23/7/2022
Sociedad
Informe Internacional: Nada de igualdad de género entre trabajadores de la salud
Las mujeres del sector de la salud y los cuidados se enfrentan a una mayor brecha salarial de género que en otros sectores económicos, ya que ganan de media un 24 por ciento menos que sus compañeros varones, según un nuevo informe conjunto de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y la Organización Mundial de la Salud (OMS).

Eduardo Camin
Publicado el 23 de Julio de 2022

El informe, considerado como el análisis más completo del
mundo sobre las desigualdades salariales entre hombres y mujeres en el ámbito
de la salud, constata una diferencia salarial bruta entre hombres y mujeres de
aproximadamente 20 puntos porcentuales, que se eleva a 24 puntos cuando se
tienen en cuenta factores como la edad, la educación y el tiempo de trabajo.
Esto no
hace mas que poner de manifiesto que las mujeres están mal pagadas por sus
cualificaciones en el mercado laboral en comparación con los hombres. Como
se señala e insiste, por parte de los organismos onusiano, este es el primer
informe de tales características ya que se trata de un análisis de la brecha
salarial de género a nivel mundial y sectorial para el cual se han utilizado
datos de 54 países, que en conjunto representan alrededor del 40% de los
trabajadores asalariados del sector en todo el mundo.
Sobre la base de estimaciones mundiales ponderadas, el
informe revela que la brecha salarial de género en el sector de la salud y
asistencial oscila aproximadamente entre el 15% (en el caso de los salarios
medios por hora) y el 24% (en el caso de los salarios mensuales medios).
Teniendo en cuenta el rango de valores de cuatro configuraciones para estimar
la brecha, las trabajadoras asalariadas ganan aproximadamente un 20% menos que
los hombres en el sector de la salud y asistencial.
El control
de los efectos de grupo, principalmente debido a la segregación de género en el
empleo, reduce la brecha salarial de género en el sector. La disminución de la
brecha salarial de género tras corregir los efectos de grupo obedece al hecho
de que las mujeres están sobrerrepresentadas en categorías profesionales (con
remuneraciones) inferiores donde la brecha salarial de género es menor.
Los hombres, por otro lado, están sobrerrepresentados en categorías
profesionales (con remuneraciones) superiores (por ejemplo, médicos) donde la
brecha salarial de género es más amplia.
Al comparar
las brechas salariales de género en el sector de la salud y asistencial con las
de otros sectores económicos (ajenos a la salud), el informe concluye que las
brechas salariales de género en el sector de la salud y asistencial suelen ser
más amplias que en otros sectores; esto es particularmente evidente cuando se
comparan las categorías profesionales en el sector de la salud y asistencial
con las categorías profesionales en sectores ajenos a la salud.
Sin dudas que el sector de la salud y asistencial es una
importante fuente de empleo a nivel mundial, en particular para las mujeres. El
personal de salud y asistencial representa aproximadamente el 3,4% del empleo
mundial total, aproximadamente el 10% del empleo global en los países de
ingresos altos y un poco más del 1% en los países de ingresos bajos y medianos.
Las diferencias de edad, educación, tiempo de trabajo y la
diferencia en la participación de hombres y mujeres en el sector público o
privado sólo abordan una parte del problema. Las razones por las que las
mujeres cobran menos que los hombres, con perfiles laborales similares en el
sector de la salud y la asistencia en todo el mundo, siguen sin explicarse, en
gran medida, por factores del mercado laboral, según el informe.
«El sector sanitario y asistencial ha soportado una baja
remuneración en general, unas diferencias salariales entre hombres y mujeres
obstinadamente grandes y unas condiciones de trabajo muy exigentes. La pandemia
de COVID-19 puso claramente de manifiesto esta situación, al tiempo que
demostró lo vitales que son el sector y sus trabajadores para mantener en pie a
las familias, las sociedades y las economías«, afirmó Manuela Tomei,
Directora del Departamento de Condiciones de Trabajo e Igualdad de la
Organización Internacional del Trabajo.
«No habrá una recuperación inclusiva, resiliente y
sostenible sin un sector sanitario y asistencial más fuerte. No podemos tener
unos servicios sanitarios y asistenciales de mayor calidad sin unas condiciones
de trabajo mejores y más justas, incluidos salarios más justos para los
trabajadores sanitarios y asistenciales, la mayoría de los cuales son mujeres.
Ha llegado el momento de tomar medidas políticas decisivas, incluido el
necesario diálogo político entre instituciones”, añadió.
Jim
Campbell, Director de Personal Sanitario de la OMS señalo que «Las
mujeres constituyen la mayoría de los trabajadores del sector sanitario y
asistencial, pero en demasiados países los prejuicios sistémicos están dando lugar
a perniciosas penalizaciones salariales contra ellas».
Añadió que
los datos y el análisis de este informe pionero deben servir de base a los
gobiernos, los empleadores y los trabajadores para adoptar medidas eficaces. “
Resulta alentador que las historias de éxito en varios países muestren el
camino, incluyendo los aumentos salariales y el compromiso político con la
igualdad salarial.»
