17/7/2021
Sociedad
Etiquetado frontal: A un paso de ser ley
La Cámara de Diputados aprobó el dictamen del proyecto de Ley de Promoción de Alimentación Saludable. La norma establece la inclusión de un sistema de octógonos negros que advierte cuando los productos contienen exceso de nutrientes, según el perfil establecido por la OPS .

Vanina Lombardi
Publicado el 17 de Julio de 2021

Tras más de cinco horas de sesión en un plenario en la
Cámara de Diputados, con la intervención de diversas comisiones, fue aprobado
por amplia mayoría el dictamen de la Ley de Promoción de Alimentación
Saludable, más conocida como de etiquetado frontal de alimentos, que había sido
aprobada con media sanción en el Senado, en octubre del año pasado (con
64 votos a favor y sólo tres en contra) y es el resultado de la unificación de
15 proyectos de legislación propuestos por distintos espacios políticos.
El texto había sido mejorado durante la discusión
parlamentaria a partir de la evidencia científica que hoy existe a nivel
mundial, a lo que se sumaron cuatro reuniones informativas que siguieron en Diputados, con
el aporte de más de 40 expositores.
“Fue fundamental que este dictamen se haya aprobado sin
cambios, porque este es el proyecto de ley que está basado en los mejores
estándares de salud pública y en evidencia científica libre de conflictos de
interés, y es un proyecto modelo para toda la región porque es superador de
todas las leyes que ya se implementaron”, le dijo a la agencia TSS Victoria
Tiscornia, que es magister en nutrición e investigadora de la Fundación Interamericana
del Corazón (FIC) Argentina. “Ahora, es muy importante que cuanto antes se
establezca la fecha para ser tratado en el recinto y evitar que pierda estado
parlamentario, a fin de año”, advierte la especialista.
La norma establece la implementación de un sistema de
etiquetado frontal de alimentos y bebidas envasados que utiliza octógonos
negros para advertir en caso de que el producto contenga niveles elevados de
azúcar, sodio, grasas saturadas y totales, y calorías, similar al que se ha
adoptado en Chile, México y Uruguay. Además, agrega otras medidas como la
prohibición de que los envases muestren personajes infantiles o de
celebridades.
También prohíbe publicidad, patrocinio y promoción dirigida
a niños y adolescentes de productos que contengan al menos uno de esos sellos,
e incluye medidas para promover la alimentación saludable en los colegios, como
la enseñanza de contenidos mínimos de educación alimentaria y nutricional, e
impide ofrecer, comercializar o promocionar el consumo de productos con
octógonos en esas instituciones.
“Los alimentos que se buscan etiquetar son los procesados y
multiprocesados, que tienen bajo valor nutricional, por lo tanto la información
tiene que ser clara y fidedigna hacia la población”, dijo Jimena Lopez, del
Frente de Todos por Buenos Aires, y detalló que la Argentina es uno de los
mayores consumidores de productos ultraprocesados con alto contenido de sodio y
azúcar, cuyo consumo por habitante en el país duplica el valor recomendado a
nivel mundial. “Somos uno de los países que más desarrollo de enfermedades
crónicas no transmisibles hizo en los últimos 20 años. La población no llega al
consumo mínimo aconsejado de frutas y verduras, no solo por clase y pertenencia
social, sino por una cuestión cultural en la que somos permanentemente sujetos
de consumo”, detalló la diputada, y destacó: “La fortaleza de esta ley es poder
trabajar educativamente el derechos a la información ciudadana, construida
desde lo científico”.
En total, hubo cuatro dictámenes propuestos. Al que obtuvo
la mayoría de los votos se contrapuso uno impulsado por la diputada Carmen
Polledo, del Bloque PRO de la Ciudad de Buenos Aires, que recibió 12 adhesiones.
Este proyecto proponía el uso del sistema denominado guía diaria de
alimentación (GDA), que utiliza categorías de colores (rojo, amarillo y verde)
para indicar el contenido alto, medio o bajo de los nutrientes críticos como el
azúcar, sodio, grasas y grasas saturadas, un modelo que se utiliza en el Reino
Unido e Irlanda del Norte.

