24/12/2022
Política
Vení vení vení, sacale una foto
Los dimes y diretes en torno al recorrido de la caravana triunfal volvieron a exponer las dificultades del Presidente para mejorar su situación política y enfrentar al “Estado paralelo” y al poder económico.

Manolo Robles
Publicado el 24 de Diciembre de 2022

Caso serio el del presidente Alberto
Fernández. Ni la alegría colectiva más enorme de las últimas décadas parece
haberle servido para mejorar su situación política, jaqueada por el accionar de
sus adversarios pero también por errores propios, entre los cuales asoma con
mucho peso el de haber querido transitar su período de gobierno sin elegir un
rumbo claro en tiempos de tanta confusión organizada. Tal vez a partir de este
tipo de lecturas pueda entenderse que no haya tenido su foto con los campeones
mundiales; y que después pretendiera minimizar ese hecho afirmando que no
quiere mezclar fútbol y política, pero a la vez destacando que durante su
gestión Argentina obtuvo tres copas internacionales. Y todo en un marco que da
cuenta de otras consecuencias más concretas y preocupantes de su modo de hacer
las cosas y responder las demandas y presiones que recibe de diestra y
siniestra: un país con índices económicos y sociales todavía muy críticos y con
un “Estado paralelo” que maneja el funcionamiento institucional a su antojo,
tal como volvió a quedar expuesto en dos recientes resoluciones de la Corte
Suprema de Justicia: la que ratificó la condena a Milagro Sala y la que
favoreció a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires en la disputa interminable por
la distribución de fondos nacionales a las provincias.
Lo de Milagro es una de las postales más
nítidas del reinado del poder mafioso enquistado en las instituciones y de la
falta de resultados positivos de esa suerte de ambigüedad permanente a la que
el Presidente apela: con sus gestos de apoyo a la dirigente jujeña antes de la
resolución de la Corte, Alberto se ganó críticas feroces por derecha; y ahora,
con su negativa a otorgarle un indulto, se gana el repudio de un amplio abanico
de organizaciones que nutren el Frente de Todos a través del que llegó a la
Casa Rosada.
El problema es que el problema no es sólo
de Alberto. La evaluación de su gestión presidencial tendrá no poca incidencia
en las elecciones del año próximo, en las que, al menos hasta ahora, las
fuerzas políticas que se perfilan como beneficiarias de la debilidad del
oficialismo son las que expresan la derecha y la ultraderecha vernáculas,
fogoneadas por los grandes grupos económicos sin más patria ni bandera que sus
cuentas bancarias y su angurria infinita. Así, todo indica que, otra vez, el
remedio electoral va a ser mucho peor que la enfermedad, sobre todo para los
sectores de la clase trabajadora que necesitan un Estado que, como mínimo, no
les ponga más palos en la rueda que los que ya se encuentran en sus laburos
cotidianos para no resignarse a la desigualdad ni plegarse al matar o morir que
el sistema dominante ofrece como opción a la pobreza y la exclusión a quienes
no cuentan con las herramientas materiales y simbólicas necesarias para aprobar
las materias de las escuelas de la meritocracia.
Salvo que hablemos de fútbol, claro. En eso
sí que entre los que se gradúan y consagran son más los que vienen de abajo que
los nacidos con todas las necesidades básicas satisfechas y garantizadas para
toda la vida. Vale en este caso remitirse a los casos de los rosarinos
campeones mundiales: allá por el 2001, la mamá de Lionel Messi era asidua
asistente a la casa de una vecina donde varias mujeres del barrio se juntaban
para ver cómo parar la olla vaciada por el neoliberalismo. Tampoco la pasaban
bien en ese entonces las familias de los angelitos Di María y Correa.
Lástima que el fútbol no alcance para
revertir las malarias de todos y todas. Pero qué suerte que sí ayude a seguir
la pelea con ese propósito sabiendo que la alegría no es sólo financiera ni
cabe del todo en las fotos. Y que la pasión y la mística compartidas existen y
pueden hacer los milagros que todavía no pintaron.
Manolo Robles es integrante de El Eslabón, periódico
cooperativo de Rosario, fuente original de ésta nota, integrante junto a
InfoNativa de Fadiccra. Periodismo Cooperativo.
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