28/11/2020
Internacionales
“Uruguay. Sodomia” en la pluma de Jorge Zabalza
“Acá llegamos nosotros, los dueños del Uruguay, a gobernar según nuestras necesidades y perspectivas”, es el mensaje de la coalición multi reaccionaria. La cruda descripción de Jorge Zabalza sobre el actual gobierno y la situación política del hermano país.
Publicado el 28 de Noviembre de 2020

“Acá llegamos nosotros, los dueños del Uruguay, a gobernar
según nuestras necesidades y perspectivas”, es el mensaje de la coalición multi
reaccionaria. No hemos necesitado de los viejos golpes de Estado para hacernos
cargo de la política económica, el control policial de la población y las
relaciones internacionales. Desde siempre hemos sido dueños del poder, ahora
pudimos recuperar el gobierno sin salirnos de la Constitución y las leyes.
Parece ocioso debatir sobre el articulado de la “ley de
urgente consideración”, cuando lo esencial no fue el debate parlamentario, sino
el acto de poder y de soberbia que significó. La LUC es mucho más que la hoja
de ruta para los próximos cinco años de gobierno. Ante nuestra pasividad, nos
sodomizaron una vez más, sin piedad y sin escrúpulos. El medioeval derecho de
pernada.
Frente al hecho inevitable, hubo parlamentarios que
inicialmente pusieron el grito en el cielo, desplegaron toda la parafernalia
verbal de que disponían y condenaron la LUC de Lacalle Pou. Sin embargo, luego
de discutirlo entrecasa, predominó la mesura y terminaron aprobando casi el 50%
de la LUC. Flagrante incoherencia entre el discurso y los hechos. Sin consultar
al movimiento social para nada, se auto convencieron de que solamente la mitad
del engendro era antipopular y anticonstitucional. Consideraron que la otra
mitad era urgente, estaba en el “camino correcto” y merecía pues ser aprobada
para reducir los daños, según sostuvieron.
Podrían haber convertido el parlamento en el primer escalón de la defensa del
movimiento popular, pero no se los permitió su particular visión de un quehacer
responsable: transar y transar, retroceder y retroceder. En definitiva,
consintieron la sodomización.
“Hay que escapar a la lógica de ganar y perder”, redondeó el
Pelado Gómez la tarde del jueves, pues no se trata solamente de si las firmas
alcanzarán o no: se trata de dar una señal clara, un gesto que indique la
disposición a lucha contra el proyecto multi reaccionario que la coalición
viene ejecutando. Exclamar ¡no nos dejaremos sodomizar! ¡no pasarán!
Dejar claro que, para hacerlo, deberán vencer la resistencia
popular. Es el momento del grito de dignidad, de trasladar a las calles la
democracia, sacarla del recinto parlamentario y mudarla al territorio de la
participación política directa. Como ha hecho el pueblo chileno durante el
último año como vienen haciendo en Colombia, Perú, Guatemala y Honduras. Hasta
en Brasil el pueblo corcovea indignado. El movimiento popular debería
anticiparse a las luchas sociales que se le vienen encima, aprontar los
corazones y preparar brochas y pinceles, pero, sobre todo, recuperar aquel
horizonte transformador que convocó a empujar la dictadura militar y a los
gobiernos de derecha que la siguieron.
Lo fundamental es dar una señal bien clara: con las calles
llenas de pueblo no les será tan fácil como en el parlamento cumplir con sus
propósitos de sodomización. Es el momento de abandonar las lógicas que todo lo
analizan en cantidades de votos para el 2024 y comenzar a acumular en consciencia,
recuperar aquel viejo horizonte que se extravió en el salón de los pasos
perdidos.
Desde el pacto del Club Naval, las fuerzas armadas
sostuvieron que era todo mentira que, convocados por el poder ejecutivo, el
parlamento y la partidocracia,
habían actuado en defensa de la “nación agredida” por el comunismo
internacional y la subversión. Esa pétrea historia oficial era el basamento
ideológico de la disciplina ciega, la obediencia refleja, sin pensar. Durante
35 años los gobiernos no cuestionaron la falsificación que se enseñaba en liceo
y escuela militar.
Ante sendos tribunales de honor un par de notorios verdugos
confirmaron que la institución armada fue la responsable orgánica de los
crímenes de lesa humanidad. Las torturas, violaciones, asesinatos y
desapariciones forzosas se realizaron siguiendo las órdenes del comando
superior, no fueron errores ni excesos cometidos por algunos degenerados. Era
una política de Estado.
Ahora, al parecer, la oficialidad más joven se siente
afectada por los “sentimientos negativos” que despierta esa verdad archisabida
en la sociedad. Salvo uno cuantos “políticos”, la gente no los abraza ni adula.
Se les desarticuló el entramado ideológico que sostiene la obediencia debida.
Los inocentes querubines quedaron desconcertados, la mirada perdida en
lontananza.
En una institución piramidal, no democrática, cuando se
debilita la confianza religiosa y política que une a sus miembros, comienza a
fallar la disciplina de los robots.
Antes de que el desconcierto se les transformara en duda
existencial, los mandos superiores salieron a salvarlos de la confusión.
Verticales como es su deber ser, decidieron revisar los programas de historia
que se enseñan en el liceo y la escuela militar. En especial el período
comprendido entre los años 1968 y 1985. Su propósito no es escribir la otra
historia sino revisarla para encontrar nuevas justificaciones a los viejos
crímenes.
¿Con qué perspectiva revisarán la historia oficial sobre el
asesinato de “Nucho” Batalla en 1972 torturado en el cuartel de Treinta y Tres
en plena democracia? ¿Seguirán sin reconocer la responsabilidad de los mandos
en el asesinato de Roberto Gomensoro, muerto bajo tortura en el cuartel de La
Paloma, cuando todavía no había dado el golpe de Estado?
Todavía no han dicho una sola palabra sobre la orientación
de la revisión, pero, sin esperar algo más concreto, imbuidos por el espíritu
liberal que domina la coyuntura, todo el progresismo (el partidario y el
social) se sumó a la algarabía que despertó esta iniciativa de los generales.
Se hicieron eco de la derecha liberal y de sus medios masivos. ¡Llegó la
democratización esperada! Sin embargo, nada indica que esa ilusión se haga
realidad: el mismo comandante que decretó el “estado de revisión de la
historia”, fue el presidente del tribunal que no encontró que José Gavazzo
hubiera faltado al honor militar por torturar y desaparecer a Tito Gomensoro.
De puro desconfiado y suspicaz, uno se inclina a pensar que
es otra operación de inteligencia, otra de esas maniobras dirigidas a neutralizar
cúpulas partidarias y de las organizaciones sociales. Algo así como fueron los
documentos dados a conocer en febrero de 1973. Aquellos que, medio siglo atrás,
se quemaron con leche, debieran asustarse al ver la misma vaca con otra
caravana.
La estrategia de oposición responsable toma forma de
responsabilidad hacia lo anunciado por un ejército que aún no ha respondido por
sus crímenes. Es el sainete que remeda la tragedia de 1972/73, cuando tantos y
tantas buscaron “oficiales nacionalistas” en el pajar de la Doctrina de
Seguridad Nacional. Huele a nueva sodomización del movimiento popular. Tal vez,
como hace medio siglo, logren su objetivo, pero, esta vez, por lo menos,
intentemos no consentir la sodomía.
Jorge Zabalza, ex dirigente nacional del MLN Tupamaros. Ex
edil de la Ciudad de Montevideo.
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