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Solo queríamos jugar al fútbol


30 de marzo de 2024

Hay un sinfín de historias de futbolistas que fueron alistados para participar en combate. En la Guerra de Malvinas los jugadores argentinos le pusieron las piernas en el campo de batalla. Algunos de ellos pudieron seguir jugando a la pelota después de su vuelta, pero aquel sueño de hacerlo sin dolor y muerte, quedará en nuestros corazones.

Diego Diez Rey

El desembarco argentino en la Isla Soledad dio inicio a la Guerra de Malvinas. Los ex combatientes, en su mayoría jóvenes, fueron enviados a pelear contra los “piratas” del ejército de Gran Bretaña, Inglaterra.

El servicio militar en la Argentina era obligatorio en ese momento. Alló se alistaron a los nacidos en los años 61, 62 y 63. La camada de conscriptos tenían entre 19 a 21 años, recién salidos de la secundaria estaban entrando a la universidad -si tenían la posibilidad- o afrontarían lo que les tocaba… “los nenes de mamá y papá” se quedaban en casa, por pedido de bajas al comenzar año.

Entre esos jóvenes se encontraban chicos que, a su corta edad, mostraban dotes futbolísticos. Algunos de ellos estaban en inferiores, pero otros bien adelantados, en cuarta y tercera mayoritariamente, como también había casos en reserva.

Héctor Cuceli y Héctor Rebasti, se encontraban haciendo las inferiores en la reserva en San Lorenzo. Con 20 años, Cuceli se desempeñaba como puntero derecho y Rebasti como arquero.  De vestir los colores del equipo azulgrana en el arranque del torneo, y el que iba a ganar el campeonato, al verde del uniforme. En tan solo dos meses, todo fue diferente. Según palabras de Rebasti: “lo único que sabía hacer era jugar al fútbol”. 

A la vuelta de ese mal recuerdo, entre estruendo y lucha cuerpo a cuerpo, el club los recibió a amboscon una cena homenaje y una promesa de contrato que, por cierto, nunca se cumplió para Cuceli. Por su parte, Rebasti estuvo un tiempo en Huracán, pero no llego a readaptarse. Deportivo Morón, Argentino de Merlo y varios más pudieron verlo con sus camisetas.

Otro de los casos, fue el de Omar de Felipe que jugaba en la tercera división, desde la pre-novena, en el Globo de Parque. Cumplió servicio con el Ejército, pero como otros miles que pisaron las Islas, no volvió siendo el mismo. Actualmente, es director técnico de Central Córdoba de Santiago del Estero. Anteriormente, anduvo de recorrida en el ascenso argentino y de primera división como Independiente, Vélez y Atlético Tucumán, entre otros.

Claudio Petruzzi, era arquero y se desempeñaba en las inferiores de Rosario Central cuando, en 1981, salió sorteado para realizar el servicio militar obligatorio. Se unió en febrero de 1982 y para abril fue llevado a Malvinas. En las islas formó parte del cuerpo médico y hacía guardias en la playa para alertar la llegada de nuevos barcos enemigos. Al volver no contaba con dinero y no obtuvo oportunidades en ningún club, por lo que terminó decidiendo anotarse en la universidad. Hoy es médico y docente universitario.

Javier Dolard ya había terminado el servicio militar y, en teoría, estaba liberado de cualquier compromiso, pero de todas maneras formó parte del inexperto ejército. Al volver quiso seguir jugando en Boca Juniors, pero no pudo recuperar su nivel y se retiró. Entonces entró a trabajar en un banco. Más adelante, contaría que antes del ataque al ARA General Belgrano, él y sus compañeros improvisaban “picaditos” con materiales y cosas que encontraban tiradas, aunque no duraban mucho por el hambre y el frío que padecían.

