17/7/2021
Sociedad
Infodemia, nuevos ejercicios del poder y desafíos para América Latina
América Latina es parte subordinada del Capitalismo de la Vigilancia, en tanto continúe permitiendo el extractivismo masivo de Datos para el fortalecimiento del Centro Estratégico de Inteligencia Artificial de EE.UU.

Verónica Sforzin
Publicado el 17 de Julio de 2021

Según el Informe sobre Financiamiento para el Desarrollo
Sostenible 2021, la economía global ha experimentado la peor recesión en 90
años, con los segmentos más vulnerables de las sociedades afectados de manera
desproporcionada. Se estima que se han perdido 114 millones de puestos de
trabajo y alrededor de 120 millones de personas han vuelto a sumirse en la pobreza extrema. En el
mismo transcurso de tiempo las Corporaciones de las Tecnologías de la
Información y la Comunicación, las más valorizadas en los últimos 5 años,
aceleran su acumulación. La única forma de sostener una situación tan
excluyente, sin redistribuir la riqueza, es mediante un conjunto de
herramientas de disciplinamiento social y de guerra psicológica.
La mal
llamada “infodemia” es parte de las nuevas formas de ejercer el poder
por parte de las fracciones dominantes. El termino oculta y construye una
fetichización de un fenómeno social: relacionar un fenómeno de sobreabundancia
de información con una epidemia hace que creamos que es un fenómeno “natural” o
que viene de la mano del propio uso de las tecnologías, e impide que lo asociemos
al ejercicio de una relación social.
Este fenómeno es la evidencia de la ruptura del pacto social
moderno de vínculo entre el “hecho” y el “relato”, a lo que se denominaba
“verdad” o grados de veracidad. Este acuerdo social se rompe con la hegemonía
de los gigantes de las tecnologías, que tienen la capacidad de construir
infinitos relatos, de manera directa, sin mediaciones. Esto se logra con la
monopolización de internet y la subordinación de estas tecnologías al poder del
“Big Tech” y a los sectores más concentrados del poder global.
Las nuevas tecnologías rompen las mediaciones propias de la
modernidad; constituyendo una relación directa de poder entre los grupos más
concentrados y el individuo/usuario/consumidor, esta desigualdad invisibilizada
es la estructura donde se constituye un pacto social a expensas de la voluntad
del individuo.
El fenómeno mayor, que incluye la infodemia, es la
“desinformación social”. Un sistema de desinformación masiva construida
principalmente mediante las Redes Sociales y a la cual los medios tradicionales
se suman. Para desinformar tiene que producirse una saturación de información,
en donde no se puede saber qué es falso y qué es verdadero, y que incluso, no
interesa. Esto no es producto del azar o de “la lógica de internet” a secas;
sino que es un formato que adquiere la Red monopolizada por estas
corporaciones.
Esta internet permite y promueve la proliferación de miles
de propuestas ideológicas; desde el terraplanismo, hasta los antivacunas;
necesita que haya tantas propuestas como consumidores. Intentan construir
sociedades fragmentadas mediante millones de propuestas ideológicas, para
reconstruirlas fácilmente en una polarización, en los momentos
político-electorales. Una polarización que les permita sacar ventaja.
El otro aspecto es la creación de burbujas de
fortalecimiento de las propias convicciones, “la cárcel de los algoritmos”. Hoy
lo que nos media en la lectura de la realidad no es la TV, es internet y las
Redes Sociales, y estas construyen un mundo virtual acorde a cada personalidad.
Desinformación sumada a mundos parcializados construye, como
ya lo han estudiado muchos, sistemas sociales cada vez más polarizados
ideológicamente. Son sociedades que no se enfrentan entre los desposeídos y los
grupos de poder concentrados; por que la división no se produce por las
situaciones materiales de exclusión: desocupación, aumento de la pobreza, etc.
La polarización social, es construida “desde arriba” por los centros del poder
y divide en función de sus necesidades. Gramsci describió cómo en los momentos
cruciales, la Nación se dividía entre el Partido Agrario y el Partido de la
Industria, era la forma en que las burguesías disputan el poder real; la Nación
era la escala que ordenaba las relaciones de poder dentro de los países y los
sectores dominantes dividían al pueblo construyendo Bloques de Poder en función
de dar a batalla entre sí; en Argentina; hasta el ‘55, eran la UCR y el PJ; dos
partidos de masas.
