14/5/2022
Economía
Punto de fuga
"La Argentina tiene un problema recurrente, la llamada fuga de capitales" señala el en éste artículo de identidad colectiva que compartimos en InfoNativa del analista político Diego Gutierrez.

Diego Gutierrez
Publicado el 14 de Mayo de 2022

La Argentina tiene un problema recurrente, la llamada fuga
de capitales. En la jerga económica a este fenómeno se lo conoce como formación
de activos externos (FAE). Esta es el resultado de la dolarización de ahorros
y/o excedentes. No solo se trata de la compra de dólares en el Mercado Único y
Libre de Cambios y el giro de estos a cuentas en el exterior, sino que también
la compra para guardarlos, como se suele decir de forma coloquial, debajo del
colchón. Por lo tanto, la compra de dólares para atesoramiento no parece ser
una cuestión de fugadores, mala gente o cipayismo que odian a su país o a esos
papelitos de color sin valor (aunque seguro alguno de estos habrá), ni tampoco
un rasgo cultural de los argentinos, sino un rasgo estructural de la economía
argentina.
¿A qué se debe esto? Principalmente a la inflación. Una de
las funciones principales de la moneda es la de servir de reserva de valor. Es
decir, dinero ganado y ahorrado mantiene su valor durante largos periodos de
tiempo, no pierde su poder de compra. Lo que hoy compramos con un billete de
100, dentro de unos meses o incluso años, nos servirá para comprar el mismo
bien. Cuando un proceso económico tiene a tener una inflación persistente
durante mucho tiempo, los agentes buscarán desprenderse de la moneda local por
alguna clase de activo que conserve el poder adquisitivo del ahorro en
cuestión. En el caso de nuestro país se trata de los dólares.
El dólar, como sabemos, es la moneda de mayor circulación
global, el 60% de las reservas globales y el 80% de las transacciones
comerciales están hechas en esta moneda. Por lo tanto se nos presenta un doble
problema, la perdida de la función de reserva de valor, y que el Estado Nacional
la considera un activo muy valioso para financiar las importaciones de aquello
que no producimos, de los viajes al exterior, del pago de deuda, remisión de
utilidades de empresas a sus casas matrices en el exterior y de la importación
de aquellos bienes con los que se hacen otros bienes. En nuestro país, por A o
por B, todos los actores pugnan por la divisa extranjera.
Por todo esto, en los procesos de expansión económica, como
el que se dio durante el periodo 2003/2015, el problema principal que terminó
complicando a nuestra economía fue la falta de dólares, la cual se traduce el
un fenómeno conocido como Restricción Externa. El creciente consumo de bienes
disparó las importaciones y los viajes al exterior, y si bien las exportaciones
crecieron mucho durante este periodo, por cada punto del PBI que se creció,
crecieron dos puntos las importaciones. Este fenómeno es conocido como el
“deterioro de los términos del intercambio”. Nuestras exportaciones son en su
mayoría bienes primarios, aunque durante el periodo crecieron las exportaciones
industriales, y nuestras importaciones son en su mayoría bienes industriales.
Los bienes industriales tienen mayor valor agregado que los bienes primarios
con lo cual a medida que vamos creciendo importamos más manufacturas de mayor
valor, lo que hace que nuestra balanza comercial se vaya volviendo deficitaria
con el tiempo. A está característica de la economía argentina el ingeniero y
economista Marcelo Diamand la llamó “Estructura Productiva Desequilibrada”. Y a
todo esto, como ya dijimos, le sumamos la inflación.
Todo esto no significa que no existan mecanismos de
subfacturación de exportaciones, sobrefacturación de importaciones elusión
impositiva, evasión fiscal para luego comprar divisas y sacarlas del país sin
declarar, o comprar propiedades que luego no se registran. Pero este ya es un
problema de tipo jurídico penal económico y no macroeconómico, el cual se
resuelve con otro tipo de herramientas. Tampoco la FAE es un proceso
estrictamente de los gobierno neoliberales, en los gobiernos de Néstor y
Cristina Kirchner también se dio, en menor promedio que en el gobierno de Macri
claramente. Durante los 12 años de gobiernos Kirchneristas el total de la mal
llamada fuga fue de, según el economista Guillermo Gigliani, de 102600 millones
de dólares, concentrada en el periodo 2007/11 con más de 93 mil millones. Este
problema hizo que ni bien fuera confirmada la reelección de Cristina al cargo
del ejecutivo luego de las elecciones del 2011, el gobierno impusiera una
restricción a la compra venta de dólares, el llamado cepo.
