI y la historia de la subordinación en la región latinoamericana
La Argentina está en el centro de la atención y el debate por el acuerdo suscrito recientemente con el FMI. Con ese préstamo, la Argentina es hoy el principal deudor del FMI y acaba de suscribir un programa de ajuste fiscal y monetario en un marco de alta inflación y deterioro de las condiciones de vida de la mayoría empobrecida. Un clásico del FMI

Julio Gambina
Publicado el 14 de Mayo de 2022

La Argentina está en el centro de la atención y el debate
por el acuerdo suscrito recientemente con el FMI y que se proyecta hacia el
2034. Un acuerdo que intenta legalizar vicios de origen de un préstamo
cuestionable desde varios ángulos (45.000 millones de dólares desembolsados) y
otorgado en 2018 con el auspicio deliberado de EEUU (gobierno Trump) y su peso
relativo en la toma de decisiones del organismo. Con ese préstamo, la Argentina
es hoy el principal deudor del FMI y acaba de suscribir un programa de ajuste
fiscal y monetario en un marco de alta inflación y deterioro de las condiciones
de vida de la mayoría empobrecida. Un clásico en la
lógica del FMI.
En la historia reciente podemos encontrar otros casos
paradigmáticos, como el de Bolivia en 2019, país receptor de un préstamo del
FMI por 327 millones de dólares, otorgado a un gobierno ilegitimo (surgido de
un golpe de Estado) y no utilizado, que fuera devuelto por el actual gobierno
con actualizaciones por más de 19 millones de dólares, e intereses y comisiones
por 4,7 millones de dólares; totalizando un costo de casi 25 millones de
dólares. También vale recuperar la histórica resistencia popular ecuatoriana en
2019 ante las exigencias suscriptas entre el FMI y el gobierno del Ecuador, que
impactaba en las condiciones de vida de la población.
Son dos muestras muy concretas que asocian al FMI con la
lógica de la dominación capitalista y, por ende, la extracción de riquezas de
nuestras sociedades. Lo concreto es cada vez que interviene el FMI, el sentido
es la reactivación del orden capitalista en desmedro de los derechos populares
y sociales. Existen antecedentes variados de reaccionarias intervenciones del
FMI en toda la región. En estos días hay acuerdos con Chile, Colombia y Costa
Rica.
Vale recordar que el FMI es un organismo rector del sistema
financiero mundial en el marco del orden económico emergente luego de la
segunda guerra mundial. En efecto, EEUU, potencia rectora del sistema mundial,
ejerce la hegemonía en los organismos internacionales, el FMI y el Banco
Mundial, con lo que estos actúan en sintonía con la lógica de política
económica diseñada desde Washington. Fue en los 90 que se definió el llamado
“Consenso de Washington”(sede del FMI, del BM y del gobierno de EEUU) para la
región latinoamericana y caribeña y con ello el proceso acelerado de
liberalización de la economía, con apertura al libre movimiento de capitales
internacionales; las privatizaciones de empresas públicas; el desarme de la
estrategia de sustitución de importaciones.
En rigor, un proceso iniciado en los años setenta del siglo
pasado y consolidado en la última década del Siglo XX. El FMI está en el centro
de la gestión del “sistema deuda”, mecanismo de dominación y subordinación de
nuestros pueblos y países a la lógica de acumulación del capital más
concentrado en el ámbito mundial. Se trata de una lógica sustentada en la
dinámica articulada de las corporaciones trasnacionales, entre ellos la banca y
el mercado financiero, los principales estados del capitalismo mundial y los
organismos internacionales.
La resistencia al FMI y a la deuda
La deuda constituye un mecanismo de fortalecimiento de la
dependencia de nuestros países, lo que nos motiva a recuperar los procesos de
resistencia y confrontación contra los acreedores externos y el FMI.
