23/2/2021
Internacionales
Estados Unidos y el fin de la hegemonía
“A pesar de su formidable gasto armamentista, que supera por sí solo el de todos los demás países del planeta juntos, Estados Unidos perdió la hegemonía militar” sostiene el narrador y ensayista venezolano Luis Britto García.

Luis Britto García
Publicado el 23 de Febrero de 2021

Sociedad
Estados Unidos abrió el siglo con la ilusión de que iniciaba
un “New American Century”, según el manifiesto del think tank “New Cityzenship
Project”. La realidad lo refutó. Global Trends 2012 preveía un crecimiento
exponencial de la clase media. Pero proporciones cada vez mayores de ésta se
abisman en la pobreza y la marginalidad, creando la “basura blanca” que votó
por Trump. Por falta de un sistema de salud adecuado, EEUU tiene el mayor
índice de contagios y defunciones por Covid. Según la Reserva Federal, 1 % de
las familias concentra el 38,6% de la riqueza del país. Cerca de cuarenta
millones de personas están bajo el nivel de pobreza; el número de pobres
afrodescendientes duplica el de blancos y sus ingresos por familia son la mitad
de los de éstos. Su sistema carcelario confina 1,3 millones de personas: es
porcentualmente el más poblado del mundo, el 33% de sus reclusos son
afrodescendientes, su tasa de encarcelamiento es 6 veces mayor que la de
blancos, y las cárceles son campos de trabajos forzados privados para beneficio
de las corporaciones. El racismo dificulta la integración de morenos, hispanos,
asiáticos, europeos: de todo lo diferente. Los segregados protagonizan motines,
cada vez más masivos, frecuentes y generalizados.
Economía
Estados Unidos impuso su hegemonía obligando en 1944 en los
Acuerdos de Breton Woods a los demás países a mantener sus reservas monetarias
en dólares. Logró así hasta hoy pagar sus compromisos imprimiendo un papel
verde que desde 1974 no tiene más respaldo que la amenaza, y obligando a los
productores de petróleo a vender sus hidrocarburos en esa divisa. Pero el dólar
pierde terreno ante el yen, parcialmente respaldado en oro. Global Trends 2012
preveía que la economía china superaría a la estadounidense hacia 2020. Pero en
octubre de 2014 el FMI reconoció que la República Popular China era la primera
economía del mundo, con un PIB de 17,6 billones de dólares, que superaba los
17,4 billones del de Estados Unidos. (Para los anglosajones un billón es un
millón de millones). Esa tendencia no era reversible, y aventajaría a otras
economías cada vez más. Así como relojes y automóviles estadounidenses fueron
desplazados por los europeos y los asiáticos, sus restantes mercancías dejan
progresivamente de ser competitivas, al punto de que Donald Trump intentó
impedir las importaciones de China con impuestos proteccionistas, y se retiró
de Tratados de Libre Comercio con el Pacífico y con México. La Deuda Pública de
Estados Unidos sobrepasa el monto de su PIB anual: éste sufre una caída desde
2,2% en 2019 hasta -3,5% en 2020, mientras el de China crece hasta 4,9% para el
tercer trimestre de ese año. Los capitalistas yankis invierten en el exterior,
evaden impuestos en Paraísos Fiscales, y no repatrian ganancias. La
especulación financiera provoca crisis cada vez más devastadoras, como la de
2008 y la actual. La economía deviene inviable. Como señala Paul Craig Roberts,
esta declinación operó por la salida al exterior de capitales hacia China y
otros países: “El Offshoring sirvió a los intereses de los ejecutivos
corporativos y los accionistas. Los costos del trabajo más bajos elevaron los
beneficios, los bonos de los ejecutivos y los precios de las acciones,
resultando en beneficios capitales para los accionistas. Estas ganancias fluyeron
sólo hacia un pequeño porcentaje de la población. Para todos los demás estos
atesorados beneficios impusieron costos externos muy superiores a los réditos.
La fuerza de trabajo norteamericana fue devastada, y también la base tributaria
de las ciudades, los Estados y el Gobierno Federal. La clase media se encogió”
(Paul Craig Roberts: The Failure of Laissez Faire Capitalism, Clarity Press,
2013). La economía de la especulación suplantó a la productiva.
Diplomacia
Estados Unidos usurpó la hegemonía planetaria gracias a su
comando militar de las fuerzas de la Alianza Atlántica en la Segunda Guerra
Mundial. La ONU funcionó como su instrumento, al punto de que se permitió
retrasar durante décadas la admisión de la República Popular China. Europa
devino continente ocupado por los ejércitos de la OTAN; el resto del mundo
quedó amenazado por cerca de un millar de bases estadounidenses, los países
productores de hidrocarburos intervenidos. Esta prepotencia no tardaría en
suscitar respuestas en la creación de un Movimiento de los No Alineados, en la
de la OPEP, que la castigó con embargos energéticos, en varias revoluciones del
Tercer Mundo y en la creación de uniones de países latinoamericanos y caribeños
disidentes: Mercosur, ALBA, la Celac, Unasur. Poderosas organizaciones, como la
ASEAN, agrupan en forma independiente a los países asiáticos donde reside el 60
% de la población mundial.