Los principales problemas de nuestra balanza comercial
fueron tres: el déficit energético, el creciente consumo disparó las
necesidades de energía tanto para los hogares como para las empresas, la
balanza energética empezó a ser muy deficitaria, se importaban muchos más
hidrocarburos de los que se exportaban. Las autopartes de los autos fabricados
en el país eran en un gran porcentaje fabricados en el exterior, en Brasil para
ser exacto y la industria de armadura de Tierra del Fuego, en dónde se
ensamblan productos electrónicos que en su totalidad están fabricados en el
exterior. El déficit cambiario del sector automotor para los años 2002/13 fue
de 62 mil millones de dólares. Para el sector energético la balanza comercial
fue superavitaria desde el 2003 hasta el 2010, luego desde ahí hasta el 2015
fue deficitaria en más de 23 mil millones de dólares. Y desde el 2003 hasta el
2013 el déficit para el sector de armadura electrónica fue de más de 20 mil
millones de dólares.
Así y todo, el promedio de la balanza comercial argentina
para el periodo da positivo, pero ese saldo a favor no llegó a cubrir toda la
demanda necesaria de dólares que requiere una economía periférica y sometida a
la desigualdad de desarrollo tecnológico con respecto al centro
industrializado. Pero vamos a ver los números de la balanza comercial del
periodo referido: según el INDEC la balanza fue superavitaria en 126206,702
millones de U$S. El promedio de los 12 años fue de 9706,208 millones, pero el
promedio del periodo 2003/11 fue de 12603 millones mientras que en el último
periodo 2011/15 el promedio fue solo de 3194 millones por año de superávit. Si
bien la restricción a la compra venta de dólares evita una fuerte salida de
capitales, por el otro lado dificulta la entrada de estos también.
Como vimos, estos años fueron superavitarios para nuestra
balanza comercial, pero cuando analizamos el balance cambiario, que es la
diferencia entre las divisas que entran y salen del país por la compra y venta
de estas en el mercado de cambios y las operaciones efectuadas en forma directa
con las reservas internacionales del BCRA, vemos que el superávit se reduce
drásticamente. Según un informe elaborado por la Secretaria de Minería de la
Nación en base a datos del BCRA, el balance cambiario del periodo 2003/21
arrojo un déficit de 15525 millones de U$S. Con estos números vemos que no es
la cuestión comercial la que incide en la escasez de divisas, ya que el balance
en inversión, financiero y comercial da positivo, pero si le sumamos la salida
de capitales para atesoramiento (FAE) este termina con el número negativo
mencionado.
Una situación que puede parecer contradictoria es la etapa
menemista, en la cual luego de la implementación del programa de convertibilidad
peso dólar la inflación bajo drásticamente hasta 0% y la salida de capitales
continúo ocurriendo. En este caso, ciertas políticas del gobierno de Menem
favorecieron a los capitales especulativos y de corto plazo. El mecanismo
elegido fue la conocida como bicicleta financiera o carry trade. A través de
este mecanismo se tomaban créditos en dólares en el exterior a una tasa de
interés menor que la de nuestro país, se traía el dinero y se lo cambiaba por
pesos, luego se los depositaba en algún banco a una tasa muy alta para luego
volverlo a cambiar a dólares y sacarlos del país. La operación también se puede
hacer localmente aprovechando el incremento de las tasas de interés en pesos y
las bajas momentáneas de la divisa norteamericana.
Para finalizar, el gobierno macrista vino poner los últimos
clavos al ataúd que nos condenan el endeudamiento y la salida de capitales.
Primero el endeudamiento salvaje de 100 mil millones con la banca privada, el
pago a los buitres, la apertura del cepo, la desregulación cambiaria y las
tasas altas que garantizaban la especulación financiera y no la productividad.
Luego cuando se cortó la teta de vaca de los privados apareció el FMI para
garantizar que la entrada de dólares solventara la salida de los pesos que no
hicieron a tiempo a salir con el primer endeudamiento. 44500 millones de
dólares en un préstamo que no sirvió para encauzar la economía del país sino
para terminar de condicionar la economía argentina a futuro y darle aire al
gobierno de Macri. También para ser utilizada como moneda de cambio geopolítica
en la búsqueda de tumbar al gobierno venezolano de Maduro y como frutilla del
postre, aspirar a una reelección del gobierno de Cambiemos. Cómo no podía ser
de otra manera, el gobierno termino devaluando la moneda y colocando un cepo
para evitar la caída, y las consecuencias fueron más inflación y mayor pérdida
del poder adquisitivo.
Cómo conclusión podemos decir que el futuro del país está absolutamente condicionado por todas estas características anteriormente mencionadas, estructura productiva desequilibrada, salida de capitales, alta evasión impositiva, inflación, y una economía altamente extranjerizada. La solución debe ir de la mano de un proceso inteligente de sustitución de importaciones, aumentar las exportaciones de aquellos complejos poco desarrollados como la minería y los hidrocarburos, aumentar nuestras reservas y tener un tipo de cambio estable que mantenga el salario de los trabajadores en un buen nivel para el mercado interno.
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