30/7/2022
Economía
Pensar nacionalmente por el sendero de la producción y el trabajo
Horacio Rovelli introduce una agenda urgente e indispensable: “impulsar el consumo y la inversión interna, el trabajo y la producción nacional”. Con aplomo crítico advierte “Podrán seguir argumentando que no se puede hacer otra cosa, lo hemos escuchado infinitas veces, pero los pueblos se cansan de la mentira y del engaño”.

Horacio Rovelli
Publicado el 30 de Julio de 2022

Se trata de un trabajo de John M. Keynes que fue
publicado en el Volumen Nº 2 de: “El Trimestre Económico” - México 1934, donde
asevera: “Un creciente abastecimiento nacional debe considerarse, no como un
ideal en sí mismo, sino como un medio de crear un ambiente en el cual pueden
perseguirse a salvo y convenientemente, otros ideales”.
“La Nación, en su conjunto, será seguramente
más rica si se emplea a los hombres y a las máquinas para construir casas muy
necesarias, que si se les sostiene en la ociosidad. El pensamiento está de tal
manera obscurecidos por cálculos falsos que desconfían de conclusiones que
deberían ser obvias, porque descansan en un sistema de contabilidad financiera
que despierta dudas sobre si tal operación es rentable.”
Ese principio de rentabilidad en basé al
interés compuesto es el que le hace afirmar: “Los mercados (1) pueden mantener
su irracionalidad más tiempo del que una persona o una sociedad puede mantener
su solvencia.”
Es una crítica directa a la lógica mercantil
que excluye contemplar el nivel de vida de la población.
Es más, aún antes que Keynes, lo había
formulado en estas pampas Manuel Belgrano, cuando en el “Correo de Comercio”
del 6 de abril de 1811 sostuvo: “La Nación China está dando a todas las del
mundo conocido un ejemplo constante de lo que es el comercio interior
auxiliado; no hay país más poblado que el que habita, ni nación más poderosa en
el orbe: todas las que se llaman cultas van en busca de sus efectos. Llevándole
la plata acunada, principalmente la nuestra, para aumentar su grandeza,
ostentación y lujo, su comercio interno es inmenso, y el externo es
insignificante respecto de la extensión del Imperio y el número de sus habitantes…”
La Argentina desde 1943 tras asumir el GOU
(Grupos Oficiales Unidos) el gobierno, hasta nuestros días, lo ha demostrado
siempre, el país crece y distribuye el ingreso sostenidamente si crece el
consumo interno y, al revés, cuando se basa en el comercio externo, se frena y/o
decrece la actividad, se excluye partes importantes de la población, acumula riqueza
una minoría y esa minoría fuga capitales.
El comercio externo propicia un modelo
extractivista, agropecuario exportador donde se prioriza la obtención de
divisas, divisas que por otra parte se fugan y hasta se endeuda al país para
poder convertir la parte de las ganancias que obtienen en pesos en dólares, con
lo que no solamente beneficia a los sectores más ricos, sino que deja la deuda como
hipoteca y condicionante de la economía nacional en su presente y su futuro.
Fue la política de endeudamiento propiciada
por el gobierno de Cambiemos, que continuó por otros medios la actual
administración, donde no solo se fugó gran parte del superávit comercial
obtenido hasta el 30 de junio de 2022 que superó los 31.000 millones de dólares
y solamente se empleó 8.200 millones de dólares para pagar intereses de la
deuda externa, sino que ese pago de intereses es sobre una deuda que no se
investigó.
El BCRA financió la fuga de capitales y la
AFIP no investigó quienes fueron los que compraron los 86.200 millones de
dólares durante la gestión de Cambiemos, que es de una gravedad extrema porque
se está permitiendo convalidar la fuga y a la vez, se está pagando la totalidad
de la misma con el presupuesto nacional, a costa de menores haberes a los
jubilados y pensionados, menor obra pública, menor asistencia a la población
incluida las limitaciones de los subsidios a la energía y al transporte.
La política económica
Cuando la ministra de Economía Silvina Batakis
viajó a los EEUU, la primera entrevista que tuvo fue con David Lipton y otros
funcionarios del Tesoro de esa nación. Lipton
era el segundo (el cargo es Primer Subdirector Gerente) de Christine Lagarde en
el FMI cuando se le prestó al gobierno de Macri la mayor suma que recibió país
alguno de ese organismo internacional.
La entrevista fue amable pero la ministra Argentina se mostró firme en que no se
necesitaba devaluar, que con el tipo de cambio oficial (ese día de $ 135 por
dólar) se proyectaba el récord de exportaciones de más de 90.000 millones de
dólares para el año y que superaría a las importaciones en más de 15.000
millones.
Lipton no contestó, pero la presión del FMI
que se devalúe nuestra moneda no es solo para garantizar un mayor superávit comercial,
sino para que al Estado le cueste pagar más por cada dólar y, de esa manera, se
acreciente la dependencia y la necesidad de solicitar waiver y otros acuerdos con el organismo acreedor. Y allí viene el objetivo último, que paguemos
con nuestros recursos naturales, con el petróleo que van a sacar de San
Carlos-Mendoza por más que el pueblo de ese lugar se opuso tenazmente; con el
hierro y la plata del Gastre en Chubut; con el oro y el cobre de Famatina y
Agua Rica; con el gas de la plataforma submarina y a 307 kilómetros de la costa
marplatense.