Hoy, el umbral del poder, la escala de la contienda, es
global y las fracciones dominantes ejercen el poder sin demasiadas mediaciones.
La forma de dividir ideológicamente al pueblo es a través de la construcción de
múltiples grupos manifestándose solo por pequeñas causas, imposibilitando la
construcción de un proyecto político de mayorías.
El descontento social frente a situaciones materiales de
exclusión cada vez más extremas, es leído e interpretado por la sociedad por
los relatos de los centros de poder como problemas naturales, problemas debidos
al exceso de control de los Estados, problemas causados por la corrupción, etc.
Todas lecturas que imposibilitan la comprensión acabada de la causa política y
económica de la misma: imposibilitan la lectura de los intereses en juego y de
los modelos sociales que disputan el territorio.
En los momentos políticos electorales, esta lógica instalada
desde los grupos de poder es utilizada por los sectores neoliberales, de los
distintos países; tanto en su ala liberal, como conservadora. Tener los datos
procesados de la población (a las que ellos consideran objetos) es su material
con el cual inducen conductas futuras. Apelan a las emociones, el odio les
queda muy a mano últimamente; lo importante es mantener a la población en un
estado anímico emocional, imposibilitando el despliegue de una racionalidad que
conecte sus necesidades con el proyecto político que puede resolverlas.
Lejos están, de las necesidades populares, estas ideologías
desvinculadas de los hechos concretos y materiales; de las necesidades reales
del pueblo. “Donde hay una necesidad nace un derecho”, es esta frase de Evita,
como condicionante epistemológico, que nos ubica en la necesidad de reconstruir
una mirada, plegada sobre lo popular, que aporte a esclarecer el camino
político e ideológico que permita resolver estas necesidades: la unidad
popular, la importancia del proyecto colectivo, de una ciencia política que
tenga por base las historias y experiencias de lucha populares.
El segundo momento es la construcción de la polarización
necesaria para ganar; en donde se instalan ejes ideológicos que cortan a la
sociedad en dos: en Argentina y en muchos países de la región, el caballo de
batalla es “la corrupción”. Se inventan causas, se mantiene el tema en pantalla
permanentemente: lo importante es instalar el eje, cortar a la sociedad por
ahí; múltiples campañas de odio por las redes sociales y los medios masivos de
comunicación. Esto consolida ideológicamente y envalentona al sector social más
conservador, el cual se siente representado por las propuestas neoliberales;
pero arrasa ideológicamente el sector más despolitizado e indeciso.
Esta situación, graficada a grandes rasgos, es la forma como
se ejerce el poder aprovechando las nuevas Tecnologías, estando estas al
servicio de los grandes centros de poder angloamericanos.
En Argentina, de cara a las elecciones legislativas de este
año estamos viendo la acción decidida por parte de los exportadores de la
agroindustria, algunos Grupos Económicos Locales, y los medios de comunicación
hegemónicos (Clarín, La Nación) en una avanzada ideológica; lo que más nos
cuesta ver es como juegan Facebook-Instagram-WhatsApp; Google – YouTube;
habilitando campañas del odio y siendo parte de las mismas. Más adelante
veremos cómo se estableció una alianza entre los medios tradicionales y estas
Corporaciones. Lamentablemente todavía hay sectores dentro del propio campo
nacional y popular que consideran a estas tecnologías neutras, como
“autopistas” donde fluye la información; esto genera el problema
técnico-político-ideológico de creer que es cuestión de pagar un poco más para
que estas corporaciones nos permitan instalar nuestras ideas; siendo esto un
error, ya que las mismas funcionan por acuerdos político-estratégicos de escala
global…, pero ¡no quiere decir que no aprovechen un pequeño negocio! Incluso
mejor si creemos, mediante éste, que están jugando de manera neutral.

Nuevas alianzas, una
telaraña
Para diferir la decadencia de su proyecto imperialista y aprovechando
el margen de maniobra que les permite la obscena valorización de sus
corporaciones, las Big Tech cierran alianzas con diversos sectores. En el 2020
Google impulso su nueva plataforma de noticias News Showcase, una herramienta
desarrollada “con el objetivo de promover el acceso a periodismo de
calidad, asociándose con medios confiables que producen contenido. Se puede
acceder a este contenido de alta calidad a través de las aplicaciones Google News y Discover, disponibles para Android e iOS.”.