Vale memorar los antecedentes de la deuda latinoamericana y
caribeña, como mecanismo de subordinación de nuestras pueblos y sociedades a la
lógica del capitalismo mundial, recreada bajo las condiciones definidas por el
gran capital en tiempos de globalización y expansión de las finanzas y la
especulación. El FMI intervino en tiempos de la industrialización sustitutiva
de importaciones, entre los 50 y 70 del siglo pasado y fue instrumento esencial
para contribuir al cambio de modelo hacia la liberalización económica en los
80/90 del Siglo XX.
Por eso, entre los antecedentes debe registrarse el impago
dela deuda mexicana en 1982, dando lugar a la “crisis de la deuda”, que en la
región latinoamericana y caribeña supuso el fin de un modelo productivo y de
desarrollo desplegado por medio siglo entre los 20/30 del siglo pasado y la
reestructuración neoliberal de los 70/80 que consolidó el Consenso de Washington.
Dicho sea de paso, en esa década del 80 se produjo el retroceso que la CEPAL
definió como “década perdida”, agravando los problemas estructurales de la
organización socio económica en toda la región, con incremento de la
desigualdad, concentración del ingreso y la riqueza y expansión del desempleo,
la pobreza, la explotación y el saqueo.
En respuesta a la agresión de los acreedores bajo la
gerencia del FMI, la propuesta surgida desde La Habana en 1985 convocó a
construir un “Club de deudores” de la impagable deuda. Desde entonces, son
innumerables las campañas populares que en la región levantan las consignas de
suspensión de los pagos de la deuda, al tiempo que se demandan exhaustivas
investigaciones de la misma para definir la legitimidad, la ilegalidad e
incluso el carácter odioso de las deudas.
Por eso hoy, la intervención del FMI en la región, no
resulta distinta a la tradición, asociada a la promoción de una estrategia de
subordinación a la lógica capitalista. Al mismo tiempo, se destaca la extensión
de campañas nacionales que denuncian el endeudamiento, tal como se hizo hace
pocos días en México en ocasión de realizarse el Foro Social Mundial (FSM). La
red mundial CADTM realizó su
asamblea regional en el marco del FSM y llevó a cabo diversas reuniones en
varias ciudades mexicanas, denunciando al sistema deuda y haciendo conocer la
construcción de la promotora por la suspensión de pagos e investigación de la
deuda en México. La cuestión
de las luchas en contra de la deuda y el FMI tuvo protagonismo en la cumbre
popular del FSM
en territorio azteca.
El tema es preocupante y se agrava en las condiciones de crisis
actual. En el sitio del FMI puede leerse un artículo reciente suscripto por un
colectivo de colaboradores del FMI y encabezado por el Director del
Departamento del Hemisferio Occidental, en el que se resalta:
“Con las relaciones de deuda pública/PIB por encima de los
niveles previos a la pandemia y el aumento de los costos de financiamiento en
un contexto de tasas de interés internacionales y locales más altas, los países
tendrán que garantizar la sostenibilidad de las finanzas públicas para ayudar a
preservar su credibilidad y recomponer el espacio fiscal.”
Queda clara la convocatoria tradicional a la “sostenibilidad
de la deuda”, para lo cual se inducen reformas fiscales, con más impuestos y
menores gastos, claramente identificado en recomendaciones “como el aumento de
los impuestos sobre la renta de las personas físicas”
La tradición apunta a la regresividad fiscal de regímenes
tributarios que se descargan sobre los sectores con menores posibilidades de
enfrentar la dinámica de la crisis. En ese sentido, el FMI se reitera en la
demanda por reformas estructurales, del régimen laboral, previsional y
tributario. Queda claro que en el horizonte de recomponer la tasa de ganancia
debe disminuirse el ingreso popular, en salario, jubilaciones, o planes sociales,
incluso el gasto público de orientación hacia las necesidades de la población.
