30/7/2022
Política
Un servidor de pasado en copa nueva
Sergio Massa será designado como nuevo ministro de Economía. El poder económico instala desde los medios hegemónicos que se trata de un “superministro”. Una decisión que no parece haberse tomado en el país, impuesta tras una corrida cambiaria, y que permite intuir una nueva etapa en que se busca estabilidad para consolidar la dependencia.

Fernando Gomez
Publicado el 30 de Julio de 2022

La crónica
de los últimos acontecimientos destaca que Sergio Tomás Massa es el nuevo
ministro de Economía. Que asumirá recién el día martes, una vez que se haya
convalidado su renuncia a la presidencia de la Cámara de Diputados y logre
imponer su recambio en la persona de Cecilia Moreau. Que bajo su órbita
quedarán subsumidas las funciones de los ministerios de desarrollo productivo,
y de agricultura, ganadería y pesca. Finalmente, la crónica podría decir que
tras su reunión en Olivos con Alberto Fernández, Massa sostuvo que recién el
día miércoles daría a conocer a su equipo económico y el paquete de medidas con
el que pretende estabilizar la conflictiva situación económica.
Es decir,
hasta el cierre de esta edición, Massa no asumió ningún cargo, pero la simple
comunicación de la voluntad política de que así suceda, logró hacer retroceder
50 pesos la cotización ilegal del dólar, hacer retroceder los dólares legales
financieros que manejan los grupos económicos, hacer crecer la cotización de
los bonos argentinos en los centros de la timba especulativa de Estados Unidos,
y un conjunto de celebraciones en las filas del Frente de Todos y del poder
económico nacional y extranjero.
Es lógico
que un sector de la genuina militancia que aún conserva expectativas en el
devenir institucional del Frente de Todos viva con desorientación la anomalía
institucional, política y económica que atraviesa la actual coyuntura del país,
pero también es honesto señalar que dicha desorientación es apenas ideológica y
que, en el devenir de los acontecimientos, no existe sorpresa alguna por ser
alegada.
Lo que
sucede en el gobierno, y que padece el país, es la imposición por parte del
poder económico subordinado a los intereses de Estados Unidos de un nuevo mando
político por fuera de los resortes institucionales existentes. Sergio Massa es
la consecuencia del acuerdo con el FMI, de la dependencia económica en la que
están sumergidos nuestros recursos estratégicos, de la concentración económica
que se agrava con el paso de los años y de la reciente corrida cambiaria que
cede tras haber conquistado sus objetivos.
A lo sumo,
el resto de los componentes del Frente de Todos, pueden impostar ser
protagonistas de la nueva configuración del gobierno, pero lo saben ellos, y
cualquiera que se detenga un minuto sobre la impotencia cotidiana que
caracteriza la acción de gobierno en cualquiera de sus componentes, apenas
puedan decidir sobre la fragancia que disimula la mierda.
Las horas
contadas
Silvina Batakis
apenas orillará el mes de mandato. Cuando asumió garantizó el acuerdo con el
FMI, tomó decisiones para ajustar el gasto público y el déficit fiscal, ajustó
cuentas y se mostró ortodoxa para satisfacer las demandas del mercado. Asumió
por sugerencia de Miguel Pesce, que vendió dólares a lo tonto durante todo un
mes, subió las tasas de interés para acercarla a las pretensiones del mercado,
garantizó dólares a los especuladores y financió fuga de capitales en la medida
que lo presionaron un poquito.
En sus días al
frente del Ministerio, transcurrió 72 horas en Estados Unidos con una agenda
limitada a reportar sus intenciones ante el FMI, el Tesoro y grupos económicos.
Infobae,
representante mediático de los intereses norteamericanos en Argentina, relató
que entre los empresarios “La escucharon ejecutivos de los bancos Citibank, Morgan Stanley, Barclays (Sebastián
Vargas), Santander (Siobhan Morden) y Goldman Sanchs (del equipo
de Alberto Ramos); también, de los fondos Adcap (Javier Timerman), Golden
Tree (Matías Silvani), Gramercy (Gustavo Ferraro), Braybreach, VR Investments,
Paloma Partners y Wellington Management, entre otros. En el auditorio había
ejecutivos de bancos y fondos de inversión poco interesados en comprar papeles
argentinos en el corto plazo, pero preocupados por la posibilidad de que el
país vuelva a caer en default”
Agregó Infobae
que “en las dos horas y media de la reunión, la funcionaria les aseguró a
ejecutivos y analistas que habrá un claro ajuste fiscal, que la devaluación del
tipo de cambio oficial no es el camino adecuado, que las tasas de interés
subirán y que el Gobierno cumplirá con los compromisos que asumió ante el FMI.”
