25/3/2023
Internacionales
La teoría del gran reemplazo a la tunecina
Desde hace poco más de un mes, se ha afianzado en Túnez, un discurso sumamente peligroso, xenófobo y discriminatorio por parte del presidente Kais Saïed, contra migrantes subsaharianos, entiéndase negros, llegados, después de largo y desgastantes periplos, en procura de estabilidad económica o en buscando medios para llegar a Europa.

Guadi Calvo
Publicado el 25 de Marzo de 2023

Ninguna de las
diatribas de Saïed, escapa de las vulgaridades típicas de los neo fascistas,
para estos casos: “son los inmigrantes quienes están detrás de la mayoría de
los delitos” en el país magrebí. La nueva postura del gobierno, de manera
inmediata, fue acompañada por gran parte de la sociedad local, que rápidamente,
se convirtieron en ataques a personas, saqueos, desalojos forzados, contra los
sectores apuntados por el incendiario discurso presidencial.
En las peroratas del presidente
tunecino, se han empezado a multiplicar palabras como qawmiyya y wathaniyya,
(patriotismo y nacionalismo) las que bien sabemos a dónde conducen cuando son
utilizadas por oportunistas.
Saïed, también
“denunció”, tras la revolución de 2011, que dio inició a lo que se conoció como
la “Primavera Árabe”, los partidos políticos prodemocráticos del país
“orquestaron un arreglo criminal para cambiar la composición demográfica de
Túnez, mediante la importación de hordas de migrantes africanos negros”. Según
el presidente, esta conjura amenaza convertir a Túnez en un país africano, sin
vínculos con las naciones árabes e islámicas, trayendo términos como tawteen
(afincar), que, en este contexto, se entiende como “colonizar”.
Saïed, quien en julio
de 2021 provocó, un auto golpe, que le permitió suspender la actividad
parlamentaria, por lo que asumió plenos poderes, y estableció una nueva ley
electoral que se acomodaría a sus intereses.
Tras la diatriba
nacionalista, ha ordenado una serie de disposiciones con carácter urgente, para
contener la migración “ilegal”, y detener el plan criminal, que se ha
identificado como: “Teoría del gran reemplazo”, por lo que se están produciendo
razzias permanentes, en las que se han detenido de decenas de ciudadanos
subsaharianos, sin ninguna explicación.
Desde que el gobierno
impulsó el discurso de odio, junto a una serie de medidas contra los
refugiados, iniciadas exactamente el pasado once de febrero, Saïed, no se ha
privado de atacar a quienes se han manifestado contra el nuevo perfil oficial,
como activistas de ONGs, sindicalistas, periodistas, abogados, jueces, figuras
políticas de la oposición e incluso algún empresario.
Según analistas
locales, el “fervoroso” discurso del gobierno que exalta los valores del Islam
y los árabes, en verdad, intentan disimular, el desmadre económico que vive
Túnez. Procurando llevar la atención de los ciudadanos, a cuestiones, casi
absurdas, cómo la peligrosa presencia de “africanos” en el país, la que no
sobrepasan las 22 mil almas, según el Instituto Nacional de Estadística de
Túnez, frente a una población de doce millones de ciudadanos tunecinos. Aunque
las versiones, más ultramontanas del nacionalismo tunecino, afirman que en el
país hay cerca de 700 mil subsaharianos.
La pavorosa crisis económica
de Túnez, de la que Saïed, no ha encontrado la manera de salir, desde que llegó
a la presidencia en 2019, ha puesto al país al borde del default, generado un
cada vez más alto descontento en la población y particularmente a la Unión
General Tunecina del Trabajo (UGTT) que ha salido a marchar por las calles de
las principales ciudades del país, exigiendo un cambio en la política
económica. La influencia de la UGTT, en la sociedad tunecina, alcanza a
importantes sectores más allá del mundo del trabajo, por lo que no es un hecho
menor su presencia en las calles.
A dichas protestas,
Kais Saïed, ha respondido con represión y la divulgación de teorías
extravagantes, donde la “tunenicidad”, estaría amenazada por la migración
“africana”. A lo que les ha sumado también a los grupos LGBTQ+, los que desde
el año pasado han empezado a ser perseguidos por la policía.
Además, el gobierno
ordenó la detención de una docena de figuras relevantes de la vida tunecina,
mientras se sabe, que los servicios de seguridad se encuentran investigando las
actividades de otra cantidad similar. Los detenidos, que se expresaron contra
las políticas económicas y el desbocado discurso xenófobo, han sido
secuestrados ilegalmente y otros encerrados en “pabellones psiquiátricos”, sin
nada que lo justifique.
Por otra parte, el
gobierno, parece haber perdido el control de lo que ha provocado su propio
discurso, ya que el estallido de la violencia racista contra migrantes
subsaharianos, no se han podido contener a pesar de la “voluntad” de las
fuerzas de seguridad.
Mientras, se sigue
reportando detenciones de migrantes, el 23 de febrero, la Guardia Nacional de
Túnez informó que unos cien “africanos” habían sido detenidos sorprendidos en
el cruce de las fronteras. Poco después, Saïed pidió, a organismos
internacionales, acciones claras y urgentes para detener el flujo de
inmigrantes hacia Túnez. Al tiempo que insinuó arreglos criminales, para
provocar un cambio demográfico, al que comparó con la tragedia real que el
pueblo palestino vive desde finales de la segunda fuera mundial, con la
invasión sionista a su territorio, frente a la inacción de las grandes
potencias.
