31/12/2022
Internacionales
¿Hasta cuándo? Debates impostergables en NuestraAmérica
¿Conceptos como democracia, división de poderes o libertad de prensa son eficaces para observar la actualidad? ¿O son instrumentos de dominación? ¿Pueden seguir siendo Europa y Estados Unidos garantes de paz y libertad? ¿No urge para Latinoamérica fortalecer sus instituciones? Aquí, algunas ideas.

Sergio Rodríguez Gelfenstein
Publicado el 31 de Diciembre de 2022

El mundo está involucionando. La barbarie
se impone. Una serie de valores, principios y comportamientos que la humanidad
había aceptado como válidos -a pesar que los mismos son expresión de las
sociedades de clases antagónicas- y que buena parte de esa misma humanidad los
considere “normales”, están siendo avasallados, maltratados y excluidos de la
cotidianidad de la vida.
Las noticias en este sentido son apabullantes.
Ya va siendo natural que las fuerzas armadas de Ucrania, con el apoyo de la
OTAN, bombardeen hospitales, jardines infantiles y parques de diversiones. Las
informaciones de la prensa libre traen la noticia de que uno de los proyectiles
lanzados por el ejército neonazi impactó en la sala de pediatría del centro
hospitalario causando muertos y heridos. Todo ello con las armas de la “ayuda
humanitaria” de Europa y Estados Unidos. Otro tanto ocurre en Palestina donde
el ejército sionista asesina niños con total impunidad.
Todos los argumentos que se utilizan para
enviar armas a Ucrania y para apoyar a la entidad sionista, son los mismos que
justifican las medidas coercitivas unilaterales contra Venezuela, Cuba,
Nicaragua y otros países. Se ha llegado al colmo de la indecencia y la ausencia
de escrúpulos. La carencia de cualquier tipo de ética los lleva a evidenciar,
sin ninguna impudicia, crímenes de lesa humanidad que afectan la vida y
conducen a la muerte de decenas de miles de ciudadanos. No les importa inyectar
dinero y armamento al gobierno nazi de Ucrania y al sionista de Israel que
vienen a ser lo mismo.
Durante el pasado mes de noviembre, un
proyecto de resolución presentado en la ONU para rechazar la glorificación del
nazismo, el neonazismo y otras prácticas, fue aprobado por la inmensa mayoría
de los países del planeta pero rechazado por Estados Unidos, Canadá, Japón,
Australia, Nueva Zelanda, Gran Bretaña y la Unión Europea. En otras palabras,
estos países consideran que el nazismo debería ser exaltado como valor
universal. Tal vez sea esta la explicación de su apoyo irrestricto al régimen
nazi de Ucrania.
Creo que el debate sobre estos temas supera
la coyuntura, se debe ir a los fundamentos, a lo estructural, a lo que tiene
carácter estratégico para los intereses de la humanidad.
En este sentido, se puede decir que la
crisis de valores tiene que ver con la implosión de una serie de procesos que
el mundo está viviendo y que guardan relación con la ineficacia de ciertos
constructos teóricos que ya no sirven para analizar la situación del momento,
me refiero a definiciones como democracia, izquierda y derecha, separación de
poderes, alternabilidad en el gobierno, libertad de prensa y de expresión,
Estado de derecho y otros que hoy son solo instrumentos para la dominación, y
que incluso hasta algunos sectores de la izquierda han asumido…y hasta
defendido por su incapacidad de construir puntos de vista alternos, creer en
ellos y usarlos como herramientas de construcción de la sociedad nueva.
En esa medida, ante nuestra incapacidad de
creación teórica y de hacer práctica revolucionaria, hemos sido empujados a la
defensa y salvaguarda de la conceptualización que emana de las sociedades de
clases antagónicas. Todos sabemos que esos enunciados transformados en
paradigmas de los que han ostentado el poder fueron emitidos hace muchos siglos
y hasta milenios atrás cuando el mundo era totalmente diferente al actual.
Seguir sustentándolos, es una entelequia e incluso un absurdo. Es lo que
quieren los que nos dominan. Uno de esos paradigmas es el de democracia tal
como se conceptúa en Occidente. Como prueba de su total falsedad basta ver lo
que está ocurriendo en Perú o en Estados Unidos, el propio corazón del mundo
occidental capitalista que reverencia la democracia representativa.
