18/6/2022
Economía
Respuestas a las demandas del mercado: Aceleran la devaluación y suben tasas de interés
"La institucionalidad en el ámbito nacional de la mayoría de los países y en los organismos internacionales prevalece una cosmovisión subordinada a la demanda de las corporaciones transnacionales, forma de dominio del régimen del capital."

Julio Gambina
Publicado el 18 de Junio de 2022

La Reserva Federal de EEUU (FED) elevó sus
tasas de interés. Indicando que se “decidió elevar el rango objetivo para la
tasa de fondos federales de 1-1/2 a 1-3/4 por ciento y anticipa que los
aumentos continuos en el rango objetivo serán apropiados”, anticipando una suba
similar en los próximos meses.
Si pretendemos indagar en las causas, estás
se encuentran en el retomo de la combinación de estancamiento económico y la
elevada inflación. Así, revivimos el fenómeno de la estanflación.
Las proyecciones
económicos de EEUU, en el corto y mediano plazo (2022/24) se revisaron a la
baja sobre los pronósticos de marzo pasado, con un pobre crecimiento para el
2022.
De casi cero, las tasas estadounidenses
escalan a 1,75%, con varios incrementos en este año, y con perspectiva de
continuar en ascenso.
No hay en el horizonte un pronóstico de
importante crecimiento económico y de reducción inflacionario, por lo que se
aceleran los procesos de enfriamiento de la mayor economía del mundo, con claro
impacto en la economía mundial.
Más que reactivar, la respuesta monetarista
de la FED apunta al enfriamiento de la economía, con consecuencias sociales
regresivas en el orden local y global.
El Banco Central de la República Argentina
actuará en el mismo sentido en estas horas, mucho más con la presión de
especuladores diversos que demandan acelerar la devolución de la moneda local y
aumentar las tasas, tal como se sostiene en el acuerdo con el FMI.
La demanda de especuladores y del mercado
financiero es así satisfecha. No ocurre lo mismo con la demanda de mejoras de
los ingresos populares, salarios, jubilaciones, beneficios sociales.
Por su parte el BCRA elevo la tasa de referencia por encima
de los 50 puntos, encareciendo el costo del dinero y afectando a los sectores
más empobrecidos, fuertemente endeudados vía tarjetas, con las que mal
resuelven los consumos cotidianos, afectados por una inflación que ya supera
los 60% anualizada y se proyecta en torno a los 70/75% para todo el 2022 en
Argentina.
Inflación y regresividad
La suba de la inflación mundial, principal
problema para la mayoría social empobrecida, está motivando políticas económicas
nacionales de restricción monetaria, por el mecanismo clásico de la suba de las
tasas de interés.
Por eso, la Reserva Federal de EEUU viene
cumpliendo sus anuncios de aumentos programadas para este año y se espera
nuevos aumentos en los próximos meses.
El impacto inmediato resulta recesivo y
afecta a la recuperación del empleo, del consumo y a la inversión, deteriorando
los ingresos populares, salarios, jubilaciones y planes sociales. Incrementar
el costo del dinero afecta a países, empresas y a familias empobrecidas
fuertemente endeudadas.
Lo que se verifica es una alta
concentración de ingresos de los grandes propietarios de medios de producción,
induciendo una mayor desigualdad de ingresos y en la riqueza apropiada.
Es una información verificable en el sitio
del Credit Suisse y su informe global sobre la riqueza. También resulta
ilustrativa la información detallada de OXFAM
sobre la desigualdad acrecida. En rigor, los organismos internacionales
informan detalladamente el impacto regresivo sobre vastos sectores empobrecidos
de la sociedad mundial.
Tiene lógica, la ganancia, en tanto
objetivo del régimen del capital, resulta la única privilegiada en momentos de
crisis. No hay espacio para relativas mejoras de ingresos salariales. En este
sentido puede explicarse también la inflación, ya que mediante aumento de
precios puede apropiarse el excedente económico bajo el formato de la ganancia.
La inflación es un mecanismo de distribución regresiva del ingreso.