Es decir, una plataforma en donde se pueden ver las noticias
de algunos medios; para publicar esas noticias Google les paga a estas
corporaciones mediáticas. Así Google está invirtiendo ¡mil millones de dólares!
durante un período de 3 años, distribuyéndolos en los medios que esta
corporación considera “serios” y que pueden colocar su información en su
plataforma.
También Facebook está avanzando en el mismo sentido. El
conflicto con el gobierno de Australia, el cual tuvo la osadía de querer
imponer sus condiciones para que Facebook pague por el contenido utilizado a
los medios de comunicación, tuvo la respuesta de un apagón informativo de más
de 24hs de todas las noticias de Australia en la Red. Durante esas horas, si
cualquier persona del mundo quería saber algo de Australia vía Facebook se iba
a encontrar sin respuesta gracias al gran muro tecnológico. La conclusión es
que Facebook comenzó a pagarle también a los medios por utilizar su
información, la diferencia es que en este hecho fue el Estado el que pudo poner
algunas condiciones.
Los medios tradicionales ya vieron la posibilidad de una
nueva gran entrada de dólares, en lo que podríamos denominar una “pauta
no-oficial”, sino privada, proveniente de las corporaciones trasnacionales. En
esta nueva alianza “de ganar-ganar” los medios tradicionales tienen una gran
entrada de dinero y las corporaciones transnacionales continúan legitimando los
excesos que estén cometiendo o vayan a cometer. Esta alianza permite ocultar el
rol monopólico comunicacional.
Pensemos ¿quién va a cuestionar algo cuando Facebook cierre
alguna otra cuenta más de otro funcionario político que no le sea funcional a
sus intereses? Estas corporaciones se están asegurando de esta forma un apagón
comunicacional que les permita cometer los excesos que sean necesarios frente a
un ejercicio cada vez más brutal del poder debido a la creciente desigualdad
social.
Otro hecho preocupante para la región es la alianza entre la
OEA y Facebook, una “fructífera asociación, utilizando medios innovadores
para promover la democracia, la seguridad, el desarrollo y los Derechos
Humanos", ha
dicho Almagro. “Facebook constituye un "socio" que comparte los
objetivos de la organización para las Américas y con quien poder trabajar
"productivamente" por el bien de los ciudadanos de la región.
"Estamos comenzando con la cooperación en materia de integridad electoral,
desarrollo sostenible y libertad de expresión, pero esperamos expandirlo a
otras muchas áreas".
"En Facebook somos conscientes de los retos que
enfrenta la región y de la importancia de la tarea de la OEA para robustecer la
democracia y los derechos humanos en las Américas. Esta alianza fortalece
nuestro trabajo ante desafíos como la desinformación, la integridad electoral,
la libertad de expresión, la privacidad y la protección de quienes defienden
los derechos humanos", ha manifestado Clegg.
Las desestabilizaciones políticas y los Golpes de Estado que
se han producido en la región en la última década, se construyen principalmente
mediante una arquitectura de intereses entre el poder judicial, las oligarquías
y parte de los grupos económicos y los medios de comunicación, todos estos
actores juegan en alianza con EE.UU. quien pone a disposición su centro
Estratégico de Inteligencia Artificial; mediante todo el aparato del
“Capitalismo de la Vigilancia” el cual ya viene interviniendo de manera
exponencial, lo vimos en las elecciones en Brasil, Argentina, Ecuador; la
alianza entre Facebook y la OEA es el “blanqueo” de una alianza que interviene
desde hace tiempo en los asuntos internos de los países de la región.

EE.UU., el
capitalismo de la vigilancia y la región
El Silicón Valley y unas pocas corporaciones (las que
denominamos “Big Tech”: Google-Alphabet, Apple, Amazon,
Facebook-Instagram-WhatsApp y Microsoft), lograron monopolizar el desarrollo
tecnológico de internet. Bajo la lógica neoliberal, estas tecnologías quedaron
ancladas y limitadas a la ganancia, la especulación y la manipulación social;
tres aristas que van de la mano. Las tecnologías nunca han sido neutrales, son
parte de un entramado de relaciones sociales de producción. Para hacer una
síntesis podemos decir que, en el Silicón Valley, el desarrollo de las nuevas
tecnologías se produjo desde los años 2.000 entre los intereses geopolíticos de
EE.UU. (caída de las torres gemelas, doctrina de la vigilancia total); los
Fondos Financieros de Inversión (especulación con capitales de riesgo, etc.); y
la utilización del conocimiento de las Universidades. En ese ambiente se
desarrollan las “Start Up” que muchos jóvenes latinoamericanos tienen como
ideal de progreso y oportunidad.