Cuando un connotado líder occidental como
lo es Josep Borrell establece una diferencia para el mundo en el que Europa es
un jardín y el resto, una selva, se puede entender a la perfección el
intríngulis que se nos pretende obligar a asumir. Con ello se justifica la
expansión de la OTAN como expansión del hermoso jardín capitalista que debe
construirse en todo el planeta para salvar a la humanidad de la barbarie de la
selva. Ello es necesario incluso a costa de la guerra, el genocidio y hasta de
la destrucción de la vida en el Tierra.
En esto de las definiciones, siglos de
eurocentrismo nos han hecho creer que Europa es la madre de la civilización
mundial y el ejemplo a seguir. Vale recordar que las grandes civilizaciones de
la antigüedad: China, India, Persia, Mesopotamia, Egipto, la maya, la azteca y
la inca, ninguna estuvo en Europa.
En realidad, Europa es expresión de lo
peor de la historia de la humanidad, allí nació el capitalismo y el
imperialismo, el esclavismo y el colonialismo, allí se desarrollaron las dos
guerras más brutales que el mundo pueda recordar. Europa expone en sus museos,
sin impudicia, toda la barbarie que le es propia y que manifiesta lo más
execrable de la condición humana.
En la actualidad, sus sistemas monárquicos
que se venden entre oropeles como ejemplo de estabilidad político, su
parlamento corrupto al servicio de repudiables realezas de otros continentes y
su estructura militar organizada bajo la figura de la OTAN que no es más que
manifestación edulcorada de su transformación en colonia de Estados Unidos que
la compró a través del Plan Marshall, son clara manifestación de una
putrefacción que el mundo no soportará por mucho tiempo más.
Mientras existan, hay que mantener
relaciones con ellos, como con todos, pero sobre la base del respeto
mutuo. La defensa de la soberanía y la capacidad de tomar decisiones sin
interferencias externas debería ser piedra angular de la política exterior de
cualquier país que se respete. Otro tipo de vínculo no debe ni puede ser aceptado
bajo ninguna condición.
En el caso de América Latina, Europa solo
desea tener una buena relación para alimentar los sucios intereses de sus
bancos y sus empresas expoliadoras. Los gobiernos son meros servidores para
garantizar el robo de nuestras riquezas.
En este sentido, me parece absolutamente
indigno que todavía en el siglo XXI sigamos considerando a los países de Europa
como avales o garantes de algo. ¿Hasta cuándo? No puedo concebir que para
entenderse entre venezolanos o entre colombianos se tenga que recurrir a
Noruega o a Francia para que den fe de nuestra buena voluntad para solucionar
los problemas internos. Noruega finge apoyar la paz en América Latina y al
mismo tiempo como país de la OTAN le da soporte al gobierno nazi de Kiev. De
hecho, es el sexto mayor contribuyente con armamento y recursos financieros con
más de 550 mil millones de dólares para que Zelenski continúe su labor
genocida. Es decir, “trabaja” por la paz en América Latina y trabaja por la
guerra en Europa ¿cuánta inmoralidad? … y nosotros lo aceptamos. ¿Hasta cuándo?
¿Acaso no tenemos CELAC? ¿Para qué creamos
nuestras instituciones si pensamos que no pueden ser avales o garantes? La
CELAC debe ser mucho más que reuniones de discursos y aplausos. ¿Hasta cuándo
vamos a seguir creyendo en la salvaje Europa como sinónimo de paz?
¿Qué puede ser un continente como Europa
cuando permanece en silencio mientras Estados Unidos hunde su moneda? No son
nada, dependen del comercio con China, de la energía de Rusia y de la
“seguridad” que le proporciona su condición de vasallos de Estados Unidos.
Viven del pasado y de la historia que ellos mismos se construyeron a partir del
dinero que les proporcionó el robo, el ultraje y el genocidio de cientos de
millones de seres humanos. Han edulcorado la historia para venderse como
civilizadores y cultos.
Ellos no pueden ser aval para la solución de nuestros problemas como no lo puede ser la OEA. A la vista está lo que le sucedió a Bolivia y más recientemente a Perú. Necesitar a la OEA es necesitar a Estados Unidos. En nuestro caso, como república bolivariana que somos, no es aceptable bajo ningún concepto invitar a Estados Unidos o a Europa para resolver nuestros negocios, como lo dijo el Libertador. Por algo no los invitó al Congreso de Panamá en 1826. Debemos estar a la altura de nuestros pueblos, construyendo nuestras instituciones, dándoles credibilidad y concediéndole el poder que otorga la soberanía popular para resolver nuestros asuntos y salir adelante.
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