Los pueblos necesitan recrear y ampliar las campañas en
contra del ajuste y la reestructuración regresiva implícita en los programas
del FMI, en un tiempo de expansión de las deudas, no solo la pública, sino de
las empresas y las familias.
Argentina
Insistamos en el carácter condicionante del endeudamiento y
del papel del FMI. Es algo que se corrobora en el crédito asignado en 2018 por
57.000 millones de dólares, de los cuales se desembolsaron 45.000 millones. Es
una cifra que está por encima del doble de la capacidad de asignación de
préstamos según los reglamentos del organismo internacional. No solo que el FMI
incumplió con sus estatutos y normas, sino que era consciente que Argentina no
podía reembolsar.
¿Por qué entonces el FMI hizo el préstamo? Hay varias
razones, entre las cuales predominan los argumentos políticos. EEUU necesitaba
consolidar gobiernos amigables a su política exterior en el continente, y su
apuesta era a la continuidad del gobierno explícitamente de derecha en las
elecciones de fines del 2019. Se trató de un objetivo inalcanzado. De igual
manera, se proponía condicionar al gobierno entrante, que terminó siendo de
otro signo político, pero que, al asumir la negociación con el FMI para reestructurar
la devolución del préstamo, se subordinó a la lógica de condicionamiento.
También presionó la clase dominante local en Argentina, que incluye al capital
externo, necesitado del ingreso de divisas para viabilizar la fuga de
capitales, sea por cancelación de deudas anteriores, remesas de utilidades al
exterior o constitución de activos en el extranjero. Son mecanismos de fuga de
capitales para los que era necesario que ingresaran divisas. Esa fue también la
misión del FMI para otorgar el préstamo.
En definitiva, el FMI es funcional a la demanda del socio
hegemónico, EEUU, y a las necesidades de las clases dominantes en el orden
local.
Con el acuerdo suscripto en el 2022 se estableció un
paréntesis de un par de años para renovar el préstamo al solo efecto de
cancelar las deudas con el FMI y con monitoreo (auditoria) del FMI cada tres
meses. De hecho, un cogobierno con el FMI. Queda luego de la cancelación del
préstamo del 2018, un nuevo crédito de facilidades extendidas por un monto de
44.000 millones de dólares, con vencimientos hasta el 2034.
Puede presumirse el impago de ese crédito y, por ende, un
horizonte de renovaciones y condicionalidades del FMI para varios gobiernos en
el futuro mediato de la Argentina. Toda una gran condicionalidad mientras se
asuma la inevitabilidad de legalizar esas acreencias y condenar al país al
ajuste perpetuo.
El camino alternativo deviene de la campaña popular iniciada
al comienzo de la gestión gubernamental actual, con la creación de la Auto convocatoria por la
suspensión de los pagos de la deuda y su investigación, que en el trayecto de
su acción creció en articulación con otros espacios, especialmente los gestados
desde la izquierda parlamentaria, con iniciativas de movilizaciones conjuntas
para desplegar una propuesta de rechazo a los acuerdos con el FMI y otros
acreedores del endeudamiento público. El rechazo, aun parcial, al acuerdo en la
coalición gubernamental, habilita a la ampliación del arco político y social
que promueve el rechazo a la deuda y al FMI.
La realidad presenta ambas facetas, las del acuerdo con el
FMI, que en un marco de elevada inflación y restricciones fiscales y monetarias
convoca al ajuste y un mayor sufrimiento de los sectores empobrecidos. Es una
situación que agudiza el descontento, la protesta y la potencialidad de ampliar
el espectro de la confrontación y del rechazo social y político al acuerdo con
el FMI. Está claro, además, que el rechazo a la deuda es el punto de partida de
un programa integral que confronte con el régimen del capital y avizore las
condiciones de una perspectiva emancipadora.
Julio C. Gambina. Doctor en Ciencias Sociales, UBA. Profesor Titular de Economía Política, UNR. Junta Directiva de la SEPLA.
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