14/5/2022
Internacionales
Un Lula conciliador lanza su candidatura para reconstruir Brasil
Juraima Almeida analiza el discurso de Lula en el lanzamiento de su candidatura presidencial y valora su trayectoria y efectos en el futuro de Brasil.

Juraima Almeida
Publicado el 14 de Mayo de 2022

El ex presidente progresista Luiz Inácio Lula da Silva,
lanzó su candidatura presidencial en un acto celebrado el pasado 7 de mayo en
el que pronunció un
discurso en el que confirmó que quiere volver al poder en Brasil en
octubre, para impedir un segundo mandato del ultraderechista Jair Bolsonaro y
«reconstruir» el país, que “sobrevive hoy al gobierno más cruel de su
historia».
«Queremos volver para que nadie nunca más ose desafiar
nuestra democracia y para que el fascismo vuelva al basurero de la historia del
que nunca debería haber salido», dijo Lula, de 76 años, vistiendo camisa blanca
y traje azul, en un escenario decorado con una bandera gigante de Brasil,
símbolo frecuentemente asociado al bolsonarismo y a los militantes de derecha.
«Estamos dispuestos a trabajar no solo por la victoria el
próximo 2 de octubre, sino para la reconstrucción y transformación de Brasil,
que será mucho más difícil que ganar las elecciones», dijo Lula durante el acto
de lanzamiento de su candidatura en Sao Paulo ante unos 4.000 miembros y
simpatizantes de su Partido de los Trabajadores (PT) y otros partidos de centro
y de izquierda que apoyan su candidatura.
La coalición política que encabeza Lula está conformada por
siete partidos y se presenta bajo el lema «Vamos juntos por Brasil».
«Precisamos nuevamente cambiar Brasil (…) En vez de promesas, presento el
inmenso legado de nuestros gobiernos anteriores. Hicimos mucho, pero soy
consciente de que todavía es necesario y posible hacer mucho más», añadió el
icono de la izquierda brasileña, que gobernó el país entre 2003 y 2010.
Su ex adversario político y actual compañero de fórmula para
la vicepresidencia, el ex gobernador de Sao Paulo Geraldo Alckmin (de 69 años),
participó por videoconferencia tras dar positivo de covid-19. «Brasil sobrevive
hoy al gobierno más desastroso y cruel de su historia (…) Lula es la esperanza
que resta», dijo Alckmin, una figura moderada y poco carismática, pero bien
vista por la clase empresarial.
La campaña para las elecciones del 2 de octubre empieza
oficialmente en agosto. Faltando cinco meses, las encuestas coinciden que
Lula vencerá a Bolsonaro en una segunda vuelta. Lula recuperó sus
derechos políticos en 2021, después que el Supremo Tribunal Federal (STF)
anulara sus condenas por corrupción en la megacausa «Lava Jato», por considerar
que no fue juzgado con imparcialidad por el ex juez Sergio Moro. Por una
de esas condenas, Lula pasó un año y medio en prisión.
Nunca fue tan fácil elegir, dijo Lula: “de un lado, está el
Brasil de la tolerancia, de la paz y del desarrollo; del otro, el Brasil del
odio”. El historiador Fernando Horta señala que la elección es simple:
civilización o barbarie, ya que cualquier voto contra Lula-Alckmin será a favor
del fascismo y la destrucción del Brasil.
Un largo camino de 20 años
Hace veinte años, el ex presidente Lula inició su primera
campaña política para alcanzar la Presidencia de la República. Este sábado, al
lanzar su precandidatura, Lula inició una campaña que debe ser capaz de superar
nuevos obstáculos para ser elegido: crisis institucional, oposición de la
extrema derecha y la producción de desinformación a escala industrial.
Hoy, la situación del país es totalmente diferente. Antes de
2002, Lula perdió las elecciones presidenciales ante Fernando Collor de Mello
en 1989 y ante Fernando Henrique Cardoso en 1994 y 1998. En los tres escenarios
electorales, el PT se mostró a los brasileños como un partido de izquierda
crítico con las élites capitalistas internacionales. Pero esta imagen se ha ido
disipando con los años.
En 2002, Lula ya se convirtió en «Lulinha paz e amor», un
candidato más moderado y flexible en relación al mercado y abierto al centro
con el empresario José Alencar como candidato a vicepresidente.
Hoy vuelve al perfil conciliador, capaz de unir a diferentes
sectores de la sociedad, en torno a un discurso de esperanza y unión, que se
hizo más evidente con la llegada de Geraldo Alckmin (PSB), un centroderechista
que fuera opositor a Lula, para componer la boleta de este año,
informa Brasil de Fato.