La Unión Africana
expresó profunda su preocupación por los comentarios racistas del presidente
Kais Saïed, mientras que los gobiernos del África subsahariana, han comenzado a
implementar políticas para repatriar a sus ciudadanos, después que varias
embajadas de los países afectados, hayan sido prácticamente tomadas por sus
súbitos, en búsqueda de ayuda legal. Mientras que personas, cuyos países no
cuentan con representación diplomática en Túnez, han levantado campamentos,
frente a la delegación de la Organización Internacional para las Migraciones de
las Naciones Unidas (OIM), en procura de una solución.
Ya son más de
trescientos ciudadanos malíes, que llegaron a Bamako, en un avión fletado por
el gobierno. Lo mismo ha sucedido con guineanos, marfileños y gaboneses.
Unos treinta
estudiantes, de Costa de Marfil, a pesar de tener toda su documentación en
orden, prefirieron abandonar el país magrebí, por temor a que se reiteren las
acciones violencia que han soportado estas últimas semanas.
Según el relato de los
repatriados, se producen ataques casi todos los días, las amenazas e
intimidaciones son constantes e incluso los caseros los están desalojando, sin
respetar los contratos, con agresiones físicas y sin darle tiempo a retirar sus
pertenecías. Lo mismo ha sucedido con sus trabajos, de los que están siendo
despedidos, y en casi todos los casos sin indemnización.
Migajas de Bouri.
Aprovechando la
apertura a la xenofobia, el diminuto Partido Nacionalista Tunecino (TNP), el
que nunca había ocupado un solo escaño en ningún nivel de gobierno, ha
conseguido, alcanzar una exposición destacada estas últimas semanas, la noche
del veintiuno de febrero, tras que el presidente Kais Saïed, se haya agenciado
de su ideario político, respecto a la cuestión de los inmigrantes negros. Utilizando
el sentimiento, anti negro y anti africano, que en verdad se expande desde hace
años, entre los sectores populares, que encuentran en los migrantes un
competidor natural, ante los trabajos, ya que se sobrentiende que está
dispuesto a aceptar un empleo, por debajo de los sueldos ordinarios.
Según la: “teoría del
gran reemplazo”, usada en los discursos de Saïed, que preconiza las ideas del
intelectual francés Renaud Camus, quien se convirtió además en un icono de la
intelectualidad gay francesa, en un ideólogo del supremacismo blanco, en
Estados Unidos y Europa, omitiendo Saïed, que el discurso panfletario de Camus,
también apunta a los árabes, como parte del problema de los franceses blancos.
En Túnez se ha
desatado un estado de conmoción general, ya no solo contra inmigrantes negros,
sino incluso tunecinos de raza negra. Provocando docenas de episodios de
violencia, acoso sexual, practicado por grupos de jóvenes, que incursionan en
las propiedades señaladas, para sacar a la rastra a sus habitantes, para
después incendiar esas viviendas, con todos lo que tengan en su interior, a
excepción de lo que fue prolijamente robado.
Cómo si las políticas
esgrimidas por Kais Saïed, no fueran preocupantes, el presidente tunecino, tras
su visita del pasado 16 de marzo a las instalaciones de la Compañía de
Actividades Petroleras de Túnez (Etap), ha reavivado, un antiguo conflicto
fronterizo con Libia, en vista de las ganancias del yacimiento petrolífero de
Bouri una disputa que llevó ochenta años y fue resuelta por la Corte
Internacional de Justicia (CIJ) en 1982 y confirmada en 1985, a favor de
Trípoli.
El campo marino de
Bouri, a 120 kilómetros al norte de la costa libia y actualmente bajo su
control. Está considerado uno de los mayores yacimientos petrolíferos activos
del Mediterráneo, con reservas por 4500 millones de barriles de crudo
recuperable y 3,5 billones de pies cúbicos de gas natural asociado, de los que
según Saïed Túnez ha recibido migajas de Bouri. A lo que Aïssa Aribi,
presidente del comité de energía del parlamento libio, contestó en un
comunicado: “La riqueza de Libia pertenece al pueblo libio”.
Ahora habrá que poner
atención a que responde la intención del presidente tunecino, para desempolvar
aquella vieja disputa saldada hace décadas en un momento que las relaciones
entre ambas naciones no están pasando un momento conflictivo, cómo sí ha
sucedido en otras oportunidades.
Las ostentosas
declaraciones de Kais Saïed, que, según muchos analistas, solo estaría
intentado construir una imagen de hombre fuerte, también han llamado la
atención a la Unión Europea (UE) quien prepara un desembarco de funcionarios,
para controlar la situación, en vista que de profundizarse la crisis económica
y los pogroms contra los “africanos” tunecinos e inmigrantes intentaran saltar
a Europa, para dar más razones a los Camus y sus teorías del gran reemplazo.
Guadi Calvo es escritor, Periodista, Analista Internacional: especializado en África, Medio Oriente y Asia Central.