Ni todo eso
alcanzó para satisfacer el vector ultra liberal que caracteriza el modo en que
el poder económico que reporta a los intereses norteamericanos se prepara para
la recesión doméstica que atravesarán. La recesión interna de Estados Unidos,
demandará sacrificio en las economías de la periferia que consideran propia. No
es invención de esta columna, es lo que expresan en cada intervención del
Comando Sur, el BID, el FMI, el Tesoro, el Departamento de Estado o quien le
toque tomar la palabra.
En Estados
Unidos parecen andar necesitando un Ministerio de Colonias en cada país donde
existen recursos estratégicos, sean ésta tierras cultivables y producción de
alimentos, potencialidad energética o insumos para el desarrollo tecnológico. Y
nosotros las tenemos todas. Por muchas buenas intenciones que les transmitía,
Batakis no es orgánica del poder económico. Necesitaban más.
La ministra
de economía no llegó a abordar el avión que salió con demoras, que el dólar
seguía trepando en su cotización ilegal y en el famoso “contado con liqui”
utilizado en la bolsa para fugar capitales. En pleno vuelo, no sólo estaba
definido su reemplazo, si no, la nueva figura para garantizar la gobernanza de
la Argentina.
Lo que
parecen indicar los acontecimientos que precedieron la comunicación de la
futura designación de Sergio Massa, es que la decisión no se tomó en Argentina,
donde apenas se convalidó lo decidido fronteras afuera. Incluso, nadie podría
asegurar que el propio Massa hubiera convalidado su actual destino.
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Un
eternizador de dioses del ocaso
La
calificación mediática de Super Ministerio y la batería de pelotudeces
transformadas en memes y videos virales, pretenden reinstalar en la Argentina
la figura que otrora bendijera la asunción de Domingo Cavallo como ministro
plenipotenciario de los gobiernos de Menem y De La Rúa, o mas atrás en el
tiempo, de Martínez de Hoz. Incluso, como sucedió en el menemismo, en filas
propias del peronismo, se celebra la idea de un Super Ministerio para recuperar
una gobernabilidad errática. Paradójicamente, se celebra el vacío absoluto de
poder.
Cada vez que los
medios hegemónicos presentaron a una figura política o económica como
“superministro” fue para robustecer el poder que ostentaban para imponer un
programa económico a la medida de los intereses del poder económico, nacional y
foráneo.
Así fue
presentado José Alfredo Martínez de Hoz, con sus doce puntos programáticos que
significaron la liberalización absoluta de nuestra economía y la subordinación
de nuestros resortes estratégicos a disposición del extranjero. Esos doce
puntos programáticos, fueron luego profundizados por Domingo Felipe Cavallo,
primero durante el menemismo, y luego con el gobierno de De La Rúa.
El 20 de septiembre
del año 2000, el Consejo Empresario Argentino (CEA) recibió a Fernando de la
Rúa y su otrora ministro de economía, José Luis Machinea. Al evento fue
invitado José Alfredo Martínez de Hoz, quien no sólo fue reivindicado por los
empresarios, además, fue justificado por el entonces vicepresidente Carlos
“Chacho” Álvarez quien sostuvo por aquél entonces que “Se trata de escuchar
ideas y pensamientos, se puede escuchar a todos los sectores”.
En sus memorias,
De La Rúa sostuvo hasta el último de sus días que fue Chacho Álvarez, ya
renunciado, quien le sugirió que designara a Cavallo como “superministro” de
economía. Lo cierto es que la figura de Cavallo enfrío apenas los sobresaltos
que le deparaba el poder económico que exigía una devaluación de la moneda
nacional.
Pero lo que
efectivamente le puso freno a la búsqueda de estabilizar las variables
macroeconómicas que garantizaran el saqueo de la riqueza nacional sin
sobresaltos democráticos fue la decisión de un pueblo de no aceptar el ciclo de
ajuste con la misma mansedumbre bovina con que lo aceptaba una clase política
que hacía años se había acostumbrado a los honores y había abandonado la lucha.
Una suerte de peronismo
al revés, domesticado y devenido en progresismo institucional que no podía
interpretar las demandas populares.
No hubo
superministro alguno que pudiera frenar aquél 20 de diciembre de 2001, y esa es
una lección a tener en cuenta por todo aquél que decida asumir un tono
celebratorio en este ciclo de tiempo indeterminado en el que habrá de intentar
estabilizar las variables económicas, para asegurar la imposición tranquila de
un modelo de dependencia económica aún más severo.
Un instrumento sin mejores resplandores…
Enero de
2016, Mauricio Macri ya acomodado en la Casa Rosada, emprendió viaje al Foro
Económico de Davos, donde se reúne el poder económico occidental, allí donde se
busca condicionar los destinos económicos de una buena parte del planeta
tierra.
