30/7/2022
Tendencias
La Seguridad Vial como política de educación, salud y planificación pública
En el primer cuatrimestre de este año se registraron 1200 siniestros de tránsito fatales, que se llevaron la vida de 1339 personas. El riesgo de ver esta problemática solo como un error humano ante la falta de planificación y prevención.

Sofía Villalba
Publicado el 30 de Julio de 2022

Fotografía: Candela Bandoni - ANCCOM
En el primer cuatrimestre de este año se registraron 1200
siniestros de tránsito fatales, que se llevaron la vida de 1339 personas. Estos
datos, provistos por el Observatorio Nacional Vial, ilustran una clara
problemática: calles, avenidas y rutas pueden ser peligrosas.
Alberto Gasparín, de Luchemos por la Vida, una asociación
civil que tiene como objetivo la prevención de accidentes de tránsito, sostiene
que hay que concientizar al público general para evitar muertes innecesarias.
Si bien la educación vial debería ser curricular en las escuelas desde el año
1986, hasta el día de hoy no existe de forma oficial en los programas. “No
existe seguridad vial en los colegios, solo existen maestros o directores
preocupados que nos convocan. No pretendemos que sea una materia de currícula,
pero sí que aparezca la seguridad vial como algo transversal”, asegura.
Por su parte, Mariana Sena, miembro de la organización
Compromiso Vial, de Rosario, dice: “No pasa por agregar más cosas a la escuela.
Muchas veces los Estados generan programas y planifican, depositando más que
generando. Depositan la responsabilidad a las escuelas, pero en las escuelas es
un elemento, no pueden ser ellas las encargadas de que esto se lleve a la
práctica.”

La falta de educación vial se ve reflejada en las actitudes
de quienes circulan; no solo de los conductores, sino también de los peatones.
Sin embargo, en la medida que todos forman parte de un mismo sistema, se debe
encontrar una forma de convivencia que genere empatía respecto de los demás.
Desde Compromiso Vial se comprende a la circulación vial como un fenómeno
social, que se vincula con la salud psíquica y física. Por ello hacen uso del
concepto de “violencia vial”. “Hablamos de violencia porque en la calle aparece
un cuadro donde convergen diferentes actitudes agresivas”, indica Mariana Sena.
También Sena sostiene que desde la organización se hace
especial mención a la perspectiva de género en el tránsito. “La mujer aparece
siempre en un lugar de cuidado y el macho siempre aparece como imponente, que
no se apega a las normas. No es una cuestión de cupo, sino que se debe tener
sensibilidad y respeto al manejar”. La figura masculina tiene ciertas
habilitaciones que le permiten actuar de forma imprudente. Por ello proponen
una pespectiva feminista para la deconstrucción del sistema actual de
circulación.

En lo que respecta a la seguridad vial parecería haber una
ausencia del Estado. Una de las áreas más notorias en la falta de intervención
es la de la seguridad infantil. Según un informe realizado por la Sociedad
Argentina de Pediatría, en conjunto con la Asociación para la Disminución de
Siniestros Viales (ADSV), actualmente en Argentina se venden 326 modelos de
Sistemas de Retención Infantil, más conocidos como “sillitas”. De este número, hay
10 modelos que no tienen homologación alguna, es decir, no se verificó su
efectividad ante un posible siniestro vial y aun así son comercializadas como
si cumplieran con este propósito, sin ninguna condena o sanción por parte de
los organismos pertinentes. Asimismo, el valor de mercado de estos artículos es
muy elevado (pueden llegar hasta a los 125 mil pesos), lo que sugiere que el
transporte seguro de los niños no implica un derecho, sino un privilegio.
De acuerdo a Axel Dell´Olio, presidente de ADSV, la
seguridad vial debe entenderse como un problema de salud pública. Propone no
pensar en el “error humano”, sino en la ineficiencia de la infraestructura
existente. “Cada vez que no se invierte en un metro de ruta, se paga en un
hospital siete veces más de lo que no se invirtió”, afirma.

Según Dell´Olio “es muy simplista decir que es un error
humano. Hay un error de infraestructura, que se comparte con el error humano.
Hay que hacer campañas de concientización, pero también hay que generar
infraestructura, y hay que fortalecer la ley. Falta un consenso en el que se
definan las acciones que se van a hacer, es un problema de salud pública, y
mientras no se entienda como tal, no se va a avanzar”.
A pesar de la necesidad de un cambio estructural,
constantemente se proponen medidas para evitar que los siniestros viales
terminen con víctimas fatales o con traumatismos graves. Ema Cibotti,
historiadora de reconocida trayectoria y miembro de la Asociación Civil
Trabajar contra la Inseguridad Vial y la Violencia con Acciones Sustentables
(ACTIVVAS), comenta que la iniciativa #Calles30 propone bajar la velocidad
mínima de 40 kilómetros por hora a 30. Esto se debe a que muchas de las muertes
de peatones se producen porque 40 todavía es una velocidad bastante alta en las
ciudades. Al reducir la velocidad, entonces, se resulta en un menor número de
accidentes, dado que permite al conductor tener más tiempo de visualizar la
situación con más claridad y al peatón observar la aproximación del vehículo.
“La velocidad 30 no es un capricho, salva vidas”, asegura Cibotti.
Si bien el escenario en Argentina impone una necesidad de
planificar nuevas estrategias de seguridad vial de largo plazo y todavía queda
un largo camino por recorrer respecto a nuestra forma de transitar, el constante
trabajo de las organizaciones civiles apunta en la dirección indicada.
Sofía Villalba y Candela Bandoni son integrantes de ANCCOM, agencia de noticias de la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la UBA.