“Es para demostrar que está comunicando más allá de su base
electoral, para decir que está dispuesto a ir más al centro, por el momento tan
disfuncional. Es una advertencia que intenta dar a la sociedad que necesita el
voto no sólo de la izquierda, sino también de otros grupos democráticos”, dice
Carolina Botelho, investigadora de Doxa , el Laboratorio de Estudios
Electorales, Comunicación Política y Opinión Pública, del Instituto de Estudios
Políticos y Sociales de la Universidad del Estado de Río.
En 2002, Lula se vistió de empresario y se dirigió al
mercado a través de la Carta al Pueblo Brasileño, en la que prometía, de ser
elegido, un gobierno sin rupturas y mantenimiento del trípode macroeconómico
(tipo de cambio flotante, meta de inflación y meta fiscal), logrado por
Cardoso.
Hace 20 años, Lula se centró en la creación de empleo y el
crecimiento económico ante una crisis económica que sacudió al país. La promesa
de hoy es la misma, pero con Alckmin en la boleta: reconstruir el país, generar
empleos e ingresos y aumentar las inversiones en el país, sin cambiar las metas
económicas.
El temor era que saliera una agenda totalmente contraria a
ese tipo de orientación macroeconómica en particular, pero no fue esto lo que
pasó. El desafío parece ser asegurar la promesa de que se mantendrá sobre los
pilares de la responsabilidad fiscal, pero reconciliarlos con un Estado garante
de derechos. Las políticas recientes como la reforma laboral y el techo
de gastos empeoraron las condiciones de los trabajadores.
Los investigadores no ven grandes diferencias entre las
agendas económicas del Partido de los Trabajadores (PT) y un Alckmin que, hasta
hace poco, pertenecía al Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB), el
mismo partido de Cardoso
“No veo ningún radicalismo por parte de Lula y ni siquiera
veo que estas pancartas, que son más tradicionales del partido, sean muy
opuestas a lo que piensa Alckmin sobre la economía. Tampoco veo cosas
contradictorias. Creo que es posible componer una agenda de responsabilidad
fiscal, que es lo que los dos tiene en común, pero con la idea de insertar
otros grupos en el ambiente”, evalúa Botelho.
Recientemente, el ex presidente afirmó que “es necesario
incluir a los pobres en el presupuesto de la Unión y a los ricos en el impuesto
a la renta. Cuando hagamos eso, comenzaremos a distribuir la riqueza en este
país para transformarlo en un estado de bienestar”. En 2013 el PT ya había
dicho que “no se erradicará el hambre si no se incluye a los pobres en el
presupuesto del gobierno”.
En el Congreso y en los estados
Los enfrentamientos y negociaciones se darán en el Congreso
Nacional y con los gobernadores. Por eso, uno de los desafíos de la campaña es
llevar al centro de la plataforma candidatos de gobernadores, senadores y
diputados alineados al programa económico de la fórmula Lula-Alckmin.
Para facilitar las cosas a un posible gobierno, Lula pidió
la unión de fuerzas para “elegir una mayoría de diputados comprometidos con los
discursos” de la alianza. “Si llego a alguna parte, debe haber una lista de
nuestros diputados y senadores. Así es como tenemos que luchar si queremos
cambiar este país. Sabes que el juego es pesado”, dijo.
Según Mayra Goulart, profesora de Ciencias Políticas, un
gobierno de Lula debería ser capaz de recuperar “un patrón estable de
coalición” con los partidos, y esto debería ser evidente durante la campaña:
“Este será un gobierno de coalición: atraer partidos y actores de diferentes
ideologías, con diferentes interpretaciones de la política, al gobierno,
aumentando la pluralidad del gobierno”.
“Es interesante esta preocupación por la
gobernabilidad, por el patrón de coalición. Y esto también es importante para
la campaña, para mostrar a los actores políticos que no está visualizando
ningún tipo de cambio radical, sino un gobierno en el marco de una democracia
constitucional que incluya a diferentes fuerzas políticas con sus respectivas
ideologías”, señaló
Hoy, el Partido Liberal (PL), que alberga al
presidente Jair Bolsonaro desde noviembre pasado, se ha consolidado como el
mayor partido en la Cámara de Diputados, con 73 escaños, tras el cierre de la
ventanilla partidaria. En segundo lugar se encuentra el Partido Progresista
(PP), parte de la red de apoyo a Bolsonaro, con 59 parlamentarios. El PT
aparece en tercera posición, con 56, pero ya seguido por otra sigla de la base
del actual presidente, los republicanos, con 46 diputados.