La devaluación es a la vez objetivo de los
grandes productores, acopiadores, y comercializadores de alimentos y de
materias primas, como de los que fugaron divisas, que pretenden que se le dé
más poder adquisitivo (más pesos) por cada dólar que ingresan al sistema legal
argentino, sino, no lo hacen.
La devaluación significa una transferencia de
ingresos de los asalariados, jubilados, pensionados, planes sociales y, todos
los que perciben por su labor (presente o pasada) y venta en pesos y, la misma
es mayor cuando mayor es el porcentaje de la devaluación. El traslado a los precios es porque son las
mismas empresas que exportan las que tienen mercado cautivo en la Argentina.
Por ejemplo, la botella de aceite de girasol
de litro y medio que se siembra, cosecha, prensa y envasa en la Argentina,
viaja 10.000 kilómetros a Europa, para venderse en Madrid a 2,48 euros. Por la paridad al 29 de julio de 2022 y dado
que funciona como techo de los precios internos, debería venderse en la
Argentina a $ 335.-, sin embargo, no se consigue en los supermercados locales por
menos de $ 470.-, por lo que las empresas del sector ya descontaban una
depreciación del peso del orden del 40%.
El Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad
Social de la Nación publica un salario promedio mensual de los trabajadores
registrados, denominado RIPTE (Remuneración Imponible Promedio de los
Trabajadores Estables), el último dato es el del mes de junio 2022 y es de $
141.289,40 que, convertido en dólares sería de unos 1.086 por mes en esa
moneda. En noviembre de 2015 el RIPTE
era de $ 15.800.- por mes con un tipo de cambio de $ 9,06 por dólar significaba
1.743 dólares. De devaluar de entrada la
gestión encabezada por Sergio Massa en un 40% (2) quiere decir que el RIPTE
convertido sería equivalente a 750 dólares, significando una caída del 43% de
los salarios.
En un marco donde la pobreza ronda el 40% del
PIB, un país que es el tercer PIB de América Latina y viéndolo desde la pobreza
somos el cuarto entre los más pobres. Un país que produce 160 millones de
toneladas de granos y tiene semejantes registros.
Obviamente que la devaluación se traslada
rápidamente a los precios y no se frena la misma adoptando medidas de ajustes
que son recesivas del nivel de actividad y que solo generan más desempleo y es
funcional a la baja del salario real.
La inflación la defiende el Fondo Monetario
Internacional que publicó en junio 2022 sus recomendaciones ante la crisis y la
ola inflacionaria actual advirtiendo que, es un error que los gobiernos
intenten limitar el aumento global de los precios a escala nacional, ya sea
mediante bajadas impositivas, topes o subsidios directos sobre determinados
productos. “Estas medidas crean distorsiones en los precios relativos,
presiones extra sobre las finanzas públicas y maquillan la realidad económica”.
Por el contrario, “deberían permitir que los
altos precios globales se trasladen a las economías nacionales mientras se
protege a los hogares vulnerables afectados por los aumentos”, lo cual -apuntó
el FMI-, es “menos costoso que mantener los precios artificialmente bajos para
todos, independientemente de su capacidad de pago”.
Su receta tiene tres ingredientes:
a)
No poner topes a los precios
b)
Ayudas directas y transitorias
únicamente para grupos vulnerables y hogares de bajos ingresos
c)
Evitar reducciones generales de
impuestos dada la pérdida recaudatoria que ocasionarían.
En relación a los precios de la energía, por
ejemplo, el FMI propone “combinar la información sobre los ingresos de los
hogares con la información sobre las facturas de los servicios públicos” y
“ofrecer descuentos a quienes se encuentran por debajo de un cierto umbral de
ingresos”, de allí la segmentación que instrumenta el gobierno de Alberto
Fernández.
Qué se debe hacer
Devaluar nuestra moneda y seguir las
recomendaciones del FMI implica el modelo diseñado por los acreedores que
beneficia al 2% de la población y extiende a lo sumo a un tercio de la misma,
excluyendo a las dos terceras parte de los habitantes que, según el último
censo estima en 47.000.000 de ciudadanos (o sea margina y excluye a 31.333.000
argentinos).
Es obvio lo irracional y violento de la
propuesta, como hace un padre que no le puede comprar una fruta o un útil a su
hijo y ni pensar si se enferma en los medicamentos. El modelo de exclusión genera violencia
social irremediablemente y tiene culpables.
No se investigó ni se investiga la deuda externa
contraída por Cambiemos, el BCRA dilapidó 31.000 millones de dólares, el
Ministerio de Transporte sigue adelante con la privatización del Río Paraná
para usufructo de las grandes empresas de la alimentación, del acero y de los
automóviles, y en cambio, se propicia la lógica del capital del interés
compuesto que genera los niveles de pobreza y de hambre en la Argentina
exportadora.
Cuando se debería impulsar el consumo y la
inversión interna, el trabajo y la producción nacional.
Podrán seguir argumentando que no se puede
hacer otra cosa, lo hemos escuchado infinitas veces, pero los pueblos se cansan
de la mentira y del engaño.
Notas:
(1) Keynes dice textualmente “the markets” (los mercados)
no “the politics” con los que traducen mal a sabiendas, quienes maliciosamente
quieren decir otra cosa. Y lo que Keynes asevera es que la lógica de ganancia
de los mercados va en contra de la lógica económica y social
(2) Ya sea porque devalúa directamente un 40% o, puede devaluar más y dar compensaciones al trabajo, a los planes sociales, etc. pero esas compensaciones (aumentos) es menor en términos reales en un 40% que la devaluación de nuestra moneda.
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