Mucho se esperó el fin de la pandemia para
pensar en una dinámica de recuperación de la economía y que más allá de la
ganancia, sean los ingresos populares los que permitieran reactivar el consumo
y la inversión, la llamada “vuelta a la normalidad” demandada desde enfoques
keynesianos.
La realidad es un proceso de crisis
continua que aleja la salida del túnel y como señalamos, se privilegia la
recomposición de ingresos del capital perdidos en tiempos recesivos.
En efecto, la pandemia continúa, sin fecha
cierta de finalización, agravada por la guerra en Ucrania y el aumento del
gasto militar a nivel récord en el ámbito mundial. Las consecuencias sobre el
conjunto de la sociedad, especialmente los más empobrecidos, son alarmantes.
Quienes imaginaron que el 2021 suponía el
cambio de la tendencia recesiva del 2020 se equivocaron. Solo aconteció un
rebote, ya que las novedades asociadas a la continuidad de la pandemia y la
guerra, impusieron nuevos límites a la expansión cuantitativa de la producción
y circulación de mercancías, servicios y capitales.
Los datos apuntan a la continua
desaceleración en un horizonte de recesión en las principales economías del
sistema mundial. Los datos de los organismos internacionales así lo confirman.
La reunión de primavera del FMI/BM
confirmaron una perspectiva a la reducción de las tendencias de evolución de la
economía mundial.
Continuidad del ajuste y necesidad de
alternativa
En rigor, el régimen del capital no ofrece
salidas a las demandas mayoritarias de la población mundial. Sin embargo, en el
diagnóstico hegemónico se insisten en asumir las perspectivas de “reformas
estructurales” concentradas en reaccionarias reformas laborales y
previsionales. No aparecen, ni pueden aparecer rumbos alternativos.
Tiene su lógica, ya que la
institucionalidad en el ámbito nacional de la mayoría de los países y en los
organismos internacionales prevalece una cosmovisión subordinada a la demanda
de las corporaciones transnacionales, forma de dominio del régimen del capital.
Las reformas reaccionarias solo contemplan
la demanda de recuperar condiciones de posibilidad para recomponer la tasa de
ganancia, postergando cualquier orientación a resolver las demandas sociales
múltiples, aun con amenazas de hambrunas y agravamiento de la situación
ambiental por la política energética asociada a las sanciones a Rusia.
Parece una orientación suicida, sin
embargo, se reitera una dinámica que evidencia el objetivo de la producción y
reproducción del orden económico sustentado en las ganancias, la acumulación y
la dominación.
En ese marco se disputa la reorganización
de la hegemonía capitalista, en donde el principal afectado parece el
territorio europeo.
Al mismo tiempo, la elevación de las tasas
de interés agrava el problema de los países altamente endeudados y subordinados
a la lógica de la dominación del sistema mundial.
Recordemos que, en rigor, los más
endeudados son los países capitalistas desarrollados, pero con capacidad de
atender sus deudas, en buena medida asumidas en sus propias monedas. No es el
caso de la mayoría de los países dependientes, endeudados en divisas que no
producen y que, por lo tanto, están obligados a obtenerlas con elevado costo en
el mercado global.
El capitalismo despliega en las condiciones
descriptas una fortísima ofensiva contra trabajadoras y trabajadores, contra
los pueblos del mundo, agudizando el saqueo sobre los bienes comunes y
manipulando las conciencias sociales globales para no obstaculizar el gasto
improductivo en la guerra.
Hay un doble movimiento de salto hacia
adelante en la búsqueda de respuesta a la dinamización del orden vigente, al
tiempo que destruye vidas y a la naturaleza misma. Como siempre sostenemos,
resta visibilizar cuantiosas protestas y descontentos, que puedan articularse
en una propuesta alternativa, que anime un horizonte posible de satisfacción de
necesidades sociales sin acudir a la explotación y al saqueo.
Julio C. Gambina. Presidente de la
Fundación de Investigaciones Sociales y Políticas, FISYP.
Otras similares