Lula, el conciliador
Aunque ha vuelto al perfil conciliador, el Lula del traje de
2002 no es el mismo de corbata verde y amarilla que está en la portada de la
última publicación de la revista estadounidense Time. Hoy el precandidato
aún debe lidiar con la crisis institucional generada, en parte, por el actual
gobierno ultraderechista de Jair Bolsonaro, que impactará en un Lulinha con
menos paz y amor, con posiciones más firmes y feroces. Esto también es
nuevo.
Carolina Botelho señala que “tenemos una grave crisis
institucional, con serios problemas en la relación entre las instituciones
políticas” y agrega que la campaña de Lula debe orientarse para abordar estos
temas, con el desafío de tratar de acercar a las instituciones para crear un
ambiente de más paz entre ellas.
Estrategia de desinformación
El bolsonarismo ha utilizado varias herramientas para tratar
de sacar del imaginario colectivo la figura de Lula y los logros de sus
gobiernos, desde campañas mediáticas hasta el abuso del lawfare para
mantenerlo preso. No todas han sido eficaces y por ello el director de la CIA, William
Burns, le pidió a Bolsonaro –en 2021 en Brasilia- que dejara de cuestionar el
sistema electoral para los comicios de octubre, como recogía una noticia del
periódico La Diaria, de Uruguay.
Una de las herramientas utilizadas durante la campaña por la
extrema derecha en todo el mundo es la producción y difusión de fake
news a escala industrial. En este sentido, el equipo de Bolsonaro es
experto en exteriorizar fake news. Se especializó en eso y en 2018 se
benefició mucho de esa herramienta.
El bolsonarismo trabaja con fake news, basándose en la
estrategia de identificar nichos de votantes y producir contenidos específicos
para esos nichos, reforzando la identidad de estos grupos: no presenta
información y datos generales de la sociedad. Otra estrategia de campaña del
bolsonarismo es la idea de que el votante ya no es un mero receptor de la
campaña, sino que también se convierte en replicador, cuando vía WhatsApp
replica estas ideas”, enfatiza.
Existe una estrategia de crear miedo en los sectores de izquierda
en el poder. Esto se debe a que el “concepto de izquierda es un concepto que
fluctúa según el grupo social. La izquierda puede significar un énfasis en las
libertades sexuales para un grupo, pero también intervencionismo económico para
otro».
Y entonces ese miedo a una idea de izquierda hace que
diferentes grupos, con diferentes intereses e identidades, terminen
aglutinándose en lo que llamamos el espectro bolsonarista, señala Mayra
Goulart. Una estrategia “interesante” para oponerse a este modelo es no
presentarse directamente como izquierda, sino como un “frente amplio, en
defensa de la democracia, porque así Lula rompe algo de esa trampa”,
añade.
Y precisamente eso es lo que ha hecho Lula. En el
lanzamiento de la precandidatura, el PT afirmó que el evento no era un “acto
político”, sino un “llamamiento a hombres y mujeres de todas las generaciones,
todas las clases, religiones, razas y regiones del país, a recuperar la
democracia y recuperar la soberanía».
La diputada federal Jandira Feghali (del Partido Comunista
do Brasil) afirma que construir una comunicación estratégica es uno de los
principales desafíos para ampliar el electorado. “Cuando hablo de expansión,
hablo de fuerzas políticas y comités populares, porque la forma en que
enfrentamos esta forma de comunicación masiva de noticias falsas es
el comité popular, ingresando a los territorios. Pero la ampliación de fuerzas,
no dejando que el aislamiento sea nuestro, sino el del adversario, es
decisivo”.
“Necesitamos tener la estrategia de comunicación correcta y
bloquear la ilegalidad al mismo tiempo. Tenemos que tener el discurso correcto
y la estrategia correcta para poder comunicarnos con la gente”, dijo
a Brasil de Fato.
“Cuando hablamos de noticias falsas, no son
mentiras. Las fake news son la disputa por la verdad. Es más
sofisticado, y tenemos que prepararnos para eso. De nada nos sirve pensar que
diciendo la verdad vamos a disputar la realidad. Necesitamos entender los
mecanismos de las herramientas, llamar a un joven y prepararnos para una
guerra”, dice el diputado Marcelo Freixo.
Juraima Almeida es investigadora brasileña.
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