“Una cosa central que está en discusión es si nos
conformamos con informar, promover y educar, o si pretendemos avanzar con
prohibiciones y censuras”, sentenció Polledo y cuestionó que la manera gráfica
en que se exhibe la información haya terminado siendo “un aspecto central” del
debate. “Hay una posición que desde mi pensamiento tiene mucho de fanatismo, de
que hay una sola forma de hacerlo, la de los octógonos negros… Pero otros
pensamos que no hay un solo método posible, que hay otros métodos con respaldo
científico que son menos agresivos y estigmatizantes, que permitirían brindar
información más precisa, más útil y mas integral desde lo nutricional”.
Otro caso fue el dictamen impulsado por el diputado del
Frente de Todos Pablo Yeldin, presidente de la Comisión de Salud, que sumó
cinco votos. Si bien coincidió con la necesidad de contar con un etiquetado
frontal claro, negro, visible y octogonal, así como con la necesidad de limitar
la publicidad y promover la educación saludable en establecimientos educativos,
considera que el proyecto “tiene algunos errores que no podrán ser salvados por
la reglamentación”.
Por eso, propuso un dictamen de minoría con cuatro
modificaciones: que la etiqueta de advertencia solo pueda ser usada en
productos procesados y ultraprocesados, excepto fórmulas para lactantes hasta
36 meses de edad, alimentos para propósitos médicos específicos, suplementos
dietarios, endulzantes y edulcorantes; que los límites que definen las
etiquetas tengan que adecuarse pero no cumplir los límites del perfil de
nutrientes de OPS; que los plazos para que la industria pueda adecuarse a la
ley sean más altos, sobre todo para pymes (de 12 a 24 meses); y, por último, que
sea menester del Poder Ejecutivo Nacional adecuar lo establecido en esta ley, a
fin de armonizar con el Mercosur las normas del etiquetado frontal en
cumplimiento con los tratados vigentes, evitando inconvenientes en su
implementación.
La homologación de criterios con el Mercosur es una de las
preocupaciones que se viene reiterando en los debates en torno a este proyecto.
Ya en noviembre del año pasado, el secretario de Relaciones Económicas
Internacionales, Jorge Neme, había advertido que esta ley podría complicar la
normativa del acuerdo y ponía en riesgo la exportación de alimentos envasados a
Brasil, adonde hoy existe un sistema de etiquetado más flexible, diferente al
de los octógonos. Al respecto, representantes de la industria plantean que es
necesario pensar en la eficiencia productiva y unificar criterios, mientras
que, desde las organizaciones civiles, se aclara que no existe incompatibilidad
con la normativa del Mercosur, ya que dicho acuerdo contempla una resolución
que establece que los Estados pueden avanzar de manera autónoma en lo que
consideren necesario para proteger la salud de su población.
Además, en una de las sesiones informativas que se
desarrollaron este año en diputados, el senador por región metropolitana de
Chile, Guido Girardi, que es médico y uno de los autores de la norma de
etiquetado en el país vecino, afirmó que tienen más de 60 tratados de libre
comercio “y nunca tuvimos problemas para exportar por los sellos, porque se
exporta en función de las legislaciones de cada país”.
Otro de los aspectos fundamentales que generan controversias
y resistencias por parte de la industria es el perfil de nutrientes, que
determina cuándo un producto tiene excesos y establece el umbral máximo para
cada nutriente. “El perfil es todo en esto, es el que va a definir qué
productos tendrán sello y cuáles no. Si se pone un perfil laxo, van a quedar
muy poquitos productos con sello, por eso era fundamental que no se modificara
el perfil de OPS”, subrayó Tiscornia, que participó en la elaboración de uno de
los trabajos que demuestran que el perfil de OPS es el que mayor se corresponde
con las guías alimentarias argentinas, elaborado desde FIC. El otro fue
desarrollado por el Ministerio de Salud de la Nación.
El cuarto dictamen fue de rechazo. Lo propuso el diputado
del Bloque PRO por la Ciudad de Buenos Aires, Alejandro García, y obtuvo solo
dos adhesiones. “Me pregunto si tenemos en cuenta la real dimensión de los
sectores productivos involucrados, si tenemos un real análisis de lo que
implica”, cuestionó el legislador, que además considera que este proyecto “se
plantea en el marco de una lógica de confrontación con los productores de
alimentación por parte del Gobierno nacional”.
En este sentido, García detalló que la producción se
desarrolla en casi 15.000 establecimientos productivos, de los cuales el 97%
son pymes que cuentan con menos de 50 empleados y que el sector representa al
29% del valor agregado que genera la industria manufacturera, un 32% de los
trabajos industriales formales, brindando empleo a 375.000 personas en forma
directa y a 1,2 millones en forma indirecta.
Carla Carrizo, del bloque UCR CABA, que acompañó el dictamen
que recibió media sanción en senadores con algunas disidencias, se refirió,
entre otras cuestiones, a la necesidad de especificar los plazos para que la
industria pueda adaptarse a la nueva reglamentación y así evitar un posible
proceso inflacionario, ya que los países que lo adoptaron en la región, como
Chile y Uruguay, tienen economías estables. Además, recordó que la historia
legislativa que busca cambiar el enfoque de alimentación en la Argentina nació
hace al menos dos décadas. “Hubo un ciclo, del 2000 al 2013, y luego otro,
desde el año 2016, de diferentes partidos que intentan ver el modo de vivir más
y mejor. Es un cambio de enfoque en el modo en que se producen los alimentos y
el modo en que consumimos”, sostuvo la diputada, y destacó que esta ley es
importante porque garantiza y fortalece tres derechos básicos: el derecho a la
salud, a la alimentación y a estar informados como consumidores.
En sintonía con esos principios, la diputada Daniela Vilar,
del Frente de Todos por Buenos Aires, lamentó que la crisis sanitaria global
profundizara la situación de pobreza estructural, “que en nuestro país venimos
arrastrando hace tiempo”. Y detalló que, por ese motivo, los niños y niñas hoy
tienen un 31% más de probabilidades de tener problema de malnutrición, a lo que
se suman la falta de información para la alimentación saludable, el marketing y
la publicidad “que abruman, agobian y conviven con nuestros niños”, la falta de
legislación y la existencia de productos de baja calidad nutricional en
establecimientos educativos o que brindan asistencia alimentaria.
“Este proyecto es urgente porque cuando tenemos niños
malnutridos, que no acceden a una alimentación saludable, eso repercute en
términos visibles en estadísticas de talla y peso, y en problemas cognitivos.
Es un problema social urgente y esta ley viene a brindar una herramienta a la
ciudadanía, para ayudar a solucionar esa desigualdad. Porque, sin duda,
necesitamos políticas públicas que garanticen el acceso a una alimentación
sana, segura y soberana de todos nuestros niños, niñas y niñes”, dijo Vilar.
Vanina Lombardi es periodista integrante de la Agencia TSS
de la Universidad Nacional de San Martín.
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