Frente a la crisis estructural de los proyectos
imperialistas angloamericanos, de los cuales las corporaciones de tecnología,
las “Big Five”, son parte; EE.UU. necesita mantener su decadente dominio en la
región, para lo cual despliega una guerra multidimensional contra los sectores
populares; fortaleciendo las alianzas con los sectores más concentrados de
poder en los distintos países e imponiendo sus instrumentos de guerra
económica, política y psicológica. Aunque tenga muy poco que ofrecer,
principalmente la especulación financiera y el narcotráfico, las alianzas se
tejen al calor de estos negocios y de históricos acercamientos ideológicos y en
considerar como enemigo principal - común de sus intereses, a los sectores
populares.
La posibilidad de diferir la perestroika de EE.UU. y su crisis
terminal está basada en mantenerse competitivo y en el despliegue de lo que
Shoshana Zuboff describe como “capitalismo de la vigilancia”, un nuevo régimen
de acumulación basado en la monopolización de las Tecnologías de la Información
y la Comunicación por parte de las “Big Tech”.
América Latina es parte subordinada del Capitalismo de la
Vigilancia, en tanto continúe permitiendo el extractivismo masivo de Datos para
el fortalecimiento del Centro Estratégico de Inteligencia Artificial de EE.UU.;
en tanto continúe generando una mano de obra barata de programadores que
terminan trabajando de manera terciarizada para estas empresas, por sueldos
muchos más bajos que los programadores de EE.UU.; en tanto se consolide una
estructura de pequeñas y medianas empresas económicamente dependiente de las
“Big Tech” (como impulsa la Alianza del Pacifico) y continúe permitiendo el
extractivismo de materias primas también centrales para el desarrollo
tecnológico, como el litio y las tierras raras.
Si EE.UU. pierde su patio trasero, se acelera fuertemente su
crisis, frente el despliegue de un mundo multipolar encabezado por China y
Rusia.
Las luchas populares en la calle, posibilidad de
construcción de conciencia colectiva y de un sujeto emancipatorio; en contra de
estos imperialismos y por la consolidación de los proyectos nacionales y
populares, determinarán los grados de soberanía que tendrán las próximas
generaciones.
La región, entre la
crisis, el desacople de EE.UU. y la soberanía
Hasta el 2015 en la región se avanzó, en un marco de
organismos regionales legítimos como la UNASUR; incluso la CELAC, en propuestas
de soberanía tecnológica y comunicacional, quizás no con la celeridad que se
necesitaba, pero indudablemente se estaban dando pasos centrales. Un pequeño
paso en esta orbita implicaba que el sistema del “capitalismo de la vigilancia”
que se estaba imponiendo de manera oculta a los ojos de los cuadros y de los
estados latinoamericanos, pudiera verse afectado.
Retomar el sendero de la soberanía implica desde una
estrategia propia avanzar en múltiples frentes. En este marco que la
región comience a cuestionar el extractivismo masivo de datos personales y de
empresas, como se produjo en Argentina desde la Secretaría
de Comercio Interior, es un gran avance político; pero sin duda tenemos que
retomar el camino de la alianza regional para tener la fuerza necesaria para
contrarrestar tantos actores entrelazados en contra del bienestar de nuestros
pueblos, del desarrollo de la justicia social, independencia económica y la
soberanía política. También es fundamental la convocatoria y la participación
de las organizaciones sociales y la comunidad en general. Son estos sectores
sociales los que deben estar alertas y movilizados para defender estas medidas.
Las explicaciones de fondo, son claves para generar
conciencia social necesaria para dar estas batallas, en conjunto con las
herramientas para profundizar, ampliar la organización social; es el tejido
social organizado, movilizado, el que no queda preso de los medios de
comunicación y las Redes Sociales Virtuales que imponen sus ejes de discusión.
Veronica Sforzin es investigadora del CIEPE-OIC
Sforzin
(2020) Los datos, las tecnologías, la comunicación y el rol del Estado.
Apuntes para el debate. En Libro abierto del Futuro. Argentina Futura. Jefatura
de Gabinete de la Nación.
Sforzin
(2020). Acerca del masivo extractivismo de datos en tiempos de cuarentena.
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