Como invitado
especial, Sergio Massa fue presentado por Mauricio Macri como “el futuro líder
de la oposición” y del peronismo. “El nuevo presidente trajo al líder de la
oposición con él. Eso es lo que debemos hacer en casa” dijo Joe Biden, quien
por aquél entonces apenas tenía vocación de sentarse en la Casa Blanca, lugar
al que llegó tiempo después.
No hace
falta repasar en Wikileaks o hacer un curriculum vitae del nuevo ministro de
economía, ni los romantizadores del tiempo actual son capaces de negar su
pertenencia política, su historia y su inserción orgánica en el poder
económico.
Sí es
necesario en tiempos de desorientación ideológica, hacer notar que es muy
diferente visitar la embajada norteamericana, práctica habitual en la
dirigencia política actual que busca convalidaciones en el extranjero antes de
acumular representatividad popular, que ser orgánico a los intereses foráneos.
En el primer caso, uno puede conservar algún margen de independencia política,
cuando uno asume organicidad, apenas se limita a representar sus mandantes.
Quizás sea
éste el tiempo de Massa de demostrar lo equivocadas que han sido las biografías
edificadas sobre su persona y que su designación no se trata, apenas, de
lucecitas montadas para escena.
Futurología
La
prudencia recomienda no hacer especulaciones sobre el futuro. Menos aún, sobre
el éxito o el fracaso de determinados individuos en el devenir de su carrera
loca hacia el estrellato político. Lo que sí es sano en política, es poder
analizar la etapa, para asumir con sentido de responsabilidad histórica y
compromiso con el futuro, las tareas que se asumen colectivamente en un
determinado tiempo histórico.
El Frente
de Todos ha ingresado en una nueva etapa, en la que ha perdido la potestad de
decidir quién toma las decisiones. Puede recuperar esa facultad concedida por
el voto popular y perdida por eludir el compromiso con el pueblo que los
depositara en lugares de responsabilidad política, es cierto. Pero lo que no
deja de ser cierto, es que ha dejado definitivamente de ser instrumento para
poner en clave de avance una agenda patriótica que permita poner en el
horizonte un destino de grandeza para nuestra Patria y de felicidad para
nuestro Pueblo.
Cuanto
mucho, su éxito puede significar una suerte de estabilidad económica que
garantice la reproducción del sistema económico que evidencia postales de una
injusticia social insoportable, de un retroceso en materia de soberanía que
sobresaltaría la dignidad de cualquier patriota y de carencia absoluta de
independencia económica, verificable en cada resorte estratégico de la riqueza
nacional.
No siempre
quienes hablaron en nombre del peronismo, se comportaban como peronistas. El
Menemismo es una viga incrustada en el ojo propio, por si hacen falta
explicaciones sobre el asunto. A pesar de lo vulgarmente explícito que
significó el menemismo, no faltaron quienes se anotaban para “dar la batalla desde adentro”, porque se
había caído el muro de Berlín, estaba el consenso de Washington y todos los
cosos que justificaban la pasantía en el Estado que conquistaban acompañando la
profundización del ciclo neoliberal.
El presidente del
Banco Nación se enteró que había sido desplazado de su cargo apenas un segundo
antes de ser convocado por un locutor para dar un discurso en La Rioja. Las
palabras del ignoto Eduardo Hecker fueron improvisadas al instante, de allí que
expresan la desorientación y el ánimo del funcionario. “Estoy, la verdad, así
son las cosas, el banco que hoy dejamos, o que hoy me toca dejar a mi o que hoy
me deja a mi” decía entre balbuceante explicación de lo que no comprendía, para
luego rematar con un contundente “En algún casillero podré ubicarme”.
Así vive una
importante porción de la clase política su futuro: “En algún casillero podré
ubicarme”, mientras la militancia observa impávida el abandono absoluto sobre
cualquier premisa que indique pensar la Patria, su destino y planificar una
estrategia para la conquista de nuestro futuro.
Más que hacer
futurología sobre la suerte de las personas, es la hora de la militancia, de recuperar
la capacidad de pensar colectivamente, y desde sus propios zapatos, una agenda
patriótica que permita volver a poner la liberación nacional como objetivo.
Hay una
tarea impostergable que demanda la hora. Hay que volver a reconstruir la
confianza de nuestro pueblo en la política, hay que contener el dolor social
que viven las mayorías y edificar una voluntad colectiva capaz de reconstruir
un pensamiento nacional que permita proyectar en el horizonte un destino de
grandeza para nuestra Patria y de felicidad para nuestro Pueblo. Y esa hora,
necesita del protagonismo de la militancia.
En
definitiva, ni la suerte de los individuos, ni la suerte de los mercados, habrá
de salvar a la Patria, más bien todo lo contrario. En definitiva, como se nos enseñara desde lo
profundo de nuestra historia, sólo el pueblo salvará al pueblo.
¡Ay si no
creyera en la esperanza!… ¿Qué cosa fuera?
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