Evolución
reciente de la brecha salarial de género
Es obvio
que la brecha salarial entre hombres y mujeres no es nueva, pero
constituye un problema complejo en el que intervienen muchas causas que suelen
estar interrelacionadas. El hecho de que siga existiendo hoy en día se
debe a desigualdades de género más amplias en los planos económico y
social. Se dan casos en que hombres y mujeres no reciben el mismo salario
a pesar de realizar el mismo trabajo o trabajos de igual valor.
Esos casos podrían ser una consecuencia de la llamada
«discriminación directa», que consiste simplemente en que las mujeres reciben
un trato menos favorable que los hombres. Alternativamente, podrían estar
causados por ciertas políticas o prácticas que, si bien no se diseñaron con
fines discriminatorios, conducen a una desigualdad en el trato dispensado a
hombres y mujeres.
Sin profundizar demasiado en los aspectos más políticos, y
económicos, el informe define a grandes rasgos, – en su lenguaje onusiano- que
la injusticia social es el desequilibrio en el reparto de los bienes y derechos
sociales en una sociedad, lo que se produce en todos los ámbitos de la
sociedad.
Pero, en
realidad, el problema de fondo de la injusticia social se refleja con todo su
peso en las leyes del mercado, en la dirección de su conducción económica que
benefician a minorías y perjudican a mayorías. Al analizar los
informes nos surge junto con el asombro, un cierto desconcierto, un grado de
impotencia en este pregonar de informes que se suceden, que se repiten, que nos
interpelan, como testigos de una historia que se repite .
Todos sabemos que la impericia, la imprevisión y la
ignorancia llevan a la dependencia; pero mirar y ver, conocer los hechos, no
supone resignarse eternamente soportarlos hasta el fin de los días. Por el
contrario, se es esclavo de ellos cuando se les pretende ignorar. En gran
parte, la justicia social se refiere de manera general a la inequidad política
y la desigualdad social a la económica.
Sin dudas, la mundialización genera mucha tensión en el
tejido social. Cuando los gobiernos son incapaces de prestar seguridad social y
las redes familiares se han estirado al máximo, debemos preguntarnos cómo
colmar la brecha. En este sentido, al estar la política y la
economía conectados, la injusticia y la desigualdad social también lo están. Es
por ello, que la justicia social va de la mano con la desigualdad social, lo
que agrava las condiciones de los más necesitados.
Una cierta idea del feminismo
Estos
informes que se repiten no caen del cielo, ni descienden al infierno de las
profundidades más oscuras de la tierra, al contrario, cada día despiertan en
nosotros y sobreviven o mueren entre las soledades de la multitud, en aquella
indiferencia , en que la tragedia contradice permanente al capital.
Al analizar el informe, observamos que las contradicciones
fundamentales de la igualdad de género, no están aisladas de otras condiciones
laborales, sino que se entrelazan de diversas formas para proporcionar una
arquitectura básica a la acumulación del capital.
No obstante, ingenuamente desfilan ante nuestros ojos muchas
organizaciones que actuando como las herederas del feminismo en realidad
legitiman y consagran el status quo capitalista clásico, rechazando en el
fondo todo lo que huela a pobre, todo aquello que conforme una reivindicación
social ligada a la lucha de clases.
Hace años
que el “feminismo de la igualdad” había acuñado la teoría del “techo de
cristal”, que en esencia no cuestiona al sistema capitalista y según la cual
hay un cierto límite invisible, pero real, que les impide a las mujeres
estar en igualdad con los hombres. Y se insiste en que el
verdadero alcance de este «techo de cristal” impide a las mujeres alcanzar los
puestos de mayor retribución. A menudo, esta discriminación surge a raíz de
diversos factores culturales e históricos que influyen en la forma en que se
fijan los salarios.
De esta forma, la lucha feminista se equivoca ya que estaría
orientada a conquistar puestos de poder dentro del esquema del sistema
capitalista. En realidad, el objetivo confeso, sería que más mujeres se
incorporen en las entrañas del sistema y que lleguen a ser presidentas,
diputadas, juezas y gerentes de grandes compañías multinacionales, en este caso
Directoras de Hospitales. Estas posiciones eran y son conceptualmente
capitalistas y no ven ningún vínculo entre la lucha de las mujeres y la lucha
de los oprimidos y explotados.
La dinámica histórica de la lucha de clases en el
capitalismo como totalidad con respecto a las cualificaciones, su
especificación y su nivel de remuneración es una de las mas importantes y
todavía esta por escribirse desde una perspectiva crítica y de clase. Sólo
barriendo ese límite se irían ampliando los derechos de las mujeres en la
sociedad, terminando con el patriarcado, dado que en esta postura del
patriarcado es definido como la desigual distribución de poder entre hombres y
mujeres.
En los paraísos artificiales de las grandes capitales de la
globalización, la injusticia perdura entre los secretos de las estadísticas. El
control sobre el proceso del trabajo y el trabajador ha sido siempre decisivo para
la capacidad del capital de mantener la rentabilidad y la acumulación de
capital, y la sanidad es un componente más de un sistema de mercado que
maximiza su ganancia.
Lo esencial
es que nos enfrentamos a una escasez mundial de trabajadores de la salud
y asistenciales, pero so al capitalismo no le importa.
Eduardo Camin es periodista uruguayo acreditado en la ONU-
Ginebra.
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