Política
¿Qué decir de un país que se dice campeón de la democracia,
en donde acostumbra a proclamar Presidente al candidato que ha obtenido menos
votos la maquinaria vetusta y oligárquica de la elección en segundo grado por
colegios electorales? ¿Cómo entender que una elección presidencial tarde
semanas y hasta meses en arrojar resultados, y que el supuesto perdedor amenace
decidirla convocando turbas violentas contra las instituciones? ¿Será creíble
que se autoproclame defensor de la libertad de expresión un gobierno que no
tolera que un Snowden o un Assange informe a la opinión sobre sus crímenes de
guerra? ¿Que se presente como modelo institucional un poder legislativo que
autorizó la entrega de sumas de dinero o más bien sobornos a sus propios
parlamentarios? ¿Que intenta condenar a otros por violación de los Derechos
Humanos un gobierno que no ha suscrito un solo tratado que lo someta a los
organismos internacionales en la materia?
Estrategia
A pesar de su formidable gasto armamentista, que supera por
sí solo el de todos los demás países del planeta juntos, Estados Unidos perdió
la hegemonía militar. El gasto del complejo militar industrial mantiene el
empleo y la industria, pero produce bienes que no pueden ser consumidos y
concentra todavía más la riqueza en las grandes empresas. En Estados Unidos hay
más armas de fuego privadas que habitantes. Desde fines del siglo pasado la
resistencia a la recluta le impuso crear un ejército de mercenarios con sus
propias marginalidades y las de otros países. Pero la aviación y la cohetería
rusa son actualmente las más avanzadas del mundo; China dispone de la flota más
poderosa. Sin embargo, sigue empantanado Estados Unidos en la “Forever War”
eterna sucesión de intervenciones que no son más que confesión de su impotencia
para imponer la hegemonía por otro medio que la fuerza bruta, y en las medidas
coercitivas unilaterales, estrategia que consiste en aplicar la extorsión
cuando ha fracasado la economía. Este sobredimensionado gasto militar se hace a
costas del resto de la economía. En entrevista publicada por la revista
Newsweek, el ex presidente Jimmy Carter manifestó a Donald Trump: "Yo
normalicé las relaciones diplomáticas con Beijing en 1979. Desde esa fecha,
¿sabes cuántas veces China ha entrado en guerra con alguien? Ni una sola vez,
mientras que nosotros estamos constantemente en guerra. Estados Unidos es la
nación más guerrera en la historia del mundo porque quiere imponer estados que
responden a nuestro gobierno y los valores estadounidenses en todo occidente,
controlar las empresas que disponen de recursos energéticos en otros países.
China, por su parte, está invirtiendo sus recursos en proyectos como
ferrocarriles, infraestructura, trenes bala intercontinentales y transoceánicos
, tecnología 6G, inteligencia robótica, universidades, hospitales, puertos,
edificios y trenes de alta velocidad en lugar de utilizarlos en gastos
militares.
«¿Cuántos kilómetros de trenes de alta velocidad tenemos en
este país?
«Hemos desperdiciado $ 300 billones en gastos militares para
someter a países que buscaban salirse de nuestra hegemonía. China no ha
malgastado ni un centavo por la guerra, y es por eso que nos supera en casi
todas las áreas. Y si hubiéramos tomado $ 300 billones para instalar
infraestructuras, robots, salud pública en los EE.UU., tendríamos trenes bala
transoceánicos de alta velocidad. Tendríamos puentes que no colapsen, sistema
de salud gratis para los estadounidenses, no se infectarían miles de
estadounidenses más que cualquier país del mundo por el COVID-19 . Tendríamos
caminos que se mantengan adecuadamente. Nuestro sistema educativo sería tan
bueno como el de Corea del Sur o Shanghái».
Cultura
El aparato comunicacional de Estados Unidos difundió por
todo el mundo su industria cultural, intentando posicionarla como cultura
universal. A fines del siglo pasado, de cada tres películas que se exhibían en
Europa, dos eran estadounidenses. Pero su sistema de Educación Superior es
esencialmente privado, reservado para los pudientes. Quizá por ello desde hace
medio siglo la potencia del Norte no origina una sola ideología, un solo
movimiento estético de resonancia universal. Pierde pie incluso en el campo de
la ciencia y la innovación tecnológica. Una simple pandemia, que otros países
combaten exitosamente, la rinde con el mayor porcentaje y número de contagiados
y muertos en todo el planeta. Gran parte de sus avances hacia mediados del
siglo XX, como las armas nucleares y la exploración del espacio, se debieron a
científicos o técnicos importados: Leo Szylard, Albert Einstein, Werner von
Braun. Sus logros en informática se concentraron en producir en masa y a costos
accesibles artilugios previstos por científicos europeos como Kurt Godel, David
Hilbert, Alan Turing. Actualmente libra una competencia sin esperanzas con
China por el dominio de las plataformas 5G y 6G y la inteligencia artificial
fuerte.
El fin
El fin de la hegemonía es inminente, pero no inmediato. No
nos atemos al cuello las piedras de molino neoliberales que han ahogado a la
que fue la primera potencia de la tierra. Dejemos a los neoliberales sepultarse
en la tumba que ellos mismos se han cavado: no se nos ocurra enterrarnos con
ellos. Para sobrevivir, aprovechemos los resquicios de la lucha entre
potencias. Queremos Iiberarnos de la hegemonía, no sustituirla.
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