Juan Gerónimo Colombo era jugador de la reserva de Estudiantes de La Plata y ya alternaba algunos entrenamientos con la primera, que por aquel momento dirigía Carlos Bilardo. Tenía 19 años cuando estaba en el servicio militar del Regimiento 7 de La Plata, su compañero era José Luis Del Hierro, quien fue uno de los 649 muertos en Malvinas. Nunca supo cómo murió su compañero, pero recuerda que luego de la guerra, se enteró que la familia de José Luis lo esperaba con entradas y los pasajes para viajar al mundial de España 1982 para ver el partido de Argentina contra Bélgica.

Gustavo De Luca se formó en las inferiores de River y supo brillar en Chile y Perú. Fue en ese momento cuando lo llamaron para alistarse en la guerra. Al quinto día, llegó a las islas. Fue baleado en su cintura, además, producto de una bomba que le cayó cerca, sufrió otras lesiones. A su vuelta, fue rechazado por River Plate, lo dejó libre y lesionado. Militó en varios clubes argentinos, como Talleres de Remedios de Escalada y All Boys. Su despegue en el fútbol nacional fue en 1987, al transformarse en el máximo anotador de la segunda división con la camiseta del club porteño. Al año siguiente, cuando jugaba en la Serena, se convirtió en el goleador de la primera división. Y en 1992 con los albos ganó la recopa Sudamericana al derrotar a Cruzeiro en Japón.

Las historias de Luis Escobedo, Sergio Pantano y Julio Vázquez, tienen un punto en común: los tres formaban parte del “fúlbo de ascenso”. Centro Español, Los Andes y Talleres de Remedios de Escalada respectivamente eran sus equipos, cuando fueron citados a las distintas unidades militares.

Escobedo había terminado el servicio militar obligatorio a principios de 82 pero recibió un llamado y, a los dos días del inicio de la guerra, debía reintegrarse al ejército y en cuestiones de horas se encontraba en las islas. A esa altura el ex defensor ya se encontraba en el plantel de primera del mil rayitas y contaba con algunos minutos en el primer equipo. Una vez finalizada la guerra se reincorporó al plantel, y como marcador central realizó una importante carrera con pasos por Belgrano, Colon, Vélez Temperley y Dock Sud, cerrando la carrera en Uruguay.

Foto: Luis Escobedo

Pantano, por su parte estaba cumpliendo el servicio militar obligatorio. Un día se presentan militares a la base en diferentes camiones para entregarle un bolso con toda ropa de invierno. De inmediato lo traslado a las Islas. A su vuelta, integró el plantel que ascendió a la primera división, con gol propio. En ese campeonato anotó ocho goles. El wing siguió jugando en el ascenso argentino hasta su retiro como profesional en 199, paso por El Porvenir, Berazategui y finalizo la carrera en San Telmo.

El mismo destino de volver a alistarse fue el de Vázquez. Tenía 19 años y disputaba sus primeros partidos en el club Centro Español en la quinta división. Al enterarse de la citación de su clase, se presentó en el cuartel y sin mediar la situación se tuvo que quedar, trasladándolo a las islas sin poder despedirse de su familia.  El retorno a Buenos Aires fue difícil, no solo por los problemas físicos producto del combate, sino también por los daños psicológicos. A lo largo de su carrera dirigió a Ituzaingó, Lugano, Cañuelas, Universitario de Sucre (Bolivia), Deportivo Paraguayo y la Primera de San Lorenzo en fútbol femenino. También fue ayudante de campo de Omar Labruna en Nueva Chicago, donde logró el ascenso del Nacional B a la Primera División.

La guerra finalizó el 14 de junio, un día después de que el seleccionado argentino, compuesto entre otros jugadores por Mario Kempes, Daniel Passarella, Osvaldo Ardiles, Daniel Bertoni, Ubaldo Fillol, Diego Maradona, Ramón Díaz, Jorge Valdano y dirigido por César Luis Menotti, debutara en la Copa del mundo en España. En aquel partido, la Argentina perdió 1 a 0 frente a Bélgica. Sin embargo, el equipo nacional pasó a segunda ronda, en la que fue derrotado por Brasil e Italia. 

Diego Diez Rey

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