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Pueblo, no


12 de abril de 2025

¿Es el voto la única expresión posible del pueblo? ¿O es la única que quieren que sea?

Agustín Sosa

Trabajo en un hospital, me empleo en el área administrativa de admisión e internaciones, oficio terrestre. En el quehacer cotidiano debo fotocopiar o escanear el documento del paciente que concurre a hacerse tal o cual intervención quirúrgica o es internado tras atenderse en la guardia. En esa simple tarea encuentro una fuga, un momento de abstracción, una distracción; busco relaciones con el apellido ya que mi procedencia pueblerina me hace creer que puedo llegar a conocer a todas las personas con las que hablo; también observo la dirección y lugar de nacimiento, de suma importancia para entablar una charla, máxime si el paciente vive o nació en la provincia de Buenos Aires.

Días pasados se acercó un paciente para programar una cirugía, no recuerdo el nombre, Del Carril de apellido. Luego de observar su actitud y predisposición al diálogo me resultó inevitable mencionar a Salvador María, a la postre antepasado del señor que realizaba el trámite. En la charla se encargó de dejar dos cosas remarcadas mediante la reiteración, que yo era la primera persona en su vida que le mencionaba a Salvador María y no a Hugo y que de la fortuna del antepasado no quedaba ni el recuerdo.
Sobre lo primero, Piero Bruno Hugo Fontana (Hugo Del Carril) murió en 1989 a los 76 años por lo cual este señor transitó su juventud, por lo menos, con el cantor vivo. Suena lógico que hayan reparado en su apellido más por Hugo que por Salvador María, pero, de todos modos, aunque mas no sea por la avenida de la ciudad de Buenos Aires, al antepasado se lo tienen que haber mencionado. Condescendencia del paciente. Yo no se lo mencioné en la iniciación del diálogo pero sabía de lo artístico del apellido de Hugo y es el dato que aporté en segunda instancia para darme dique.
Con respecto a la fortuna de Salvador no sabía de su destino pero no me sorprendió, se repite en la historia argentina la dilapidación de fortunas familiares a manos de herederos derrochones, timberos, tilingos y apegados a berretines mundanos; mucho más dignos, claro, que muchos de aquellos que se hicieron de la torta mediante el robo, la estafa o la usura.

Luego de la jornada laboral me dispuse a leer sobre Salvador María Del Carril, ni los mas condescendientes lo hacen safar en textos que lo describen, rosquero, traicionero, conspirador serial y con una leve inclinación a quedarse con dinero ajeno (del estado en mayor medida).
Instigador del fusilamiento de Dorrego.
Tiene dos pueblos en su honor a falta de uno, Salvador María en Lobos y Del Carril en Saladillo.
Entró por la ventana de convencional constituyente en 1853, y terminó de vicepresidente de Urquiza.
Sobre la Constitución de 1853, sus ideas fundantes y sus creadores existe extensa bibliografía, es un buen ejercicio repasar aquello para pensar el presente.

El artículo 22 de la constitución actual es exactamente el mismo que el 22 de la primera, no se ha cambiado ni una coma, y parte de una negación para hacernos saber los límites que tiene el pueblo para la práctica democrática: “El pueblo no delibera ni gobierna, sino por medio de sus representantes y autoridades creadas por esta Constitución”.
Podemos suponer que la organización de la sociedad en prácticas democráticas que doten de participación constante a los habitantes de la patria, en 1853, era cuanto menos compleja; una Confederación que nacía sin parte de la totalidad de territorio que hoy es nuestro país, y con ya una clase dirigente que venía dejando de lado el patriotismo de otrora para verse reflejada en los liberalismos que encandilaban occidente.

La instrumentación de un sistema representativo que se valida sólo con el sufragio y que carece de herramientas democráticas que demandan mayor participación popular forjó dirigencias que moldearon un país colonial y dependiente de imperialismos saqueadores.
La ventana de oportunidad que abrió el peronismo nos hace saber que otra democracia es posible, que demanda altos compromisos ciudadanos y que su defensa puede costar fusilamientos, bombardeos y dictaduras. Pero también nos demuestra que podemos tener una vida digna en un país soberano en lo político e independiente en lo económico.

Recordemos, mejor, al Del Carril artista, su obra y su compromiso, para que reine en el pueblo, el amor y la igualdad.

 

Agustín Sosa

Agustín Sosa es locutor, periodista y militante político del Encuentro Patriótico. 

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